Baselworld, históricamente, ha sido la principal fuente de ingresos para su empresa matriz, el Grupo MCH, que tiene bajo su mando 40 ferias. Los honorarios de los expositores siguen siendo la principal fuente de ingresos de Baselworld. Por ello, la brutal caída en su número de los últimos años han provocado que entrara en número rojos con unas pérdidas de 300 millones de francos suizos. Si su situación económica no fuera esta, seguramente hubiera aceptado las demandas de las firmas de recuperar la inversión en Baselworld 2020, evitando la precipitación de los hechos con la salida de prácticamente todas las grandes firmas de la alta relojería.
El primer gran batacazo fue la inesperada salida del Grupo Swatch a finales de julio del 2018, alegando que Baselworld no se adaptaba al nuevo y dinámico contexto al que debía enfrentarse la relojería, al tiempo que acusaba a los organizadores de «estar más preocupados en optimizar y amortizar su nuevo edificio que en lograr un progreso y realizar cambios profundos». Para presentar las novedades de sus marcas de alta gama, nació el Time to Move, cuya primera edición se celebró en 2019. En ella, conocimos de primera mano los lanzamientos de Breguet, Harry Winston, Blancpain, Jaquet Droz, Glashütte Original y Omega. Veremos si mantiene su apuesta, si la mejora y/o amplia con otras marcas del grupo, o por el contrario también opta por unirse al resto de la alta relojería en Ginebra.
Son, precisamente, Ginebra, la FHH y el Watches & Wonders los grandes beneficiados. El ex-SIHH ya contaba en su espacio principal con varias de las grandes firmas que ya habían abandonado Basilea (Ulysse Nardin, Girard-Perregaux, Hermès, por ejemplo), así como relojeros independientes en el Carré des Horlogers. Pero ahora se convertirá en la única gran cita mundial de la alta relojería después de que hace unos días se supo que Rolex, Patek Philippe, Chanel, Chopard y Tudor dejaran Baselworld para crear un nuevo salón relojero en Ginebra junto con la Fondation de la Haute Horlogerie, organizador del Watches & Wonders, en las mismas fechas (principios de abril) y ubicación. Los motivos ya os los hemos explicado antes: su descontento con la organización, las propuestas de devoluciones de los importes entregados a cuenta y la decisión unilateral de trasladar la feria cancelada a enero de 2021, unas fechas que no coinciden con sus políticas comerciales y calendario de presentaciones.
Al cabo de tres días se les unió el Grupo LVMH, con Bulgari, Hublot, TAG Heuer y Zenith., aunque Bulgari ya había anunciado a mediados de febrero que no expondría este año. Veremos que hace con su LVMH Watch Week, la cita donde, por primera vez, a principios de año presentó en Dubai la mayoría de sus novedades.
Una de las principales preguntas en la mente de todos es qué sucederá con las docenas de marcas de relojes, tanto las que no pertenecen a ningún grupo como los pequeños independientes que también confiaron en Baselworld. Lo más lógico para firmas como Bell & Ross, Oris o Breitling sería unirse al nuevo salón, aunque también podrían optar por montar sus propias reuniones tal como ha hecho este año Breitling con su evento, el Summit. El que será el más grande evento mundial de la industria relojera es un reclamo tremendamente apetecible.
Algunos de los independientes intentarán también mudarse a Ginebra, siguiendo el camino de las marcas que ya exponen en el Carré des Horlogers dentro del SIHH. Dependerá de la capacidad del evento, de cómo se coordinarán ambos salones, del espacio, condiciones, etc.
En cambio, otros pueden optar por unir fuerzas y crear un formato parecido al Geneva Watch Days, el evento promovido por LMVH junto a Kering y varios independientes (Urwerk, MB&F, De Bethune, H. Moser) como respuesta a la cancelación de esta edición de Baselworld. A finales de abril iban a presentar sus novedades en un formato autogestionado basado de una serie de eventos organizados por las marcas en distintos espacios, como pueden ser boutiques u hoteles. Con todas estas marcas exponiendo en el nuevo salón o en el Watches & Wonders, este evento no tiene demasiado recorrido, pero la idea puede ser aprovechada por otras firmas. Evidentemente, los gastos serían mucho más reducidos respecto a los que deben afrontar en una feria o salón.
Respecto a la continuidad de Baselworld: si ha perdido (casi) todas sus firmas de alta relojería, es muy probable que se cancele, ya que no será económicamente viable. Además, no tengo claro si Baselworld aceptaría programar un show mucho más pequeño, centrado en marcas de gama baja, industria china y joyería. Pero incluso sólo con ellos, Baselworld podría ser una feria de tamaño considerable, aunque para ello debería reinventarse y, evidentemente, cambiar de nombre. Lo que sería seguro es que, si continúa, nunca podrá recuperar ni el prestigio ni las ganancias históricas que obtuvo a través de los expositores.
A pesar de todo, echaremos de menos Baselworld, su caos, las carreras para llegar a las presentaciones, el trenecito de Swatch, la complicada búsqueda de alojamiento en Alemania o Francia, el look extravagante de algunos visitantes, los espectaculares edificios de Patek Philippe, Rolex, Breitling, Hermès o Bulgari, e incluso comer el soso y carísimo bratwurst en la Messeplatz. Se acaba una época, se acaba parte de la historia de la relojería. Esperemos que la industria relojera evolucione, se adapte de una vez por todas a un entorno digital (márqueting online, comercio electrónico, relación con el cliente final, etc.) y sea capaz de aunar esfuerzos para responder y superar las devastadoras consecuencias de la pandemia.