5 de setiembre, un gran día para Bell & Ross. Hoy es la presentación oficial de su nueva colección BR05, la gran apuesta para los próximos años de la firma creada en 1992 por Carlos Rosillo y Bruno Belamich. ¿Porqué la definimos como «gran apuesta»?. Pues porque representa una revolución dentro de la marca al ceder parte su ADN aeronáutico y su característico look de reloj-instrumento para ganar un diseño mucho más urbano y polivalente, caracterizado por la integración entre la caja cuadrada y la pulsera. Salvando todas las distancias, esta idea de reloj deportivo en acero, polivalente y con armis integrado nos remite a dos monstruos de la alta relojeria como son el Audemars Piguet Royal Oak y el Patek Philippe Nautilus diseñados en los 70.
De hecho, al verlos, las dos primeras ideas que me vinieron a la cabeza fueron «no parece un Bell & Ross» y «¡vaya, cuánto metal!». Ciertamente, su novedosa imagen resulta a primera vista un poco chocante. La caja cuadrada muestra unos vértices tan redondeados que diluye la asociación mental con los BR01 o BR03. De hecho, su radio de curvatura es más del doble del que presenta, por ejemplo, el BR03. Pero es que además, esta «cuadratura» pierde todavía más su forma en la carrura debido a que integra el primer eslabón del brazalete, alejándose de la típica imagen de Bell & Ross.
También cabe decir que en muñeca resulta más grande de lo que nos imaginamos. No olvidemos que es un reloj de forma cuadrada, y en su diagonal alcanza casi los 47 mm. El grosor de su caja es de únicamente 10,33 mm, lo que le confiere una comodidad más que aceptable. Su hermeticidad de sitúa en 100 metros, suficientes para disfrutar sin sobresaltos de un día de playa sin pretensiones.
Esa buena ergonomía se refuerza con la flexibilidad del brazalete, que consigue que el conjunto se adapte perfectamente a la muñeca. Los cinco primeros eslabones presentan un tamaño decreciente para salvar la diferencia de anchura entre el eslabón integrado y el tramo final, compuesto por seis eslabones, hasta el cierre deployante. El trabajo realizado en el armis es encomiable, y únicamente cabe criticar que no disponga de algún sistema de micro-ajuste que nos permita acomodarlo al milímetro.
En cuanto a los acabados, las formas angulares biseladas y pulidas de los BR05 delimitan superficies satinadas perfectamente lisas. Este juego de contrastes enfatiza y refuerza su tridimensionalidad, un efecto que se repite en el brazalete.
Además de la ausencia de bisel, el espacio que hay entre la esfera y el borde externo de la caja es considerable, por lo que la superficie metálica gana mucho protagonismo visual, destacando en ella los cuatro tornillos que fijan las tres partes de la caja. En la carrura derecha, la corona está protegida por dos pequeños protectores atornillados cuya pretensión es pasar casi desapercibidos.
Por su parte, la trasera implementa en su centro un cristal de zafiro que nos permite observar su mecanismo, ya sea el BR-CAL.321 o el esqueletado BR-CAL.322. Como veis en la imagen, la masa oscilante esqueletada es de 360º. Sobre estos calibres automáticos, Bell & Ross no nos ha ofrecido información alguna, ni siquiera su reserva de marcha. Indagaremos sobre su origen y prestaciones.
Mantienen el minimalismo típico de Bell & Ross, con grandes numerales a las 6, 9 y 12 horas, índices horarios de tipo bastón y una sencilla escala minutera en la versión con esfera negra. A las 3 encontramos una ventana rectangular de fecha enmarcada en el mismo color que la caja. Es la primera vez que la marca adopta esta ubicación para la fecha, ya que en (casi) todos sus modelos opta por situarla entre las 4 y 5 horas, y con un tamaño mucho menos visible mediante una pequeña ventana circular.
Las redondeadas manecillas de horas y minutos tienen una forma de bastón que nos recuerda, de nuevo, a los anteriormente citados Nautilus y Royal Oak. Ambas están recubiertas de Super-LumiNova, la misma sustancia que colmata los numerales e índices aplicados.
Tres básicas en acero, una edición semi-esqueletada también en acero, limitada a 500 unidades, y una última fabricada enteramente en oro rosa para los más ostentosos.
Todas ellas están disponibles con brazalete metálico o con correa de caucho, lo que supone un incremento del 10% si optamos por el armis en los modelos de acero. De 3.990 € en caucho pasa a los 4.500 con brazalete, y de 5.400 € a 5.900 € en el BR05 Skeleton. Evidentemente, este porcentaje se incrementa en la caja de oro, en que su precio pasa de 19.900 € a 29.900 €, casi un 50% más. Sin duda, mi recomendación es optar por el brazalete sea cual sea la versión elegida. La diferencia de 500 € respecto al caucho hace que sea una cuestión que no hace falta ni discutir, ya que le aporta mayor calidad y polivalencia.
En definitiva, un importante salto gracias a su arquitectura integrada, una mayor polivalencia y un diseño que suaviza la fuerte imagen instrumental de Bell & Ross. Personalmente, las mejores versiones son las de acero con esfera negra o azul… y con brazalete metálico, por supuesto.