La renovación de los Colt de Breitling se podría calificar técnicamente de involución, aunque sin el sentido peyorativo que suele asociarse a dicho término. Se trata de una serie de modificaciones estéticas que afectan a la colección por completo, desde el modelo de cuarzo hasta el cronógrafo mecánico, pasando por el Colt femenino y por el «solo hora» automático.
Con su nuevo aspecto, los Breitling Colt vuelven a transmitir la imagen de reloj instrumento o profesional, dos términos que definen a la perfección la finalidad con la que fueron creados en los años 80. El elemento que más transmite esta vuelta a sus orígenes es probablemente su bisel satinado con los índices en bajorelieve y con los característicos marcadores de los cuartos horarios.
Las esferas se rediseñan en el mismo sentido, emulando las originales, con un claro predominio de gruesos índices rectangulares en lugar de números árabes para indicar las horas. Esto varía en función del modelo, ya que por ejemplo el Colt de cuarzo conserva la numeración árabe correspondiente a las 6, las 9 y las 12 horas.
El Colt Chronograph, con función rattrapante e indicación de segundo huso horario, sigue manteniendo su configuración tri-compax, así como la original distribución de sus contadores e indicaciones. Eso sí, al igual que el Colt Quartz y el Colt Lady, se trata de un cronógrafo con motor de cuarzo, lo que le otorga una asequibilidad solo reservada a grandes bolsillos en el caso de tratarse de un reloj mecánico con dichas complicaciones.
Como es habitual y digno de elogio, Breitling nos ofrece estos nuevos Colt con multitud de combinaciones de correas, brazaletes y tonalidades de esfera, pero siempre, y en cualquiera de los modelos que componen la colección, se garantiza una hermeticidad de 20 bares, más que suficiente para cualquier actividad que realicemos, salvo inmersiones de carácter profesional y a gran profundidad.
En definitiva, la nueva colección Colt retoma su estética original que, aunque no puede denominarse de «vintage», sigue la acertada corriente actual en todo el sector de retomar diseños que hasta hace poco se consideraban desfasados. En este sentido, una recomendable visita al museo Patek Philippe de Ginebra nos abre los ojos y la mente, constatando que, salvo estéticas vanguardistas tipo Urwerk o MB & F, la inmensa mayoría de las probabilidades coherentes de diseño de un reloj ya cuentan con casi un siglo de antigüedad.
