Las reediciones de antiguos modelos están a la orden del día y Jaeger-LeCoultre, con casi 180 años de historia y más de 1.000 calibres manufactura a sus espaldas, tiene mucho que decir al respecto.
Como atractivo adicional este modelo se reedita en sus dos variantes originales, la destinada al mercado americano en edición limitada a 359 unidades e inspirada en el modelo “LeCoultre Spécial Amérique 1959” y la correspondiente al mercado europeo en edición limitada a 959 unidades rememorando el modelo “Jaeger-LeCoultre Classique 1959”. Quizás la diferencia más notable estéticamente hablando entre las nuevas ediciones y sus predecesoras correspondientes, es que la caja fabricada en acero y hermética hasta 100 metros de profundidad, es ligeramente más grande que la original puesto que su diámetro se ha incrementado de los 39,8 mm a los 40,5 mm.
Ambos modelos, al igual que el reeditado Polaris de 2008, laten a 28.800 A/H (4 Hz) gracias al calibre manufactura Memovox 956 de carga automática, descendiente del primer calibre Memovox 825, con reserva de marcha de 45 horas y funciones de horas, minutos, segundero central y alarma.
Las diferencias entre ambos modelos se localizan en el diseño del dial. La versión europea está dotada de una esfera negra mate e índices luminiscentes, mientras que la versión americana dispone de una esfera que combina negros y grises y está circundada por un aro externo que incorpora una escala graduada de cinco de minutos.
Estética y mecánicamente estamos ante un guardatiempos al que nada tenemos que reprochar y que incorpora además la complicación de la alarma mecánica. Quizás en el único punto en el que pueden existir ciertas discrepancias es en el cristal que montan ambos modelos. Al igual que sucedió con la reedición del Polaris, las dos nuevas versiones del Deep Sea y con la finalidad de ser absolutamente fieles a sus homólogos originales, incorporan un cristal de plexiglás curvado en lugar de los actuales cristales de zafiro antireflectantes de los relojes modernos. Obviamente este aspecto será de la total aprobación por parte de los puristas que son, inicialmente y debido a que se trata de ediciones limitadas, el objetivo de mercado de estas reediciones.
Adicionalmente, no se puede negar que la visión de la esfera bajo la peculiar curvatura que proporciona este material es incomparable. Por el contrario, el plexiglás no posee las características de dureza y resistencia a las rayaduras de un cristal de zafiro y, desde este punto de vista, es posible que los potenciales compradores no incluidos en el apartado de coleccionistas encuentren aquí un ligero inconveniente ante los cerca de 10.000 € que se deben invertir en la adquisición de una de estas piezas.