Con seguridad, ninguno de los que leéis este artículo tenéis y ni siquiera habéis nunca visto un reloj con la firma Renaud & Papi. Pero es posible, incluso probable si se trata de relojes de muy alta gama, que sí conozcáis algún reloj en cuya desarrollo ha intervenido esta sociedad suiza.
De la manufactura Renaud & Papi han salido piezas tan excepcionales y dispares como el calibre AP2910 (repetición de minutos), AP2912 (cronógrafo tourbillon), AP2895 (cronógrafo tourbillon) , AP2908 (cronómetro con escape AP), AP2907 (repetición de minutos, esqueleto y horas saltantes) AP2899 (segundos muertos) AP2884 (cronógrafo tourbillon), todos ellos realizados para Audemars Piguet y que equipan piezas tan excepcionales como el Millenary MC12 o el Tradition d’Excellence Cabinet nº 5, por solo citar algunos. Pero no todo termina en AP. De Renaud & Papi también han salido los movimientos más complejos de Richard Mille o algunos OPUS de Harry Winston.
Pero para comprender el contexto hay que realizar una breve introducción del cuando, como y porqué de Renaud & Papi. Como bien indica su nombre, esta manufactura fue fundada en 1986 por Dominique Renaud y Giulio Papi. El objetivo era ofrecer a terceras marcas el diseño, desarrollo y producción de movimientos de relojes de muy alta gama. Siempre han existido en Suiza proveedores de movimientos, generalmente en forma de ebauche (sin montar), de los cuales se han nutrido a lo largo de la historia la mayoría de marcas. También han existido y existen marcas relojeras que suministran alguno de sus movimientos a terceros. Lo que nunca había existido es una empresa que proveyera a terceros, e incluso diseñase a medida, calibres con grandes complicaciones. Renaud y Papi detectaron este vacío de mercado y decidieron emprender la aventura.
El éxito y lo ambicioso del proyecto sorprendió a la propia empresa, por lo que en 1990 se trasladó a Le Locle en unas nuevas instalaciones que triplicaban la superficie de trabajo. La inversión en la nueva manufactura requirió una importante ampliación de capital, lo que propició la entrada de Audemars Piguet, que a partir de 1992 se convirtió en el accionista mayoritario de la sociedad, que desde 1998 pasa a denominarse Audemars Piguet (Renaud & Papi) SA. Lo atípico es el elevado grado de independencia que sigue conservando ya que, por lo menos en apariencia, no parece tener limitaciones en cuanto a la aceptación de clientes.
Las instalaciones, tanto en su exterior como en su interior, destilan la esperada modernidad propia de su reciente creación. Lo que no esperaba es que el guía de la visita fuera nada menos que el propio Giulio Papi, co-Fundador y actual Director Técnico de la manufactura. Giulio sorprende a quienes lo conocen por primera vez por su trato alegre y cercano, bastante alejado del estereotipo, por otra parte cierto, de seriedad que domina el sector de la Alta Relojería. Más sorprende si cabe la tremenda claridad y sinceridad con la que responde a absolutamente cualquier cuestión que se le plantee. Nada que ver con las esperadas, y por otra parte lógicas, respuestas políticas que suelen darse cuando se plantean ciertas cuestiones incómodas a los actores importantes de este sector.
La primera muestra de ello es que por primera vez en mi vida me invitan a visitar el área de diseño de futuros proyectos de una manufactura. Pero es que además, se inicia en el propio despacho de Papi, de donde nacen los movimientos que años más tarde veremos montados en los relojes más complejos. Giulio explica todo el proceso de diseño desde cero, lo cual resulta fascinante porque dudo mucho que tenga oportunidad de repetirlo en ninguna otra manufactura. Para ello dispone de unas maquetas a gran escala de los distintos componentes de los movimientos que está diseñando. Así, nos demuestra como se detectan posibles problemas o fallos de funcionamiento antes de que dichas piezas pasen a la producción definitiva.
Con toda lógica, se nos pide que no realicemos fotografías en este departamento, algo que por supuesto respetamos a rajatabla. Pero además de la maqueta que domina su mesa de reuniones, queda a la vista su ordenador personal, en el cual puedo ver el diseño de un calibre. Por lo que veo, sospecho lo que puede ser y al preguntarle, Giulio confirma mis sospechas con todo tipo de detalles. Se trata de un diseño ya terminado que si finalmente se aprueba será una de las bombas del sector, especialmente para los fans del Royal Oak… y hasta ahí puedo leer, porque ante tal transparencia y sinceridad lo mínimo que debo mantener es la confidencialidad lógica de un proyecto de este calado.
