La precisión. Indiscutiblemente este es el principal parámetro que debe primar desde el inicio y que se debe perseguir en todo el proceso de estudio, desarrollo y producción de cualquier reloj mecánico. Como es lógico, no todas las marcas de Alta Relojería pueden considerarse manufacturas, aunque todas aquellas que recurren a este término cuando se autodefinen deben tener el inexorable compromiso de invertir un elevado porcentaje de sus medios en el desarrollo del corazón de sus guardatiempos.
De hecho, el principal factor que ha marcado el desarrollo de la relojería mecánica desde sus inicios ha sido, precisamente, la búsqueda de la perfección tanto por lo que respecta a esta precisión como a la regularidad de la marcha de los guardatiempos. El mecanismo por excelencia dedicado a la estabilidad y precisión de los movimientos mecánicos es el tourbillon, cuyo origen encontramos en la necesidad de contrarrestar los efectos negativos que la fuerza de la gravedad ejercía sobre el funcionamiento del órgano regulador de los relojes de bolsillo. Posteriormente con la aparición del reloj de pulsera, el tourbillon continuó, y de hecho continúa, implementándose en los calibres mecánicos actuales para convertirse en un signo de identidad y del «savoir-faire» de las manufacturas que juegan en las ligas mayores de la Alta Relojería.
Aunque el efecto hipnotizador que provoca la observación de un tourbillon en funcionamiento ha permanecido inalterable a través de los siglos, su funcionalidad se vio afectada por el cambio de hábitos en el uso de los relojes. El hecho de pasar del bolsillo a la muñeca, comportó que no eran únicamente las fuerzas en posición vertical las que había que compensar, sino que el abanico se extendía hasta el punto de que las posiciones espaciales de un guardatiempos podían ser infinitas. Incluso se podría llegar a pensar que la muñeca, en esta infinidad de posibles posiciones y sometida a una actividad regular, podría hacer las funciones de un tourbillon «natural».
Aunque hay algo de cierto en lo comentado, las grandes marcas han perseguido la perfección en este aspecto y nuevos mecanismos han visto la luz desde entonces. Desde los tourbillones dotados con una mayor velocidad de giro para compensar los efectos negativos de manera más rápida, hasta aquellos que giran alrededor de más de un eje y con velocidades distintas con el objeto de abarcar un espectro más amplio de posiciones. La imaginación de los maestros relojeros ha ido incluso más allá y nuevos principios se han aplicado al órgano de regulación de los relojes: desde el doble tourbillon volante con diferencial presentado en 2005 por Roger Dubuis y que constituiría los cimientos del nuevo Quatuor siete años después, hasta el oscilador armónico de Rudis Sylva pasando por el fenómeno de la resonancia mecánica utilizado por F.P. Journe en su Chronomètre à Résonance, por nombrar algunos de ellos.
Como os comentaba en los artículos anteriores dedicados a las novedades presentadas por Roger Dubuis durante la última edición del SIHH, su pieza estandarte tecnológicamente hablando y, probablemente, la que ha representado la mayor innovación del conjunto del salón ginebrino, fue el nuevo Excalibur Quatuor. Dos motivos conducen a que podamos atribuir este honor al guardatiempos del que nos disponemos a hablar: en primer lugar el nuevo calibre RD101 que representa un nuevo hito en la persecución de la tan apreciada precisión cronométrica, en segundo lugar, la utilización del silicio como material de construcción de la caja.
Empecemos hablando del protagonista principal del nuevo Quatuor, su corazón. La construcción típica de un movimiento mecánico consta de tres módulos principales: el destinado a la acumulación de energía integrado habitualmente por el muelle motor albergado en el barrilete, el tren de ruedas o de engranajes que es el responsable de proporcionar el movimiento a las distintas agujas indicadoras y, finalmente, el conjunto escape-órgano regulador sobre el que recae la responsabilidad de la medición del tiempo. Por norma general este último módulo está constituido por el propio escape, integrado por la rueda de escape y el áncora, y el conjunto volante espiral. Para todos aquellos que estéis interesados en profundizar un poco más sobre el funcionamiento de un reloj mecánico, sus trenes de engranajes y los tipos de escape existentes, tenéis a vuestra disposición más de cincuenta artículos en nuestro apartado de Técnica. Precisamente sobre este módulo de regulación recae la mayor innovación del nuevo calibre RD101 de Roger Dubuis, puesto que no es uno el conjunto escape-órgano regulador que implementa, sino cuatro.
