Mucho ha llovido desde que, en 1832, Auguste Agassiz entró en el mundo de la fabricación relojera asociándose con un comercio de relojería de Saint-Imier, rápidamente rebautizado como Agassiz & compagnie. Asociado ya con su sobrino Ernest Francillon, compraron en 1866 dos parcelas de terreno contiguas, en la margen derecha del Suze (río que baña el pequeño valle de Saint-Imier), en un lugar denominado «Les Longines» y fundó en 1867 la fábrica Longines donde poder desarrollar su idea de ensamblar y finalizar el reloj a través de procedimientos mecánicos de producción. Ese mismo año produce su primer movimiento, el 20A, ya bajo la marca Longines y con el icónico logotipo del reloj de arena alado. Durante su larga y prolífica historia, Longines se ha labrado un merecido prestigio que lo ha convertido en un indiscutible protagonista del panorama relojero mundial, ahora bajo el paraguas del Swatch Group. Pertenecer a esta bestia empresarial tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. ¿Porqué afirmo esto?. Pues porque la verticalizada política de Swatch confina a cada una de sus marcas a un nicho de producto, calidad y precio muy marcado, evitando así la competencia entre sus propias firmas, una estrategia que conlleva que Longines tenga marcado un claro techo tecnológico y cualitativo que no pueda superar. ¿Hasta dónde podría crecer Longines si tuviera la suficiente independencia como para diseñar y fabricar sus propios movimientos, tal como hacía desde finales del siglo XIX y que la convirtieron en casa relojera «más premiada» en exposiciones internacionales y universales?. No obstante, esta limitación no resulta óbice para poder disfrutar del excelente trabajo creativo, técnico y de diseño que los relojeros de Longines llevan a cabo.
He de confesar que soy un enamorado de los Longines Heritage, la deliciosa colección que reúne, bajo una fidelidad estética poco habitual, algunos de los mayores logros de su prolífica historia. Junto a ellos, una de sus mayores apuestas son los Conquest, tanto en su versión más actual y deportiva, como bajo un diseño más clásico. Uno de ellos es el que hoy analizamos, el Conquest Classic Moonphase, un guardatiempo que, gracias a Longines, he podido disfrutar durante dos semanas y probarlo a fondo tanto a nivel ergonómico como funcional y cronométrico.
Un déjà vu nos remite a los Master Collection, donde encontramos el Moonphase con la misma configuración, medidas y calibre, que se diferencian por recurrir a una caja diferente e implementar y ciertos retoques estéticos que le confieren una imagen más moderna y atemporal respecto al look decididamente vintage del Master Collection. Empecemos…
Longines Conquest Classic Moonphase – Complicaciones
Cuando hablamos relojes mecánicos con múltiples complicaciones, lo más habitual es suponerles un precio elevado, en una asociación que, generalmente, no anda desencaminada, y que, evidentemente, dificulta su popularización. Y digo lo de «generalmente» porque siempre hay casos excepcionales en que se rompe esta premisa; el Conquest Classic Moonphase es uno de ellos, una referencia presentada este mismo año durante la feria de Baselworld, que pasa a ocupar el top de gama de esta colección lanzada en 2013.
¿Qué entendemos por una complicación relojera?. Simplemente, es toda aquella indicación que se añade a la de la hora, los minutos y los segundos. Tranquilos, no os adelantéis… si, tenéis razón, no todo se acaba aquí, ya que también deberíamos incluir dispositivos mecánicos como por ejemplo el tourbillon y las horas saltantes, o arquitecturas como el reloj ultra-plano, que no cumplen el requisito anteriormente citado pero que suponen una evidente complejidad añadida.
Cuatro son las complicaciones implementadas en el Conquest Classic Moonphase: Cronógrafo (totalizadores de horas, minutos y segundos) calendario completo (fecha, día de la semana y mes), fase lunar e indicador de 24 horas, a las que se suman las funciones básicas de horas, minutos y pequeño segundero. En total, 11 son las indicaciones que se muestran en la esfera, cuya máxima dificultad reside en presentarlas de forma congruente y bajo un diseño que facilite su rápida identificación y lectura, algo que, como veremos, Longines consigue a la perfección.