Renaud & Papi, además del diseño abarca todas las fases productivas de un movimiento, desde la fabricación de las distintas piezas que lo componen hasta el montaje final y tuve el privilegio de visitar cada una de ellas. En la fase de decoraciones y acabados sorprende especialmente la juventud de los especialistas, en su mayoría mujeres, que las realizan. Giulio explicó que cuentan con su propio departamento de formación y que a pesar de la complejidad de los movimientos que en ella se desarrollan, la media de edad de los especialistas de su manufactura es de las más bajas de Suiza. Una prueba de ello son las dos imágenes siguientes, donde vemos a una chica a la que parece faltarle mucho para llegar a los 30, montando nada menos que un tourbillon.
El trabajo realizado en estos departamentos es el que realmente distingue un reloj con acabados industriales de uno realizado a mano, una característica que es (o debería ser) obligada e indisociable de cualquier guardatiempo que cataloguemos como de Alta Relojería. A los achaflanados y pulidos que se realizan manualmente a puentes, ruedas, piñones y otras piezas, se les exige una minuciosidad que incluso hoy en día es imposible de obtener mediante maquinaria automática.
Lo mismo podemos decir de las decoraciones que luego se aplican a estos elementos. Los cerclados, soleados, côtes de Genève, perlados, grabados y demás, casi innumerables, tipos de decoraciones existentes, no solo se realizan también a mano, sino que conllevan la «firma» del especialista que los realiza. Este factor diferencial es el que otorga un carácter único a cada reloj. No encontraremos dos platinas cuyo perlado sea idéntico, pero los más expertos serán capaces de distinguir quien ha realizado cada una de ellas.
Antes de este proceso de acabados, decoraciones, montaje y regulación, las piezas deben fabricarse partiendo de un bloque o placa del metal correspondiente a cada una de ellas. Como la visita se realizó sin seguir un orden concreto, esta primera fase de producción fue la última del recorrido. Al igual que en las salas anteriores, la nave donde se realizan los mecanizados, como el fresado, el desbarbado o la electroerosión, esta presidida por la más moderna maquinaria, en este caso una imponente batería de maquinas CAM.
Aquí es donde se introducen digitalmente los diseños aprobados en la primera fase para que estos aparatos de control numérico, máquinas de cinco ejes de última generación, reproduzcan con nanoprecisión cada una de las piezas. A pesar de esta precisión extrema, no faltan los controles humanos, mediante microscopio, de la calidad de las piezas que se mecanizan.
De aquí saldrán los puentes, ruedas, piñones, tornillos, pivotes, clavijas y demás piezas que componen el mecanismo de un reloj y que acto seguido pasarán al departamento de acabados y decoración que antes hemos descrito.
Durante el recorrido por las instalaciones de Renaud & Papi, también tuve la ocasión de contemplar el resultado final de todo este proceso productivo, es decir los movimientos ya ensamblados e incluso montados en sus correspondientes cajas. Como ocurre en tantas ocasiones, una imagen de estas maravillas de la micro-mecánica vale más que mil palabras.
La visita a Renaud & Papi estaba encuadrada dentro de un viaje que también incluía visitar la manufactura de Audemars Piguet y su museo, algo que trataremos en un próximo artículo. Creo que un poco condicionados por las circunstancias, donde invertimos más tiempo fue precisamente en Renaud & Papi, de lo cual me alegro. No porque no sea interesante la visita a la manufactura Audemars Piguet, que evidentemente lo es, sino porque Renaud & Papi es un caso realmente único en la industria de la Alta Relojería. Si a ello le sumamos que el cicerone es el propio Giulio Papi, que no tiene problema alguno en responder a cualquier duda y que además, una vez terminada la visita, nos invita a una espléndida comida donde seguimos charlando de esta afición común que compartimos, ¿Que más se puede pedir?
Para finalizar, os adelanto que, aprovechando la inminente celebración del SIHH en Ginebra, hemos concertado una entrevista personal y exclusiva para los lectores de Watch-test con Giulio Papi. No me cabe duda de que sus explicaciones serán del máximo interés para todos y evidentemente las publicaremos en un artículo dedicado.