Cuando hemos hablado del tourbillon hemos hecho referencia a la velocidad de giro de este. El elemento que contiene todos los componentes del órgano de regulación en el tourbillon es conocido como jaula, y esta jaula es la que realiza un giro completo de 360º sobre su eje cada período determinado de tiempo. Si la velocidad de giro de la jaula es de 60 segundos, quiere decir que la compensación de las influencias negativas originadas por la fuerza de la gravedad se produce cada minuto, en el caso de una velocidad de giro de la jaula de 30 segundos, la compensación se realiza cada medio minuto. ¿Cuál es el objetivo de los cuatro órganos reguladores del RD101? Precisamente que esa compensación de fuerzas se lleve a cabo de manera instantánea.
Cada uno de los cuatro órganos reguladores, ubicado en una posición determinada dentro del calibre, late a una frecuencia de 28.800 alternancias por hora (4 Hz) pero en desfase, es decir, no oscilan simultáneamente con lo que el habitual sonido del tic-tac que crea un reloj mecánico en su funcionamiento se ve sustituido por el que podéis escuchar en el vídeo que os adjunto más adelante cuando hablemos del indicador de reserva de marcha.
Estos cuatro órganos reguladores se unen al tren de engranajes del movimiento por medio de tres diferenciales, uno de ellos conectado a la rueda central (la responsable de conducir a la aguja indicadora de las horas en el dial) y los dos restantes conectados a la rueda intermedia (la que actúa como unión entre la rueda central o de las horas y la cuarta rueda responsable de la conducción de la segundera en la esfera, si esta existe). La función de estos tres diferenciales es conseguir que los cuatro módulos volante-espiral trabajen de manera conjunta con el objetivo de suministrar un par de fuerza constante y una marcha regular desde los dos barriletes conectados en paralelo (que proporcionan una reserva de marcha al movimiento de 40 horas) al tren de ruedas para aumentar la precisión cronométrica del calibre. El nuevo calibre manufactura RD101 incorpora dos diferenciales adicionales en sus 590 componentes: uno de ellos dedicado a controlar el remonte de los dos barriletes y, el restante, a gobernar el sistema implementado para el funcionamiento del indicador de reserva de marcha. En el siguiente vídeo podéis observar una simulación del despiece de la globalidad de este impresionante y complejo calibre.
Pero la complejidad del RD101 no acaba aquí, ya que el indicador de reserva de marcha del que os hablaba en el párrafo anterior responde a un sistema de nuevo desarrollo y todavía pendiente de patente. Situado en la zona izquierda del dial del nuevo Quatuor, este indicador de reserva de marcha está integrado por dos partes diferenciadas: en primer lugar las dos medias lunas de grosor creciente ubicadas de manera opuesta en el disco del indicador, en segundo lugar las dos agujas situadas sobre el mismo eje longitudinal y cuyos extremos apuntan a cada una de las dos medias lunas anteriores.
Esta innovadora indicación de la reserva de marcha funciona del siguiente modo: en el modo de funcionamiento del guardatiempos, las dos medias lunas giran a la misma velocidad angular que los barriletes (aproximadamente del orden de cuatro vuelta y media por día), mientras que la doble aguja gira a una velocidad completamente distinta con el objetivo de apuntar a la zona correcta de cada una de las medias lunas para indicar la reserva de marcha disponible. Cuando se remonta el guardatiempos, es tan sólo la doble aguja la que gira hasta situar sus dos extremos opuestos sobre la zona de mayor grosor de ambas medias lunas. Para evitar cualquier confusión que mi exposición del funcionamiento de este indicador pueda conllevar, os dejo un vídeo que la manufactura amablemente nos ha proporcionado (se trata del mismo vídeo utilizado por Roger Dubuis durante su presentación en el SIHH).
Sin lugar a dudas y dada la extrardinaria complejidad del RD101, se podrían llenar páginas y más páginas sobre sus particularidades. No obstante, y comentadas las que suponen sus principales características, acabaré este apartado con la enumaración de algunos de sus adicionales detalles importantes. El diámetro de este calibre, que alberga un total de 113 rubíes, es de 16 3/4 »’ (cerca de unos espectaculares 38 mm), el remonte es de tipo manual y, como rasgo inherente a esta manufactura ginebrina, la totalidad de sus componentes está certificada por la exigencia del Poinçon de Genève.
