El BR-X1 Skeleton Tourbillon Sapphire no es el primer reloj de Bell & Ross que implementa una caja fabricada en zafiro, un honor que recayó en el BR-X1 Chronograph Tourbillon Sapphire presentado a finales del año pasado. Sin embargo, este nuevo modelo lo supera en transparencia gracias al esqueletado extremo de su esfera y movimiento, al que debemos sumarle suma la nitidez de líneas de la pieza de zafiro que cubre la esfera, más plana y sin el bisel que exhibía el BR-X1 Chronograph Tourbillon Sapphire, y el re-diseño en la geometría de los «bumpers» laterales.
La transparencia del zafiro desnuda su corazón
Lanzado en una edición limitada a únicamente 8 ejemplares, la caja del Bell & Ross BR-X1 Skeleton Tourbillon Sapphire está formado por cinco elementos: el fondo, la carrura, la parte superior y las dos piezas laterales, unidos todos ellos mediante tornillos verticales y laterales, talladas todas ellas a partir de bloques de zafiro en un lento y delicado proceso de fabricación.
En su interior encierra la otra razón de ser de este reloj, el calibre esqueletado BR-CAL.288, un mecanismo de remonte manual con tourbillon volante que late a 21.600 alternancias por minuto. En él, las dos platinas en PVD negro se reducen a un exoesqueleto en forma de dos semi-anillos perimetrales atravesados por puentes paralelos. El tourbillón volante se hubica a las seis horas, mientras la esfera con las indicaciones de horas y minutos se encuentra descentrada bajo las doce horas. Tras ella se esconde el barrilete que le proporciona una extraordinaria reserva de marcha de 100 horas.
Para muchos aficionados, la parte mecánica de un reloj tiene incluso mayor importancia que la estética. Es ahñi donde esta transparencia extrema adquiere todo su sentido, montrando en toda su dimensión los entresijos de engranajes, piñones y ruedas que convierten la simple función de la lectura del tiempo en un pequeño prodigio mecánico digno de ser admirado desde los 360º.