Lanzada hace año y medio en Baselworld 2014, la colección BR-X1 de Bell & Ross nacía con el objetivo de situar a la firma en unos niveles de calidad superiores a los exhibidos hasta el momento. El BR-X1 Chronograph fue el primero de ellos, y nos enseñaba que las líneas maestras de la colección se decantaban por una caja cuadrada con esferas semi-esqueletadas de arquitectura mucho más compleja y vanguardista, que perdían casi por completo los signos estéticos identitarios de Bell & Ross.
Ahora, nos presentan los Bell & Ross BR-X1 Tourbillon Mono-Pusher Chronograph, cuatro nuevas referencias en edición limitada a 20 unidades cada una de ellas, que suponen un paso técnico importante en la colección.
Fabricada totalmente en titanio grado 5 o en oro rosa de 18 quilates, la geometría base de la caja de 45 mm tiene la típica forma cuadrada de los BR1, pero las cuatro esquinas atornilladas que envuelven la carrura, le confieren un aspecto musculado recién salido del gimnasio. Escondido bajo la simetría de este cinturón, la arista superior derecha ejerce, en una buena y equilibrada solución estética, como único pulsador de la función cronográfica, mientras a las nueve horas se integra una inserción de “tope ergonómico” que garantiza una mejor sujeción al activar dicha función. Ambos modelos en titanio u oro rosa disponen de una versión cuyo bisel luce un engastado de 46 diamantes blancos talla baguette, que suman un total de 2,3 quilates.
Bajo el cristal de zafiro, la esfera del mismo material, aunque ligeramente ahumada, nos permite contemplar los engranajes mecánicos generalmente ocultos, aunque cabe decir que a costa de empeorar la legibilidad. Los índices rectangulares aplicados se apoyan en el anillo perimetral que incluye la escala de minutos, aparentando flotar sobre el mecanismo.
La jaula del tourbillon se ubica a las seis horas en una gran ventana que ocupa todo el radio de la esfera, montada sin puente de soporte, que incorpora además el logo de Bell & Ross marcando el ritmo de los segundos. Por encima suyo, encontramos los dos contadores asimétricos de la función cronográfica. A las dos, el totalizador de sesenta segundos luce un tamaño bastante superior al de 30 minutos ubicado a las 10 horas. Un hecho a destacar es que su doble anillo perimetral ubicado en distinto plano, y que alberga respectivamente los índices y la escala, invierte su orden en los contadores, una decisión que busca conseguir un mayor dinamismo y desequilibrio visual en consonancia con el conjunto de este guardatiempo. Por si fuera poco, a las 8 horas se sitúa un indicador de reserva de marcha en arco que permite cuantificar las más que excelentes 100 horas de autonomía de su calibre BR-CAL.283, un movimiento tourbillon de remonte manual, con las funciones de cronógrafo monopulsante con rueda de pilares e indicador de reserva de marcha, y que late a 21.600 alternancias por hora. El único «pero» se lo encontramos a la hora de sincronizar nuestro reloj, ya que sólo podremos recurrir al logo de Bell & Ross como referencia; sin ninguna escala ni punto de referencia más preciso, la dificultad es evidente.
Fabricada en caucho con inserción de piel de aligátor, la correa está equipada con una hebilla en acero satinado y titanio de grado 5, o en oro rosa de 18 quilates según la versión.
Bell & Ross sigue la senda marcada, y con los Bell & Ross BR-X1 Tourbillon Mono-Pusher Chronograph demuestra todo su potencial. Con un diseño más agresivo y contundente, sus prestaciones y nivel de acabados están a la altura de sus pretensiones, pero no estoy del todo seguro de que su estética alejada de la simpleza, nitidez y legibilidad máxima estandartes de la firma, sea del agrado de todos sus seguidores. A pesar de ello, representan la demostración de que Bell & Ross está en condiciones de luchar en una liga superior. Ahora sólo hace falta que el mercado responda positivamente a este esfuerzo.