Longines Conquest Classic Moonphase – Caja
La caja Classic se presenta bajo tres versiones, todas ellas con acabado pulido: acero, oro rosa de 18 quilates, y su combinación bitonal, en que el bisel, la corona y los pulsadores cronográficos son los elementos recubiertos con 200 micras de este noble metal. Después de llevarlo durante medio mes, he de decir que su comodidad ha sido absoluta. A esta excelente ergonomía contribuyen varios factores:
- Un diámetro perfecto de 42 mm.
- Su contenido grosor, que le confiere una excelente comodidad y que la manga de la camisa no se trabe en él.
- Las asas «caen» hacia la muñeca, envolviéndola y adaptándose perfectamente a su forma.
- La excelente sujeción que ofrece el armis metálico, eliminando así el posible cabeceo de la caja.
Como ya hemos dicho, su diámetro es de 42 mm, un tamaño de encaje universal en la inmensa mayoría de las muñecas, y que ofrece una amplitud de esfera lo suficientemente generosa como para poder implementar nítidamente todas las indicaciones. Ciertamente, puede resultar una medida levemente excesiva si buscamos un reloj eminentemente de corte elegante, pero que me parece ideal si valoramos su polivalencia atemporal en conjunto con el brazalete metálico. Sus formas son realmente agradables, bastante simples, con una carrura suavemente redondeada que enlaza con fluidez con la curvatura de las asas. En su parte superior, el plano bisel inclinado abarca todo el diámetro de la caja, resiguiendo su misma geometría y enmarcando el cristal de zafiro con tratamiento antirreflejo, el mismo material transparente que implementa el fondo roscado. Su hermeticidad no es uno de sus puntos fuertes, ya que sólo resulta estanco hasta los 5 bares (50 metros). A pesar de ello, no es un aspecto muy a tener en cuenta, ya que, dado su carácter eminentemente clásico y elegante, pocas veces pensaremos en lucirlo en una piscina o en la playa, dos ociosas actividades que podríamos llevar a cabo si elegimos la polivalente opción del brazalete metálico, en cuyo caso sí que me resulta una cifra escasa.
En su carrura derecha se ubican los dos pulsadores cronográficos de geometría cilíndrica a las dos y cuatro horas. A pesar de no ser un cronógrafo con rueda de pilares, su accionamiento no me ha resulta brusco ni excesivamente duro, sino dentro de lo esperado. Entre ambos se encuentra la corona estriada de tres posiciones. En su posición intermedia, si la giramos hacia atrás corregimos la fecha y el mes, lo que deberemos hacer cada mes con menos de 31 días, o sea, cinco veces al año. En cambio, si la giramos hacia adelante, actuaremos sobre la fase lunar. En su posición más externa, podremos sincronizar la función horaria, ayudados por la siempre útil función de parada del segundero. Finalmente, en su carrura izquierda, ubicado a las 10 horas, encontramos el discreto pulsador que controla el día de la semana. Para facilitar esta tarea, Longines entrega un pequeño punzón en acero.
Un consejo que no se circunscribe únicamente a este reloj, sino que podemos generalizarlo para todo guardatiempo que implemente la función de fecha: nunca debe corregirse esta indicación entre las 6 de la tarda y las 6 de la mañana, ya que podríamos provocar el deterioro del mecanismo.
Los modelos en acero y acero y oro están disponible con correa de piel de aligátor o brazalete metálico, con los eslabones centrales en oro en el caso del bitonal. En cambio, en aras de una evidente reducción de su precio final, el Conquest Classic Moonphase en oro sólo se ofrece con la correa de piel. Como sucede con la gran mayoría de relojes de estilo clásico en los que se nos ofrece ambas opciones, el brazalete metálico nos aporta una mayor polivalencia a la vez que le confiere un look más deportivo, mientras que la correa de piel resalta su vertiente más elegante y clásica, aunque a costa de perder versatilidad.
El brazalete dispone de un cómodo triple cierre desplegable de seguridad con apertura mediante pulsador, un mecanismo de impecable factura y funcionamiento, grabado con el nombre y el logo de Longines.
