Iniciamos con este artículo la sección de Técnica de nuestro blog. La idea inicial consiste en ir publicando una serie de entradas que, de manera progresiva, ofrezcan un acercamiento a las entrañas de los relojes mecánicos. No se trata, ni de lejos, de una tarea fácil puesto que la información existente que permita documentarse sobre estos temas es muy escasa así que, todos los datos y exposiciones que iréis viendo son una recopilación de diferentes fuentes.
Un problema añadido a la confección de este apartado puede ser, y seguramente será, la enorme cantidad de conceptos nuevos que, además, en muchas ocasiones pueden resultar complicados en exceso y de difícil lectura. No obstante, intentaré publicar las distintas entradas de manera coherente y, en caso de que sea necesario, se intercalaría alguna entrada que ofreciera información adicional o arrojara explicaciones aclaratorias sobre temas ya tratados. Al respecto de este último comentario, quedamos abiertos a cuantas preguntas deseéis realizar sobre los artículos que se publiquen.
Adicionalmente, intentaré que los textos de cada una de las entradas que se publiquen sean relativamente cortos con el fin de que resulte más fácil el asimilar los conceptos. Aun así, habrá ciertas explicaciones que deberán ser quizás ligeramente más extensas simplemente por razones de no dejar razonamientos a medias que puedan dificultar el razonamiento de alguna de las partes.
Empezaremos hablando de lo básico, de las partes de las que está formada la maquinaria de un reloj mecánico y de sus funciones básicas, así como de la interacción entre ellas.
Cuando hablamos de un reloj mecánico nos referimos a aquel reloj cuyo calibre (o mecanismo) está constituido en su totalidad por componentes que interactúan entre ellos mecánicamente y sin la intervención de sistemas de cuarzo o electrónicos.
De los relojes mecánicos existentes, el más sencillo es el conocido como “sólo hora”. A través del término “sólo hora”, se define aquél reloj mecánico, ya sea de remonte manual o automático, cuyas indicaciones en su dial se limitan a proporcionarnos información sobre la hora. Para ello, la esfera va provista de una aguja para la indicación de las horas y otra para la correspondiente a los minutos. Cabe la posibilidad de incorporar una tercera aguja, la segundera, ubicada a las seis en punto en el dial.
Aunque pueda resultar sorprendente, puesto que es más que habitual localizar la aguja de los segundos en el centro de la esfera, esta configuración supone la primera de todas las complicaciones que se pueden encontrar en un reloj de movimiento mecánico: el segundero central.
Así pues, por tratarse de la más sencilla de las configuraciones, parece adecuado tomar el reloj mecánico sólo hora como base para exponer el funcionamiento de la maquinaria de un guardatiempos.
Las complicaciones que pueden integrarse a un movimiento de base son múltiples y variadas pudiendo de ir de las más sencillas como el segundero central o la fecha, hasta aquellas que implican un grado de complicación extremadamente alto como pueden ser el calendario perpetuo, el tourbillón o la sonería.
El movimiento de un reloj mecánico, también conocido como calibre, puede considerarse formado por cuatro bloques o módulos, cada uno de ellos definido por la función que realiza en el conjunto del mecanismo. Estos módulos son:
- Acumulación de energía.
- Transmisión de energía.
- División del tiempo.
- Regulación.
Pues bien, para ser consecuentes con lo que hemos dicho al principio, hasta aquí la primera entrada de esta sección. Obviamente sabrá a poco, muy poco, pero tranquilos ya que la información aumentará y aumentará.
En la próxima entrada hablaremos del primero de los módulos comentados y que es el encargado de acumular la energía necesaria para que el conjunto del reloj pueda funcionar correctamente.