La presentación del Clifton 1892 Tourbillon Volant nos remite a la época dorada de Baume et Mercier. A finales del siglo XIX, la compañía nacida en 1830 ya había adquirido un gran prestigio internacional y se estaba convirtiendo en un actor de peso en la escena relojera fuera de Suiza. Por aquel entonces, la marca tenía fama por sus cronógrafos y por sus modelos con grandes complicaciones, como la repetición de minutos, el calendario o los tourbillones, habiendo recibido diez grandes premios y siete medallas de oro en ferias internacionales celebradas en París, Melbourne, Zúrich, Ámsterdam, Londres y Chicago. Además, llegaron a ganar varías competiciones de cronometría, entre las que destacan las pruebas organizadas por el Observatorio de Kew, cerca de Londres. En 1892, Baume ganó su última competición con un reloj cronómetro de bolsillo equipado con un movimiento tourbillon, cuyo récord tardó más de 10 años en superarse.
En un negocio que toman mucha relevancia valores como historia y tradición, la mejor manera de mostrar el bagaje que atesora la Maison es recuperar el espíritu de ese histórico guardatiempos e implementarlo en el Clifton, su actual colección estrella, en una edición limitada a 30 unidades que, evidentemente, pasa a ocupar el nivel más alto de la marca.
Fabricado en oro rojo, el Clifton 1892 Tourbillon Volant presenta el mismo diseño que el Clifton 1830, el primer modelo de la colección (ver aquí) lanzado hace poco más de un año. Marcado por la implementación del tourbillon, el diámetro de su caja crece de los 42 mm a unos 45,50 mm que se me antojan ciertamente excesivos para un reloj de corte eminentemente clásico y elegante. Presidida por la hipnótica visión del tourbillon a las 9 horas, el dial de color plateado opalino luce los elementos típicos de la colección junto a un pequeño segundero con aguja azulada ubicado a las 6 horas. Los numerales arábigos aplicados a las 2, 4 y 12 horas se unen a las manecillas alfa de horas y minutos para conformar una esfera de indudable atractivo clásico aderezado con una sutil pincelada de modernidad. Respecto al Clifton 1830, podéis observar como el pequeño segundero evoluciona hacia una posición inferior, más cercana al bisel, encajándose entre los índices de las 5 y las 7 horas.
A través de su trasera de zafiro podemos admirar el alberga el calibre P591, un movimiento de remonte manual fabricado por la manufactura Val Fleurier que nos ofrece 50 horas de reserva de marcha. En realidad, es el mismo calibre 98900 que IWC utiliza en el Portugués Tourbillon: observad en la imagen inferior la semejanza entre ambos movimientos. No es la primera vez que Baume et Mercier recurre a este movimiento: el William Baume Tourbillon de hace unos años ya lo albergó. Val Fleurier es una empresa propiedad de Richemont que desarrolla movimientos para el grupo, incluyendo evidentemente a Baume et Mercier e IWC. Las sinergias de grupo aclaran la semejanza de movimientos que observamos de vez en cuando entre las diversas marcas de Richemont.
El Clifton 1892 Tourbillon Volant se entrega con una correa negra de aligator cosida a mano. Aunque no sea ésta la línea a seguir por la Maison en un futuro próximo, es una demostración bien palpable de hasta dónde puede llegar su capacidad técnica y creativa.