Esta es una de aquellas ocasiones en las que la preparación de un artículo se hace especialmente complicada dada la complejidad de la pieza. Resumir en exceso puede conducir a no atribuirle al guardatiempos la importancia que merece, en tanto que el caso contrario, el correspondiente a redactar un artículo demasiado extenso y técnico puede desembocar en una lectura tediosa y aburrida. Puesto que la solución de compromiso es siempre difícil de encontrar en estos casos, me dejaré llevar por un guión con una elevada dosis de improvisación en cuanto a la estructura del artículo, una vez consultada con detalle toda la documentación de la que disponemos al respecto de la nueva obra maestra de Lange: el Richard Lange Perpetual Calendar «Terraluna».
Dos son las conclusiones a las que conduce el nombre, ciertamente largo, con el que la manufactura sajona de Glashütte ha bautizado a su nueva creación: que se aloja en el interior de una caja de la prestigiosa Colección Richard Lange, símbolo por excelencia en el que se identifica el savoir faire de A. Lange & Söhne, y que implementa la preciada complicación de calendario perpetuo en su dial … aunque en esta ocasión no sea, probablemente y por sí sola, la mayor de las complicaciones albergadas por este guardatiempos.
Tres son los principales rivales que roban parte del protagonismo a la complicación de calendario perpetuo: en primer lugar el salto instantáneo con el que se desplazan todas y cada una de sus indicaciones digitales, en segundo, el dispositivo de escape de fuerza constante que maximiza la precisión de marcha del reloj y, por último, el plato fuerte de esta nueva pieza de Lange, la indicación orbital de las fases de la luna con indicación día/noche … en la trasera de la caja. Al respecto de esta caja, ostenta unas dimensiones de 45,5 mm de diámetro por 16,5 mm de altura y se manufacturará en versiones de oro blanco (Ref. 180.026, a la izquierda en la imagen superior) y oro rojo (Ref. 180.032, a la derecha).
Empezaremos por el dial, manufacturado en plata maciza, que presenta – en la disposición de horas, minutos y segundos – una configuración del tipo regulador de diseño análogo al que se implementó en el Richard Lange Tourbillon «Pour le Mérite» de 2011, basado en un modelo histórico de este tipo de guardatiempos, el creado por Johann Heinrich Seyffert en 1807, procedente de la colección de relojes del Salon de las Ciencias Matemáticas y Físicas de Dresde. Así pues, dominando gran parte de la esfera de este Terraluna y descentrado hacia su hemisferio superior, encontramos un dial subsidiario encargado de recibir la indicación de los minutos. Interseccionando con el anterior, a ambos lados y por su zona inferior, dos subdiales de iguales dimensiones albergan las indicaciones correspondientes a los segundos a la izquierda y a las horas a la derecha. Máxima proporcionalidad del conjunto la alcanzada por Lange en esta atractiva configuración que, a su vez y como característica principal de los relojes reguladores, le otorga una legibilidad impecable.
Los tres diales subsidiarios están impresos en color negro directamente sobre la esfera. Minutos y segundos apoyados sobre una discreta escala del tipo ferrocarril con pequeños números arábigos en rojo y en las posiciones correspondientes a los cuartos en el primer caso, y con numerales de igual tipología, esta vez en negro y en las posiciones múltiples de diez para el segundo. El dial horario, a la derecha, presenta una escala limitada a unos cortos índices de tipo bastón en las posiciones horarias, complementadas en la cuerda interior por números romanos. En los tres casos, las agujas están manufacturadas en acero pavonado, con el característico y atractivo color azulado que este tratamiento les confiere, para la versión en caja de oro blanco, en tanto que la referencia en caja de oro rojo presenta las agujas en este mismo material.
Las indicaciones restantes que encontramos en el dial de esta pieza son las correspondientes al calendario perpetuo y a la indicación de reserva de marcha que alcanza el extraordinario valor de 14 días. Al respecto de este último indicador, en mi opinión personal es excelente la solución aportada por Lange en su implementación puesto que consigue no colapsar un dial con un número considerable de indicaciones.
Dispuestas en los vértices de un triángulo imaginario y en el sentido lógico de la información que proporcionan, las tres ventanillas a las 12 , a las 8 y a las 4 informan de la fecha, del día de la semana y del mes respectivamente. Respecto a la primera de estas indicaciones, comentar que el formato elegido para su implementación es el de la característica gran fecha de la manufactura, siendo la primera vez que se incluye en un reloj de la Colección Richard Lange. Las indicaciones del calendario perpetuo, en lo que al dial se refiere, se completan con la correspondiente al año bisiesto, alojada en una diminuta ventana de forma circular junto a la posición de las 3 del dial subsidiario de los minutos.
