«Pour le Mérite» es el término que A. Lange & Söhne reserva de una manera muy exclusiva a sus piezas más especiales, a aquellas que superan en maestría – lo que es mucho decir – al resto de los guardatiempos que podemos encontrar en su catálogo. Aprovechando la ocasión que nos brinda la manufactura con algunas imágenes dedicadas al «making of» del calibre que late en su interior, ha llegado el momento de analizar en detalle la última de las incorporaciones a esta serie de relojes – el Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite» – del que os hice un pequeño avance en este artículo dedicado a las novedades que Lange presentaba durante la última edición del SIHH ginebrino. Vamos a ello.
Este Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite» responde a la quinta de las piezas que incluye esta prestigiosa colección, iniciada en 1994 con el Tourbillon «Pour le Mérite» y al que seguirían el Tourbograph «Pour le Mérite» y Richard Lange «Pour le Mérite» en 2005 y 2009 respectivamente para finalizar, hasta este 2017, con el Richard Lange Tourbillon «Pour le Mérite» presentado en 2011.
La caja.
La caja del Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite» toma como material en su construcción el que probablemente sea el más apreciado por los coleccionistas, es decir, el platino. Tiene su lógica. No es de extrañar que Lange se haya decidido por esta opción para incrementar, si cabe, la exclusividad de este guardatiempos. Adicionalmente, el platino, a pesar de ser considerado como uno de los materiales nobles más apreciados, aporta una discreción excelente además de una longeva durabilidad cuando sobré él se aplica un acabado pulido.
Si bien es cierto que el platino es más resistente que el oro, no lo es menos que, por la misma razón resulta menos maleable y, por tanto, más difícil de trabajar por lo que son precisas máquinas dedicadas de manera exclusiva al mecanizado de este material. Respecto del peso, factor vinculado directamente a la comodidad de uso del reloj, es indiscutible que los 21,4 gr./cm3 de densidad del platino hacen que la caja de este Tourbograph Perpetual no sea tan liviana si la comparamos con otros materiales como el acero (8 gr./cm3) o el titanio (4,5 gr./cm3). Pero debemos tener en cuenta que A. Lange & Söhne no produce relojes en ninguno de estos materiales. Así que, si lo comparamos con el material que más abunda en las cajas de las piezas de la marca , el oro, con una densidad de 19,3 gr./cm3, resulta fácil deducir que la diferencia no es tanta.
El fondo de la caja monta un cristal de zafiro enmarcado por un anillo, también de platino, en el que se han grabado de manera magistral una serie de leyendas entre las que se cuenta con el número correspondiente de las 50 unidades que forman la Edición Limitada. En cuanto a las dimensiones, el diámetro alcanza un valor de 43 mm y la altura se fija en 16,6 mm. Aunque a priori pueda parecer que ambos registros tienden a elevados, no lo son en absoluto considerando las indicaciones que alberga la esfera y la complicación del calibre responsable del movimiento.
La esfera.
Fabricada en plata maciza y respetando el color natural de este material, la esfera del Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite» destila elegancia y legibilidad por los cuatro costados. Ambas características, razonablemente asumibles en guardatiempos que deban acoger un número reducido de indicaciones en la esfera, se convierten en un reto considerable cuando se debe dar cabida a las ofrecidas por este reloj.
Partiendo de la zona más cercana al bisel nos encontramos, en primer lugar, con el realce responsable de albergar una escala de tipo ferrocarril transferida en negro y sobre la que se apoyan las lecturas de los minutos de la información horaria así como los segundos del cronógrafo. Cada uno de los intervalos está dividido en tres segmentos, valor que se corresponde con la frecuencia de oscilación del volante (3 Hz) y, por tanto, con la mitad del número de saltos que la aguja efectúa por cada segundo transcurrido.
Continuamos hacia el centro de la esfera para situarnos en un anillo, homogéneo con el realce, sobre el que se transfieren, de nuevo en color negro, unos índices del tipo bastón en las posiciones múltiplos de cinco minutos acompañados por numerales arábigos en negro, excepto en las posiciones de los cuartos que toman el color rojo. A las doce corona el nombre de la manufactura.
Y llegamos a la esfera principal, un estrato por debajo del realce, y que en su diámetro exterior alberga los numerales arábigos ubicados en las posiciones horarias, parcialmente recortados por los diales subsidiarios de la esfera y la apertura practicada para el tourbillon. El centro de la esfera concentra los ejes de las agujas de horas y minutos, en acero pavonado, así como las correspondientes al contador de segundos del cronógrafo – también en acero pavonado – y, finalmente, la aguja de la rattrapante en acero dorado, estas dos últimas distinguidas por un contrapeso esqueletizado en forma de rombo asimétrico.
Describamos ahora las indicaciones albergadas en cada uno de los diales subsidiarios, todos ellos en bajo relieve, formando un tercer nivel, respecto de la esfera principal. Cada uno de estos subdiales acoge dos lecturas con escalas concéntricas, de manera que la interior está ligeramente por debajo de la exterior (cuarto nivel de estratificación). Todas las agujas de estos diales son de oro rodinizado, a excepción de la correspondiente al contador de 30 minutos del cronógrafo que, para mantener la homogeneidad y facilitar la lectura, repite el acero pavonado de la trotadora central de los segundos.
