En junio publicamos un artículo correspondiente al extenso viaje que realicé a las diversas instalaciones relojeras de Cartier en Suiza. En ese primer artículo hablamos de la Boutique Cartier de Ginebra y del Atelier del “Poinçon de Geneve” ubicado en ella. Ahora es el turno de la La Manufactura Cartier de La Chaux-de-Fonds, una de las instalaciones relojeras que más me ha sorprendido de las muchas que he visitado.
Cuando se visita por primera vez una manufactura relojera el impacto está asegurado ya que antes de ello es imposible comprender en toda su extensión la multitud de oficios y la minuciosidad de las operaciones que se realizan para dar vida a un reloj. Cuando ya se han visitado varias manufacturas es difícil sorprenderse ya que el proceso es casi idéntico en todas ellas, aunque evidentemente, y atendiendo a detalles como es nuestra obligación, siempre es interesante apreciar esas pequeñas diferencias que conforman el sello propio de cada marca. Inesperadamente, tengo que admitir que mi visita a la La Manufactura Cartier de La Chaux-de-Fonds me ha sorprendido doblemente; lo ha hecho por lo qué en ella se realiza y muy especialmente por el como se muestra al visitante.
La mayor de las manufacturas relojeras de Cartier está ubicada en La Chaux-de-Fonds, población sobre la que no me voy a extender ya que de esta villa 100% relojera os hemos hablado repetidamente en artículos dedicados a visitas realizadas a otras manufacturas ubicadas en esta zona de Suiza. Lo realmente significativo es el efecto visual que produce la primera visión de la Manufactura Cartier, tanto por su modernidad arquitectónica como por su extensión, probablemente una de las mayores de toda la industria relojera.
La Manufactura Cartier de La Chaux-de-Fonds – El edificio
Estamos ante un edificio con una superficie de 30.000 metros cuadrados donde predomina el cristal y donde, según los datos que nos proporciona Cartier, se integran nada menos que 175 oficios relacionados con la relojería. En esta enorme estructura se agrupan las tres áreas vitales de cualquier manufactura relojera; desarrollo, producción y atención al cliente.
Como se puede apreciar en la imagen superior de la Manufactura Cartier de La Chaux-de-Fonds, el impacto visual que produce el contraste de su estructura externa con el gigantesco y bucólico prado verde que la rodea es indiscutible. Es como si el arquitecto hubiera recibido la orden precisa de reflejar que modernidad y tradición no son conceptos antagónicos en el mundo de la relojería Cartier.
Que Cartier cuide al máximo la coherencia del diseño no debe sorprender a nadie y por ello el exterior de metal y cristal de la manufactura se ve perfectamente complementado por un interior donde predomina la estética moderna y funcional.
Los amantes del interiorismo apreciarán al instante el magnifico mobiliario de la firma USM que se extiende por todas las zonas de oficinas y despachos. Se trata de un fabricante Suizo que encargó en el año 1963 al arquitecto Fritz Haller el diseño de su nueva fábrica, que se realizó bajo un sistema de módulos con estructura de acero. Inspirándose en dicho principio, USM creó su sistema de mobiliario modular, que con el nombre de USM Haller se ha mantenido vigente hasta hoy en día y se ha convertido en un auténtico icono del mobiliario moderno.
El contraste se hace evidente cuando visitamos el interior de los talleres y de las zonas de producción, donde predomina la estética industrial, aunque siempre con una pulcritud excepcional y con la atención al detalle inherente al carácter de Cartier. Sin duda impresiona la enorme extensión de estas galerías por donde transcurrirá la mayor parte de nuestra visita.