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El pulsador ubicado a las 2, en la carrura de la caja, sirve para sincronizar el disco de la Tierra. La corona tiene las habituales funciones de remontaje y puesta en hora, mientras que cuatro pulsadores encastrados en la carrura – a las 10, a las 9, a las 8 y a las 4 – son los responsables de la correcciones de la fase lunar, calendario perpetuo, día de la semana y mes respectivamente.
Como os comentaba al iniciar el artículo, la complejidad implícita a todo calibre de calendario perpetuo se maximiza en este caso debido a los dispositivos de salto instantáneo de cada una de sus indicaciones. Complejo en su ejecución y de gran practicidad en el momento de consultar la información ofrecida, el salto instantáneo elimina la incertidumbre habitual en la lectura entregada por los guardatiempos equipados con cambios progresivos en las horas de transición de cada una de las indicaciones. La fuerza necesaria para permitir este salto instantáneo de acumula progresivamente y de manera que el proceso necesario no afecte a la precisión en la marcha del guardatiempos. Para conseguir este objetivo se han diseñado dos dispositivos de almacenamiento de energía mecánica que funcionan con un mismo principio y que se diferencian el uno del otro en el período de tiempo que emplean para la acumulación de energía. El primero está dedicado al salto de las indicaciones de la fecha y el día de la semana y almacena la energía necesaria durante los intervalos de 24 horas existentes entre cada cambio de ambas. El segundo, destinado a las indicaciones de mes y año bisiesto, dispone de un mes completo para almacenar la energía necesaria que solicitarán ambos discos en el momento del cambio.
Ha llegado el momento de darle la vuelta al reloj y, lo que habitualmente supone la excusa para dedicarle el correspondiente apartado al movimiento mecánico del guardatiempos, se convierte en esta ocasión en una parte posiblemente tan extensa como la dedicada al anverso, a su dial. El responsable del funcionamiento de este reloj es el calibre de remonte manual L096.1 con unas dimensiones de 37,3 mm de diámetro por 11,1 de espesor y una frecuencia de oscilación del volante de 21.600 alternancias por hora que, a pesar de las complicaciones implementadas, presenta una reserva de marcha de 336 horas, es decir, 14 días completos gracias a la existencia de dos barriletes dispuestos en serie. Antes de iniciar la exposición de la que supone la verdadera novedad albergada por esta pieza, comentaremos otra de las complicaciones implementadas que, a pesar de no convertirse en indicación alguna, es de suma importancia para la precisión cronométrica del Terraluna: el escape de fuerza constante.
Como probablemente muchos de vosotros ya sabréis, el par de fuerza que entrega el barrilete a plena carga comparado con el entregado a baja carga, puede diferir en su valor ocasionando que no sea constante durante la reserva de marcha del guardatiempos. Este valor es superior al principio para ir disminuyendo hacia el final, provocando una disminución en la amplitud de la oscilación del volante que deriva en un error en avance del mecanismo. Generalmente, esta diferencia de par no es considerable en relojes que posean una reserva de marcha de hasta dos, e incluso tres días. No obstante, y como es fácil deducir, esta desviación adquiere protagonismo en casos como el que nos ocupa, donde la reserva de marcha es de 14 días. Como norma habitual, el par de fuerzas generado por el barrilete se entrega directamente al escape a través del tren de engranajes. En el caso del Terraluna y con el fin de asegurar una entrega uniforme de energía, entre la cuarta rueda y el escape se ha introducido el dispositivo conocido como escape de fuerza constante.
Este mecanismo incluye un muelle montado de manera que su extremo interno está unido al eje de la cuarta rueda y pretensado de manera que la energía almacenada en él es de un cierto valor «x». Cada 10 segundos y de manera prácticamente instantánea, este muelle se retensiona con un valor «y» de energía que proviene de los barriletes , de manera que la energía total acumulada en el resorte es la suma de ambas «x+y». Durante los 10 segundos siguientes a este pico de carga, el muelle se descarga de manera lineal entregando la energía «y» como par al escape. Así, cuando recibe el nuevo pico de energía desde el barrilete, el muelle está cargado con la energía inicial «x» y dispuesto a iniciar de nuevo el ciclo anterior. El resultado de este proceso es una curva de descarga en forma de diente e intervalos de 10 segundos que, en su valor medio, permanece constante.
Finalmente, no queda más que pasar a exponer el funcionamiento de lo que en realidad supone, sin menospreciar nada de lo comentado hasta el momento, el verdadero atractivo tanto mecánico como estético de esta pieza increíble: la indicación orbital de las fases de la Luna. Para iniciar este apartado del artículo y ponernos en situación, nos apoyaremos sobre el esquema que aparece bajo estas líneas y que responde a la trasera del reloj. La complicación desarrollada por Lange no representa únicamente las distintas fases de la luna sino que, además, lo hace con la posición de esta respecto de la Tierra y del Sol. A la izquierda del esquema se puede observar la representación de la Tierra y de la Luna. Esta representación se construye con un total de 3 discos superpuestos: el superior es el correspondiente a la Tierra tal y como sería vista desde el Polo Norte, es decir, representa al hemisferio norte del globo terráqueo. A continuación, el segundo disco, es el responsable de representar la bóveda celeste y, a la vez, y gracias a una abertura circular cercana a su zona más exterior permitir la observación del tercer y último disco encargado de conducir a la Luna y la representación de sus fases. Finalmente, la configuración se completa con el volante del movimiento que hace las veces de Sol en este sistema particular.
