El «The Bird Repeater» de Jaquet Droz verdaderamente impresionante en todos los sentidos. Cierto que a alguien la primera impresión visual le puede parecer una extravagancia e incluso una ñoñería. Pero desde el punto de vista de la más Alta Relojería, esta pieza monumental está muy lejos de esta posible impresión. Estamos ante un reloj con autómatas y con la complicación de repetición de minutos. Por si misma, esta dualidad ya está dentro de lo más complejo que se puede realizar en relojería mecánica. Pero es que además estamos ante un reloj de pulsera!… con lo que ya se me escapa el adjetivo que le haría honor.
Nadie cuenta históricamente con más legitimidad en mecanismos autómatas que la firma Jaquet Droz. Los mecanismos autómatas, auténticos ancestros de los robots actuales, desde siempre han estado asociados a la relojería suiza. De entre ellos, probablemente los más famosos fueron la trilogía «Les Automates» presentados al público en 1774 por Pierre Jaquet-Droz, origen de la firma que hoy lleva su nombre. Para su creación colaboraron con él su hijo Henri-Louis y Jean-Frédéric Leschot.
«Les Automates» constaban de tres autómatas denominados l’Ecrivain, la Musicienne et le Dessinateur, es decir, el escritor, el músico y el dibujante. Esta trilogía, creada en los talleres de Jaquet-Droz ubicados en La Chaux-de-Fonds, fue una auténtica revolución mediática en la época. Les Automates viajaron a Francia en 1775 para ser presentados al Rey Luís XVI y a la Reina María Antonieta. Su viaje continuó por las principales cortes europeas, desde Londres hasta Rusia, pasando por Holanda y Flandes
De las tres piezas que componen «Les Autómates» la más compleja es l’Ecrivain, un muñeco de 70 cm de altura, capaz de escribir con una pluma de oca sobre un escritorio de madera de caoba.
Este autómata es programable mecanicamente y capaz de escribir cualquier texto de 40 letras o signos en un espacio de tres líneas. Con la mano derecha moja la pluma en el tintero, acompañado de una gesticulación de su cabeza y sus ojos, para acto seguido escribir el texto, letra a letra sobre un papel que se desplaza. Si hoy en día, tal «robot» mecánico ya representaría un hito conceptual y de construcción, podéis imaginar el impacto que produjo en el siglo XVIII.
Además de estos autómatas de caracter humano, una de las especialidades de Jaquet-Droz fue la de diseñar y crear relojes con mecanismos, denominados pájaros cantores, que emulaban determinados movimientos de los pájaros. En esta temática la evolución es clara. Desde una jaula que alberga dos pájaros autómatas creada en 1770, hasta un fastuoso reloj de bolsillo del año 1785. Todo un proceso de miniaturización que culmina hoy con este Bird Repeater, el mismo concepto trasladado al reloj de pulsera.
El año pasado Jaquet Droz presentó un reloj de pulsera con un exquisito trabajo de gravado y pintura en miniatura que reproducía, de forma estática, en su esfera un pájaro con sus polluelos. Creo que tras su presentación todos pensamos que era como un reconocimiento por parte de Jaquet Droz de la imposibilidad de encajar un movimiento autómata en un reloj de pulsera. Es evidente que nos equivocábamos. Era solo la antesala estética y estática de lo que ahora nos presenta.
Lo que para los no iniciados, en apariencia se trata de un reloj simple, que solo nos da las horas y los minutos, y que se adorna en su esfera con una escena de un nido con pájaros y polluelos, en realidad se trata de una complejidad relojera del máximo nivel.
Los más avezados en este mundo de la Alta Relojería, rápidamente percibirán una corredera en la parte izquierda de la carrura de la caja, y ello solo puede significar que estamos ante un reloj con sonería, probablemente la más compleja de las complicaciones. Efectivamente se trata de un reloj con la complicación de Repetición de Minutos, es decir, que a petición reproduce de forma sonora las horas, los cuartos y los minutos. Puestos a rizar el rizo, Jaquet Droz dota a esta sonería de un timbre «Catedral» que se obtiene mediante el impacto de dos martillos sobre las dos vueltas que da el timbre alrededor del movimiento.
Con todo esto ya tenemos un reloj de pulsera de gran complejidad mecánica. Si además le añadimos el mecanismo autómata que gestiona los movimientos de los pájaros, solo podemos que admirarnos y asombrarnos ante él. Basado en un complejo conjunto de levas y engranajes, el mecanismo autómata del Bird Repeater reproduce una pareja de carboneros, el ave símbolo de la región del Jura, que se posa sobre el nido en el que se encuentran sus polluelos. Al fondo y a la izquierda se reproduce una caída de agua en movimiento que homenajea la cascada Saut du Doubs.
Esta escena tridimensional cobra vida con uno de los pájaros inclinándose para dar un bocado a su polluelo, mientras el otro despliega las alas desvelando los matices de su plumaje. En el nido, se abre un huevo dejando ver otro polluelo, y el agua de la cascada cae sin cesar. En la imagen superior podemos observar parte del mecanismo autómata, concretamente el que acciona el despliegue de las alas del pájaro. La caja tiene unas dimensiones considerables, de 47 milímetros de diámetro por 18,4 de grosor. Son considerables en términos absolutos, pero extremadamente contenidas en términos relativos, teniendo en cuenta todo lo que alberga en su interior.
El mecanismo responsable de todas estas maravillas es el calibre RMA88. Su frecuencia de oscilación es de 18.000 alternancias por hora y su único barrilete proporciona una reserva de marcha de 48 horas.
Aunque la frecuencia de oscilación sea baja, la reserva de marcha es sorprendente dada la enorme cantidad de energía que consume, tanto la repetición de minutos como el mecanismo autómata. De todos modos, presumo que dicha cifra no tiene en cuenta el funcionamiento de ambas complicaciones, dado que solo se activan a petición. Si lo tiene en cuenta, no especifica en base a que frecuencia de activación está calculado. Los acabados tanto de caja como de mecanismo son realmenet fastuosos, como corresponde a una pieza de este nivel. La esfera por su parte, es una verdadera obra de arte, ya que aparte del movimiento autómata, tanto el fondo como cada uno de sus elementos está gravado y pintado a mano.
Evidentemente, y más tratándose de Jaquet Droz, cuya gran mayoría de relojes de su catálogo son de producción muy reducida y limitada, este «The Bird Repeater» es una edición especial limitada a 8 ejemplares. Podría seguir llenando páginas con este fascinante reloj, ya que sus complejidades y matices dan pie a enormes posibilidades descriptivas, pero como cais siempre, lo mejor es apreciarlo visualmente. Mucho más en este caso, teniendo en cuenta que su funcionamiento implica un movimiento autómata. Afortunadamente Jaquet Droz ha publicado un video en alta definición que trasmite a la perfección este asombroso mecanismo. Os garantizo que nadie va a quedar indiferente con este video.