Moritz Grossmann forma parte de un pequeño círculo de firmas que domina todo el espectro del diseño y la fabricación de relojes de alta relojería. La tecnología punta y la artesanía los convierten en exponentes de la alta relojería tradicional sajona actual. Este arte floreció en la segunda mitad del siglo XIX y es lo que hizo famosos a los relojes de precisión de Glashütte en todo el mundo. Hoy en día, la fábrica de Moritz Grossmann encarna a la perfección «Schönstes Deutsches Handwerk». Las dos nuevas versiones del Hamatic Vintage dan fe de ello, uniendo una deliciosa esfera plateada por fricción al ya conocido pero inusual calibre 106.0 en péndulo.
Mortiz Grossmann, Glashütte
Como muchos otros relojeros de Glashütte, Moritz Grossmann es un nombre resucitado. Grossmann fue un relojero del siglo XIX que, junto con Ferdinand Adolph Lange, Johannes Dürrstein y Julius Assmann, fue una de las principales figuras de la relojería sajona. De hecho, el uso original del edificio del siglo XIX que hoy ocupa el Museo de Relojería Alemana de Glashütte fundado en 2006, fue el de albergar la primera escuela de relojeros de Glashütte fundada en 1878 por Moritz Grossmann.
La firma homónima de Grossmann no le sobrevivió, mientras que los otros grandes nombres fueron diezmados por las guerras del siglo XX. En 2008, Moritz Grossmann renació de sus cenizas gracias al esfuerzo de relojeros formados en A. Lange & Söhne. La directora ejecutiva Christine Hütter fue anteriormente relojera en Lange, mientras que su diseñador de movimientos, Jens Schneider, fue uno de los responsables del Datograph y Sax-O-Mat. Grossmann es una marca pequeña, pero no tan pequeña como parece.
Aunque sólo fabrica unos 200 relojes al año, Grossmann emplea a 45 personas, una plantilla sorprendentemente grande para esta producción. Sólo una cuarta parte de ellos se dedican a la administración, marketing y otras funciones no relacionadas con la producción. Eso deja treinta y tantos empleados dedicados a la fabricación del reloj, especialmente el movimiento y las manecillas (la caja y la esfera provienen de otros fabricantes).
Hamatic, la reinvención del péndulo
Su colección Hamatic representa su interpretación moderna de la precursora idea para impulsar un movimiento: el péndulo. La gran mayoría de los relojes mecánicos automáticos actuales se basan en una masa oscilante central cuyo movimiento proporciona la energía que se almacena en el muelle del barrilete. Por supuesto, vemos un montón de variaciones sobre este tema, pero sin embargo, el principio es el mismo y tiene su origen en los primeros relojes de péndulo. Presentado en 2018, hasta ese momento sólo había producido relojes de remonte manual inspirados en calibres de relojes de bolsillo, por lo que no es de extrañar que el primer movimiento de cuerda automática del relojero alemán, el calibre 106.0, fuera a la vez anacrónico y vanguardista.
A pesar de ser un tres agujas, el calibre 106.0 se compone de 324 partes, más que algunos movimientos de cronógrafo, un testimonio de lo complicado que es este mecanismo. Como un movimiento de reloj de bolsillo del siglo XIX, su arquitectura se asienta en unos pilares perimetrales que unen la placa base y los puentes, en cuyo espacio intermedio se aloja el tren de engranajes.
Una desventaja estética de la mayoría de los movimientos automáticos impulsados por rotor es que ocupan bastante espacio,suman grosor y bloquean la vista del movimiento de forma significativa. El mecanismo de martillo automático bidireccional de Moritz Grossmann, o Hamatic, está construido de tal manera que permite observar la mayoría del mecanismo.
Como hemos dicho, su carga automática no se realiza mediante un rotor tradicional, sino mediante un martillo ovoidal de estilo péndulo que se mueve hacia adelante y hacia atrás a través del movimiento del usuario. Cuenta con un mecanismo de cuerda sumamente eficiente a través de dos ruedas de clic. Como la cabeza de oro del martillo, su centro de masa, está muy alejado del eje de rotación, el par de fuerza resultante es más elevado que el obtenido mediante los sistemas tradicionales. El muelle se carga incluso si el martillo se mueve solo cinco grados, lo que corresponde a una oscilación de únicamente dos milímetros.