Longines Conquest Classic Moonphase – Esfera
Su esfera luce el habitual patrón estriado de los Longines Conquest Classic, y se ofrece en dos colores, negra o plateada, conformando así un buen número de opciones para configurar nuestro Moonphase ideal, ya sea con un look más deportivo y polivalente en acero y esfera negra, o más clásico y elegante en el caso de elegir el oro rosa, esfera plateada y correa.
Indudablemente, la esfera es la verdadera protagonista de este reloj gracias la gran cantidad de información que nos ofrece, de indicaciones todas ellas fácilmente identificables… aunque alguna de ellas me parezca totalmente prescindible. Es el caso del indicador de 24 horas: si necesitamos consultarlo para saber si son las 12 del mediodía o de la noche, es que tenemos un verdadero problema, y sólo nos sería hipotéticamente útil bajo condiciones de jet lag extremo o pérdida de conciencia temporal.
De color plateado o negro, el fondo luce la decoración habitual de los Conquest Classic, un sutil estriado vertical que nos remite a los años 50 y 60, y que le confiere un glamour muy particular. Presenta una estructura tri-compax de configuración 6-9-12, con la particularidad de que los tres subdiales, todos ellos con decoración circular concéntrica, nos muestran dos o tres indicaciones al mismo tiempo. Correspondiendo al orden anteriormente citado, encontramos:
- Totalizador de 12 horas con indicador de fase lunar.
- Pequeño segundero e indicador de 24 horas.
- Contador de 30 minutos y doble ventana para indicación del día de la semana y del mes.
El día del mes nos viene indicado mediante una manecilla central con forma de medialuna que recorre la escala circular situada en el perímetro del dial, justo bajo la escala de minutos del realce interior. Las agujas de tipo espada de horas y minutos recurren al Super-LumiNova para asegurar su legibilidad bajo condiciones de baja luminosidad, igual que los nueve índices horarios aplicados. La caja de oro o de acero y oro recurre a manecillas e índices dorados, mientras que en la versión en acero, estos elementos son rodiados.
El espacio vacío a las tres horas queda ocupado por el logo del reloj de arena alado, el nombre de Longines y la prescindible definición Automatic (¿porqué esta extendida afición de muchas marcas a incluirla en la esfera?), logrando equilibrar en lo posible el peso visual asimétrico de su configuración tri-compax 6-9-12.
En conjunto, y a pesar de la evidente complicación que comporta ofrecer todas estas funciones, Longines ha conseguido diseñar una esfera con un casi perfecto equilibrio, proporcionalidad y legibilidad, unas cualidades que Longines ya ha mostrado en muchas de sus creaciones, como por ejemplo el exquisito Master Collection con cuatro funciones retrógradas, fase lunar y reserva de marcha. El único elemento que no me encaja es la posición de la manecilla del indicador horario de la función cronográfica; en su posición neutra habitual, su aguja tapa parte del cielo del indicador de fase lunar. No es que sea grave, pero personalmente me molesta. Una solución fácil hubiera sido disponer el punto de inicio de la manecilla invertida, o sea, situar las 0 horas donde ahora se encuentran las seis.
Longines Conquest Classic Moonphase – Calibre
El mecanismo es encargado de dar vida a este guardatiempo es el calibre L678, que es la denominación que ha elegido Longines para el calibre Valjoux 7751 suministrado por ETA, la empresa también propiedad de Swatch Group. Este movimiento mecánico automático implementa las ya analizadas funciones de horas, minutos, pequeño segundero, cronógrafo, fase lunar, calendario completo e indicador de 24 horas. Latiendo a 28.800 alternancias por hora (4 Hz), este movimiento de 13¼ líneas (30 mm) y 7,90 mm de grosor, dispone de 48 horas de reserva de marcha, una cifra que, sin ser para tirar cohetes, cumple el requisito mínimo que deberíamos exigirle a un reloj.