A la vista del esquema y apoyándonos además en la escala de 24 horas perimetral al disco del cielo, es fácil deducir que el sistema reproduce además un indicador día/noche en el que el semicírculo más cercano al volante representa la zona de día (con el 12 como mediodía de la escala de 24 horas entre el Sol y la Tierra) y el más alejado representando la zona nocturna del globo.
Mientras que el disco que representa a la Tierra realiza, lógicamente, una rotación completa en sentido antihorario cada 24 horas, es decir, cada día, el responsable de representar al cielo lo hace, también lógicamente y de manera antihoraria, cada 29,531 días. Para ser más exactos con el período anterior, podríamos decir que el giro de 360º del disco que representa al cielo se realiza en 29 días, 12 horas, 44 minutos y 9,6 segundos, es decir, lo que se conoce como el valor medio del mes sinódico en el que se completan las cuatro fases lunares.
El tercer y último disco, el que realiza su giro por debajo de todos los anteriores, lo hace con una velocidad que equivale a la mitad de la correspondiente al disco del cielo. Así pues y siguiendo el ciclo de imágenes representadas en la imagen superior:
La primera imagen responde a la situación en la que la Luna se encuentra situada entre la Tierra y el Sol, es decir, los rayos de este último inciden sobre la superficie de la cara oculta de la Luna y, por tanto, esta no es visible desde la Tierra. Estamos en la fase de Luna Nueva. Adicionalmente, la información que se desprende de la imagen es que Europa está en la franja diaria con el mediodía a la altura del centro del continente, en tanto que la medianoche correspondería a la zona de Canadá.
Si nos movemos hacia la derecha, es decir, en el sentido antihorario natural del movimiento de la Luna alrededor de la Tierra y de esta última en su movimiento de rotación, después de un cuarto de vuelta del disco del cielo, 90º, el disco portador de la fase lunar que gira a la mitad de velocidad habrá realizado un giro de 45º. En esta posición, la Luna se encuentra ubicada sobre el eje perpendicular a la línea que une la Tierra y el Sol, lo que equivale a un desplazamiento de aproximadamente 7,4 días desde la fase de Luna Nueva o, lo que es lo mismo, a la cuarta parte del mes sinódico. Estamos justo a la mitad de la fase de Cuarto Creciente.
7,4 días más tarde de la posición anterior, 14,8 desde que iniciamos nuestra representación, el disco del cielo ha realizado un giro de 180º en tanto que el de la Luna lo ha hecho en un valor igual a la mitad, es decir, 90º. En esta posición es fácil observar como la Tierra se encuentra ahora justo entre la Luna y el Sol. De este modo, la cara de la Luna sobre la que inciden los rayos del Sol es visible en su totalidad desde la Tierra, es decir, estamos en fase de Luna Llena. Adicionalmente y al respecto de la indicación día/noche de este sistema, si observamos la imagen junto a estas líneas con detenimiento podemos concluir que, en este caso, estamos consultando la fase lunar en una hora distinta a la de los dos casos anteriores. Sencillamente basta con observar la posición del disco que representa a la Tierra y veremos como se ha desplazado hacia el Este, es decir, está atardeciendo.
A los 22,1 días del inicio de nuestro viaje en sentido antihorario, el disco del cielo habrá realizado tres cuartos de su giro completo – 270º – en tanto que el disco lunar lo habrá hecho en un valor de 135º. De nuevo la Luna se encuentra sobre el eje perpendicular de la línea que une la Tierra con el Sol, aunque en esta ocasión sobre el lado opuesto. Estamos en la mitad de la fase de Cuarto Menguante. Finalmente y tras 29,5 días y 360º de giro del disco del cielo (180º del disco lunar) el sistema regresa a su posición original y la Luna recupera la fase de Luna Nueva dispuesta a iniciar un nuevo ciclo. ¿Sabríais interpretar la hora del día en la que estamos consultando la fase lunar considerando el hecho de que estuviéramos en España?
Poco nos queda ya por comentar de este nuevo Richard Lange Calendario Perpetuo Terraluna, a excepción del hecho de que la correa montada es de piel de aligátor cosida a mano para las dos versiones disponibles, en color rojizo para la referencia en caja de oro rojo con cierre desplegable en el mismo material y con un precio de venta recomendado de 185.000 €, y en color negro para la versión en oro blanco, cuyo precio de venta recomendado será de 186.000 €.