A las doce, las indicaciones implementadas responden a la fecha con las fases lunares en su área central con el disco que las sustenta en oro macizo y color azul oscuro. Siguiendo en el sentido de las agujas del reloj, a las tres, nos encontramos con otras dos indicaciones del calendario perpetuo como son el mes y la lectura del año bisiesto. Las leyendas de ambas escalas mantienen el negro para su representación, a excepción del 4 que identifica el final de ciclo de los años. Finalmente, a las nueve, se implementan las lecturas correspondientes al día de la semana en el disco interior y el contador de treinta minutos del crono en el exterior.
A las seis se abre paso de manera majestuosa el tourbillon de un minuto, accionado por un sistema de cadena y caracol y suspendido por un puente curvado de una complejidad extrema en su construcción y con uno de los acabados más apreciados en Alta Relojería, el pulido especular también conocido como pulido negro. Este tipo de pulido consigue que la luz que incide sobre la superficie se refleje en una sola dirección, de manera que únicamente brilla cuando se observa desde un ángulo determinado y ofrece un color absolutamente negro desde cualquier otro punto de vista posible.
El movimiento.
L133.1. Así de simple suena la complejidad más absoluta de A. Lange & Söhne. De remonte manual, como mandan los cánones, el movimiento mecánico responsable del funcionamiento del Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite» oscila a una frecuencia de 3 Hz (21.600 alternancias por hora) entregando una reserva de marcha de 36 horas. ¿Escasa? Ni de lejos si tenemos en cuenta la cantidad de energía que se precisa para alimentar todas las indicaciones-complicaciones de esta obra de arte. Nada más y nada menos que 684 son los componentes que integran este calibre. Pero ojo, que de estos uno es la cadena de transmisión de la energía que, a su vez, está formada por un total de 636 piezas. Por si a algún insensato esto le sonara a poco, el movimiento – que cuenta con un total de 52 rubíes, de los cuales dos son contrapivotes de diamante – se confina en un espacio delimitado por 32 mm de diámetro y 10,9 mm de altura.
El calibre L133.1 es un compendio de acabados de Alta Relojería: tornillos pavonados térmicamente (un exceso en la temperatura aplicada – unos 290ºC en el caso del acero, 700ºC si hablamos de titanio – o en el tiempo de exposición hacen empezar de nuevo con el proceso), engastes de oro atornillados, puentes y platinas de alpaca natural decorados con el motivo de bandas de Glashütte, perlado y puentes del cronógrafo grabados a mano.
El mecanismo de accionamiento por cadena y caracol, ya utilizado por Leonardo da Vinci en el siglo XV, es el común denominador de todos los guardatiempos de la Colección «Pour le Mérite» de A. Lange & Söhne y toma su nombre de la Orden del Mérito otorgada por primera vez en 1842 al descubridor Alexander von Humboldt y que hoy en día se sigue otorgando a los científicos y artistas más destacados. Sobre él escribió G.H. Baillie en su obra de referencia “Watchmakers and Clockmakers of the World” que, probablemente, “en la mecánica ningún problema había sido resuelto de una manera tan sencilla y, a la vez, tan perfecta”.
- En primer lugar se necesita un dispositivo que bloquee la cuerda del reloj justo antes de que toda la cuerda esté dada para evitar así que se rompa la cadena. Para ello se utiliza el movimiento vertical de la cadena que acciona un sistema de palanca que bloquea el rochete en el momento oportuno.
- Adicionalmente, se precisa de un dispositivo que detenga el mecanismo antes de que se haya acabado toda la cuerda. Una rueda de la reserva de marcha, que dirige una palanca de parada, se encarga de esta función. Transcurridas exactamente 36 horas, la palanca cae en una entalladura de la rueda y se desplaza debido a la fuerza del muelle hasta el radio de acción de un dedo especialmente fabricado que se coloca en el árbol de la rueda del segundero y la bloquea al encontrar la palanca. La aguja del segundero se queda en la posición cero.
- Por último se necesita una construcción capaz de garantizar que el accionamiento no será interrumpido ni siquiera cuando se le da cuerda al reloj. Un engranaje planetario colocado en el interior del caracol se ocupa de que se mantenga la transmisión de fuerza del caracol al mecanismo incluso cuando se le está dando cuerda al reloj.
Los cronógrafos dotados de la función rattrapante incorporan una rueda adicional superpuesta a la rueda central del cronógrafo. Esta rueda está unida a la aguja de la rattrapante ubicada en el dial y rodeada por un par de brazos que actúan como pinzas de freno. Estos brazos están gobernados por una segunda ruedas de pilares que se añade a la responsable de dirigir las funciones de arranque, parada y puesta a cero del cronógrafo.
La complicación de este mecanismo hace que el precio de un crono Split Seconds pueda llegar a doblar el importe de un cronógrafo convencional. Uno de los motivos que hacen que el crono rattrapante sea uno de los relojes más difíciles de fabricar se debe a la distancia que existe entre la rueda y la aguja de la rattrapante, ya que la unión entre ambas debe recorrer una gran distancia por el eje central – entre 11 y 12 mm – con el diámetro equivalente al grosor de un cabello. Cualquier imperfección a lo largo de este eje, como por ejemplo que no sea perfectamente cilíndrico, causará problemas.
Y podríamos seguir llenando páginas y más páginas con las bondades y excelencias de este Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite». Pero creo que es suficiente para que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo, las mías, las tengo meridianamente claras.