Los dos sinuosos resortes que podemos ver en el marco interior del martillo actúan como amortiguadores para detener el movimiento excesivo del martillo, actuando al «chocar» con la delgada y flexible tija o soporte central, que a su vez sirve para centrar el martillo en su posición neutra.
Cuando está completamente enrollado, el movimiento ofrece una reserva de marcha de 72 horas, lo que significa que el Hamatic continúa funcionando después de un fin de semana sin usarlo. Además, también podremos cargarlo manualmente gracias a un sistema adicional que únicamente se acopla al tirar de la corona. Además de las funciones de horas, minutos y segundos, dispone de la útil parada de segundos para permitir una mayor precisión de la sincronización.
La decoración es, por supuesto, impecable. El puente 2/3 presenta seis franjas de Côtes de Genève, mientras que el martillo está cepillado verticalmente con bordes biselados. Las ruedas tienen un graneado circular, mientras que los pequeños puentes están pulidos con chorro de arena para darles contraste. El volante y el puente están pulidos, y los tornillos presentan el mismo color marón violáceo que las manecillas.
Caja y esfera de diseño tradicional
Con 41 mm de diámetro y 11,50 mm de grosor, la caja del Moritz Grossmann Hamatic Vintage se ofrece en dos versiones de oro rosa u oro blanco, ambas ediciones limitadas a 8 unidades. Esos 41 mm se alejan uno dos mm del estándar de los relojes clásicos de vestir, sin duda la categoría en que debemos situar el Hamatic.
Es precisamente la esfera la que permite bautizar a este Hamatic como vintage y diferenciarlo del resto de referencias de la colección: el dial plateado por fricción, lo que le da un acabado suave y texturizado realmente agradable. Esta es una técnica muy tradicional utilizada en el siglo XIX, pero que rara vez se ve en la actualidad. Requiere frotar una mezcla especial de polvo de plata, sal y crémor tártaro con un poco de agua en una esfera en blanco, usando un pequeño cepillo para crear una sutil textura de grano fino y unir el polvo de plata a la placa de latón. A continuación, se le aplica un recubrimiento para evitar cualquier forma de oxidación. En vez del logotipo actual que implementan la mayoría de sus creaciones, el Hamatic Vintage cuenta con el escrito “M. Grossmann ” originario de 1875 que enfatiza su carácter histórico.
El diseño de la esfera retoma las líneas tradicionales de los relojes de bolsillo, con grandes y estilizados numerales romanos (grabados y lacados en negro previamente al tratamiento de fricción), y un pequeño segundero sobre las seis horas dispuesto en un plano ligeramente inferior. Ambas indicaciones disponen de una simple escala perimetral chemin de fer.
Las manecillas poiré me parecen una exquisitez, tanto por su forma como por el color. Cada aguja se termina a mano, se pule y se redondea, lo que les da elegancia y cuerpo. No es solo la forma lo que me impresiona, sino también el color. El acero cambia de color a medida que se calienta debido a la oxidación de su superficie. El azul es el color más común empleado en relojería, pero sin embargo, Moritz Grossmann ha optado por conferir a manecillas y tornillos un bello tono marrón violáceo muy poco común. Este color requiere calentar la pieza más allá de la temperatura normalmente utilizada para lograr el azulado. Y debido a que cada manecilla se calienta individualmente sobre una llama, los colores resultantes son variables, por lo que cada reloj requiere un trío de manecillas que se combinan cuidadosamente por color.
Otro detalle llamativo es el tapón en el orificio central de las manecillas donde van montadas en el piñón. Fabricado en acero, está pulido a espejo y biselada en sus bordes, lo que le da un brillo que acentúa el color oscuro de las agujas.
Ambas ediciones limitadas se ofrecen bajo un mismo precio: 39.900 € (sin impuestos).