Rolex es un caso realmente único en la relojería. Su estrategia y su política de marketing son un caso digno de estudio y de admiración. En muchos aspectos actúa en contra de los cánones habituales del mercado de lujo, pero asombrosamente los resultados le dan la razón. Probablemente Rolex tiene la mayor producción entre las marcas de relojes de alta calidad, la cual no solo mantiene sino que suele incrementar cada año. A pesar de ello, su prestigio y sensación de exclusividad se mantiene invariablemente a lo largo de los años.
Otra característica única en este sector es su política de gama. Entre sus competidores directos, el que menos, cuenta con una variedad de como mínimo 6-7 distintas complicaciones en su colección. Rolex se ha mantenido durante décadas con únicamente tres complicaciones de perfil medio: la función GMT, el cronógrafo y solo muy recientemente ha añadido la función de cuenta atrás en el Yacht-Master . La teoría del prestigio que otorga manufacturar tourbillones, calendarios perpetuos, sonreías y otras complicaciones de gran calibre, no parece ir con Rolex.
Cada año, ya sea en Baselworld o en el SIHH de Ginebra, todas las marcas presentan numerosas novedades: una gama nueva o totalmente remodelada en su catálogo, calibres de nueva creación, además de ediciones especiales y limitadas. En este aspecto Rolex también funciona aparte ya que habitualmente sus novedades se limitan a cuestiones meramente estéticas.
Por todo lo dicho, el hecho de que Rolex modifique el tamaño de la caja de uno de sus relojes emblemáticos, representa todo un acontecimiento para los incondicionales de la marca Ginebrina. Este es precisamente el caso que nos ocupa, ya que en la feria de Baselworld 2011, Rolex ha incrementado el tamaño de su Explorer en 2 milímetros. Aparentemente , este cambio puede parecer mínimo, pero en mi opinión es de suma importancia.
El Explorer siempre se ha distinguido por ser un reloj de carácter deportivo y de absoluta polivalencia. Dicha polivalencia se la otorga su estética discreta y su grosor contenido. Es uno de los pocos relojes adecuados para actividades rudas, al tiempo que no desentona ni resulta incomodo cuando vestimos un traje. Muy inteligentemente, Rolex ha mantenido todas estas cualidades y se ha limitado a incrementar su diámetro en un par de milímetros. Este incremento, muy demandado por algunos seguidores de la marca, permite que se adecue al notable aumento de talla que se ha producido en las últimas generaciones de la población occidental. Los 42 milímetros del nuevo Rolex Explorer II son la medida perfecta para un reloj deportivo, que además pretenda ser un serio candidato como reloj único.
El diseño de la caja y la decoración de la esfera se mantienen prácticamente invariables. Lamentablemente, Rolex ha decidido seguir implementando el anillo interno con el término Rolex repetido hasta la saciedad que “adorna” otros de sus modelos, lo que me parece un detalle innecesario para una producto de verdadero prestigio. El poseedor de un Rolex ya sabe lo que se ciñe a su muñeca y no le hace falta ver 13 veces la marca cada vez que consulta la hora. La discreción debe ser una cualidad inherente a los productos de alta gama imperecederos.
En cuanto a la función GMT, es sencilla en su implementación y práctica. Una aguja horaria para la hora local y otra para el segundo huso horario. Un bisel externo no giratorio, indica mediante números gravados el periodo de 24 horas. Esta solución típica de Rolex ayuda notablemente a la legibilidad, ya que mantiene la esfera lo más diáfana y limpia posible.
El movimiento que equipa este Rolex Explorer II es el nuevo calibre Rolex 3187. De hecho, no se trata de un calibre totalmente nuevo sino de una evolución del anterior 3186. Rolex anuncia dos mejoras concretas en este calibre. La primera es la sustitución del anti-choque KIF por uno fabricado internamente que denominan PARAFLEX. La segunda consiste en la utilización la espiral PARACHROM.
En cuestiones de calibres, tenemos que fiarnos (no hay motivos para no hacerlo) de lo que nos transmite Rolex en sus comunicados, ya que el fondo macizo de su caja no nos permite observarlo.
En definitiva, este nuevo Explorer II encarna el reloj perfecto para quien busque polivalencia, conjuntando incluso el uso deportivo con la apariencia discreta y elegante. Su hermeticidad de 10 bar (100 metros) permite su uso fiable para el baño. Para actividades subacuáticas es más apropiado el Submariner. La comodidad está fuera de toda duda, ya que su grosor contenido se complementa con el reputado brazalete Oyster y con el práctico sistema de ajuste Easylink.
Puestos a buscarle algún pero, además del reseñado anillo que nos recuerda 12 veces la marca de nuestro reloj, solo mencionaría su relativa exclusividad debido al volumen de producción de Rolex.
Personalmente, si tuviera que elegir un único Rolex, sin duda me decantaría por este nuevo Explorer II.
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