El 7751 es una evolución del ultra-conocido cronógrafo Valjoux 7750. Con un diseño totalmente integrado, el cronógrafo se acciona mediante levas, mientras la conexión entre el tren de rodaje y el sistema cronográfico se realiza mediante piñón oscilante. Gracias a la trasera de zafiro, podemos admirar el rotor de carga unidireccional, decorado con Côtes de Genève y el nombre de Longines grabado en dorada letra cursiva, un buen detalle clásico. La decoración se complementa con el perlado de los puentes.
Longines Conquest Classic Moonphase – Mediciones cronométricas
Como hemos comentado en diversas ocasiones, en un movimiento mecánico es mucho más importante la regularidad de las desviaciones que éstas en sí mismas. Un calibre cuya desviación consideremos excesiva pero que sea uniforme, se puede regular con facilidad y rapidez, mientras un mecanismo que se desvíe menos pero lo haga de forma anárquica requiere soluciones mucho más complejas.
Después de ocho días de mediciones, el calibre L678 de este Longines Conquest Classic Moonphase muestra una desviación media diaria de + 6,5 segundos, lo que representa que, sin poseer el certificado cronométrico, casi cumple con los parámetros del COSC de -4 +6 segundos/día. Las desviaciones diarias se han mantenido siempre en parámetros positivos entre los +1 y +10 segundos, una horquilla de 9 segundos.
La desviación total durante estos ocho días ha sido de 52 segundos, desglosados en una media de 3,5 segundos/día durante un uso de 16 horas diurnas, y 3 segundos/día en la fase nocturna de ocho horas, en la que ha descansado en las cuatro habituales posiciones de medida de corona arriba, corona abajo, esfera arriba y esfera abajo alternativamente.
En resumen, teniendo en cuenta el cómputo global de mediciones, y lo que es más importante, su comportamiento en condiciones reales, he de decir que el calibre L678 me ha sorprendido gratamente, sobretodo teniendo en cuenta, como ya hemos dicho antes, que no es un calibre certificado COSC.
Longines Conquest Classic Moonphase – Conclusiones
Antes de la valoración final, vaya por delante mi particular devoción por Longines. No es que este hecho distorsione mi análisis, pero sí que muchos de los puntos son totalmente subjetivos, y como tales, susceptibles de ser interpretados de forma diferente por cada uno de vosotros.
El Longines Conquest Classic Moonphase es un guardatiempo muy cómodo que se adaptará a todos los tamaños de muñeca, caracterizado por lucir un diseño elegante, de corte clásico a la vez que moderno, por lo que podemos tildarlo como atemporal. Nuestros intereses resultarán fundamentales para otorgarle su carácter definitivo, ya que su estética cambia mucho si elegimos la elegantísima versión en oro, con esfera blanca y correa de aligator, o la más deportiva y polivalente referencia en acero, con esfera negra y brazalete metálico. Esta última sería la que yo elegiría.
Su esfera resulta un compendio del buen diseño relojero, consiguiendo ofrecer de forma nítida y armoniosa nada mas ni nada menos que once indicaciones diferentes, una tarea que resulta más complicada de lo que parece. En su interior, el calibre L678 cumple con las expectativas, un movimiento muy fiable al que quizás le faltaría una mejor cifra en cuanto a su reserva de marcha se refiere.
Y si con todas estas virtudes no tenías suficiente, podéis sumarle la excelente relación calidad/precio: la versión en acero tiene un increíble precio de 2.840 €. Seguro que tenemos en mente multitud de relojes con un precio similar, pero que no le llegan ni a la suela de los zapatos a este Longines.
Las referencias y sus precios son los siguientes.
- L2.798.4.52/72.6: caja de acero, 2.840 €.
- L2.798.5.52/72.7: acero y chapado oro rosa de 18 quilates, 4.240 €.
- L2.798.8.52/72.3/5: oro rosa de 18 quilates, 9.640 €
Más
Diseño atemporal, elegante y clásico
Polivalencia junto a brazalete metálico
Funciones
Ergonomía
Buena legibilidad de las indicaciones
Proporcionalidad y equilibrio de la esfera
Excelente relación calidad-precio
Cronometría de la pieza cedidaMenos
Hermeticidad escasa de 50 metros
Ubicación de la aguja cronográfica horaria, «tapando» la fase lunar
Reserva de marcha de 48 horas, algo justa