Si a todo lo comentado hasta el momento le añadimos una caja de la Colección Excalibur de 48 mm diámetro y 10,60 de espesor manufacturada en oro rosa y con un valor de estanqueidad de 30 metros, con correa en piel de aligator marrón y cierre desplegable y ajustable también en oro rosa, estaremos hablando de una de las dos versiones en las que el nuevo Quatuor será producido en edición limitada a 88 piezas con un precio de venta recomendado de 380.000 CHF.
Con total seguridad me atreveré a vaticinar que un elevado porcentaje de lectores considerarán que esos 48 mm de caja representan un valor ciertamente elevado y que convierte al nuevo Quatuor en un reloj no apto para muñecas de diámetro reducido. Posiblemente sea cierto pero, en primer lugar deberíamos tener en cuenta que uno de los rasgos implícitos a la Colección Excalibur es la imponente envergadura de sus cajas. En segundo lugar, específico para este caso, el diámetro de la caja viene condicionado por un parámetro insalvable: las dimensiones del calibre alojado en su interior. Como os he comentado anteriormente, el diámetro del RD101 roza los 38 mm, lo que deja tan sólo un anillo perimetral alrededor del movimiento de 5 mm de espesor.
Pero por si un movimiento mecánico dotado de cuatro órganos reguladores, cinco diferenciales y un innovador indicador de reserva de marcha, no supone ya por sí mismo un verdadero alarde de vanguardia tecnológica, Roger Dubuis da un paso más en pos de su afán por la innovación en la Alta Relojería y presenta una segunda versión del Quatuor, limitada a 3 unidades, con el silicio como materia prima utilizada en la construcción de la caja.
Desde el año 2000, la aplicación del silicio en determinados componentes de los movimientos mecánicos se ha extendido dadas las ventajas que este material presenta en el objetivo de mejorar la precisión. Lo que no había sucedido hasta el momento era, aprovechando las propiedades físicas de este material similares a las que presenta el diamante, utilizarlo para construir la propia caja del guardatiempos. El silicio combina dos características ideales para mejorar de manera excelente las prestaciones del continente del reloj: es un material extremadamente ligero (dos veces más ligero que el titanio y cuatro veces más que el acero) pero, a la vez, posee una dureza que cuadruplica la correspondiente al acero y similar a la de la cerámica. Así pues, tenemos una caja ligera (el peso del conjunto del nuevo Quatuor es de 150 gramos, correa y cierre incluidos), que contribuye a la comodidad de uso del guardatiempos, y extremadamente resistente a las rayas, lo cual aumenta la polivalencia del reloj en medios potencialmente más agresivos que pueden amenazar la durabilidad de la pieza.
¿Dónde reside entonces la complicación en fabricar las cajas en este tipo de material?. La respuesta es sencilla a la vez que previsible. Las mismas propiedades que otorgan la ligereza y la dureza al silicio por su estructura similar a la del diamante, son las que lo convierten en un material de manipulación extremadamente complicada que precisa de especialistas (cerca de 40 personas para un total de 21 oficios distintos) así como de tecnología punta en el tratamiento de los elementos.
Idéntico a la versión en oro rosa en su globalidad excepto en el material empleado para la caja, este modelo del Excalibur Quatuor verá la luz en una más que limitada edición de tres piezas cuyo precio de venta recomendado rondará el millón de francos suizos. Este último dato, el correspondiente al precio de venta de la versión en silicio, refleja tanto el coste de este material como el de la compleja manipulación a la que debe someterse para obtener el producto final. Difiriendo ambas versiones únicamente en el material de la caja, el importe del modelo en silicio es más de 2,5 veces superior al correspondiente en oro rosa.
Para acabar con lo que se ha convertido en un considerablemente largo artículo, la ocasión lo merecía, os dejo con el vídeo de la campaña comercial del nuevo Excalibur Quatuor. Se trata de una campaña realmente espectacular en la línea a la que Roger Dubuis nos tiene acostumbrados y que tantos premios le ha reportado. No obstante, no quisiera acabar este escrito sin antes agradecer a los responsables de la manufactura y a su agencia de comunicación, la atención que nos han dispensado ante nuestras consultas y el material que nos han proporcionado para poder complementar de manera adecuada este artículo.