Por norma general, la práctica totalidad de las manufacturas históricas de la Alta Relojería cuentan en sus catálogos con alguna pieza que, a lo largo de los años y por distintos motivos, ha alcanzado el estatus de emblemática o icónica. Estos guardatiempos fácilmente se podrían identificar como aquellos a los que en watch-test hemos bautizado como legendarios. Los ejemplos no son pocos y van desde el Nautilus de Patek Philippe hasta el Speedmaster Professional de Omega, pasando por el Royal Oak de Audemars Piguet, el Tank de Cartier, el Reverso de Jaeger-LeCoultre, el Daytona de Rolex o el ww.tc. de Girard-Perregaux.
Si hablamos de Blancpain, sin lugar a dudas este papel protagonista lo asume el histórico Fifty Fathoms, reloj al que hace tan sólo unas semanas Xavi le dedicaba dos artículos, el primero de ellos dedicado a su 60 Aniversario y al Proyecto Gombessa y el segundo a un análisis en profundidad del nuevo Fifty Fathoms Bathiscaphe que vio la luz durante la pasada edición de Baselworld y que supone una reinterpretación del histórico modelo lanzado en 1953.
Siguiendo con el hilo que hemos escogido para dar inicio a este artículo, tampoco es inusual que estas piezas legendarias eclipsen a otras de mayor calado de la misma manufactura, más aún si el año en que las segundas son lanzadas coincide, como es el caso que nos ocupa, con la reedición de alguna de las primeras. Siempre hablando desde mi punto de vista personal, esta condición es la que se ha dado en este 2013 en el seno de Blancpain ya que, con la reedición del Fifty Fathoms, han coincidido dos de las que habitualmente definimos como piezas mayores dadas las complicaciones que implementan y del nivel de sus acabados, ambas incluidas en la Colección Le Brassus de la manufactura. La primera de ellas y sobre la que me dispongo a hablaros es el Tourbillon Carrousel, la segunda pieza, sobre la que os informaremos en breve, consiste en un guardatiempos que reúne las complicaciones de carrousel, repetición de minutos y cronógrafo.
Presentada en una caja manufacturada en oro rojo y con unas dimensiones de 44,6 mm de diámetro por tan sólo 11,94 mm de espesor, esta pieza reúne por primera vez en la historia de la Alta Relojería dos de las complicaciones más bellas y visualmente atractivas: el tourbillon en construcción volante, a las 12, y un carrousel también volante en la posición de las 6.
Las imágenes hablan por sí solas y, como no podía ser de otro modo, la visión de ambos mecanismos absorbe el completo protagonismo de la esfera que añade a la habitual disposición central de horas y minutos, ambas implementadas gracias a dos agujas en oro rojo y en forma de hoja, un fechador por aguja a las 3. Las indicaciones implementadas en este guardatiempos se completan con un indicador de reserva de marcha alojado en la trasera del reloj y visible, de manera conjunta con el resto del calibre, a través del cristal de zafiro integrado en el fondo de la caja que presenta un valor de estanqueidad de 3 bar.
La esfera de este Tourbillon Carrousel muestra una exquisita combinación de estratos que le confieren un abanico de distintos niveles. La zona más cercana al bisel está ocupada por un anillo esmaltado «grand feu» en blanco que es el responsable de alojar los números romanos aplicados en oro rojo indicadores de las distintas posiciones horarias, excepto en las correspondientes a las 12 y las 6, donde las aberturas practicadas para permitir la visualización del tourbillon y el carrousel respectivamente, ocupan parcialmente su superficie. En estas posiciones los numerales se ven sustituidos por dos pequeños puntos acompañados de la literatura que identifica a cada una de estas complicaciones en negro. Quizás en cuanto la legibilidad ofrecida es respecto de lo cual tendría mi pequeño pero sobre esta pieza ya que echo en falta algún tipo de escala de apoyo que permitiera la lectura de las posiciones correspondientes a los minutos que no son múltiplos de cinco. Espacio existe, y unos pequeños puntos aplicados en oro rojo, o simplemente en negro, hubieran contribuido en mi opinión a mejorar en gran medida este aspecto.
La zona central de dial, con un decorado «flinqué» permite la observación del movimiento mecánico albergado y es la responsable de alojar el eje de las indicaciones de horas y minutos así como las respectivas jaulas de los mecanismos que dan nombre a este modelo y, por último, al mentado fechador por aguja. Complejidad en continuo movimiento.
A la excelencia de diseño y acabados de este guardatiempos se le une, sino eclipsa, el movimiento mecánico manufactura de remonte manual 2322 y que, con sus 379 componentes y 70 rubíes, constituye una verdadera obra de arte que combina micromecánica y arte a partes iguales. Cada una de sus características representa, sin lugar a dudas, todo un reto en su desarrollo. Para empezar, sus dimensiones. A su diámetro de 35,3 mm se le une un espesor de tan sólo 5,85 mm, valor ciertamente espectacular si consideramos que debe albergar complicaciones del calado de un tourbillon y un carrousel así como el mecanismo que, idefectiblemente, debe unirlos.
Ambos mecanismos tienen la misma finalidad consistente en compensar los efectos negativos que la gravedad ejerce sobre el funcionamiento del órgano regulador del movimiento y, generalmente y hasta la fecha, nunca antes habían coexistido en un mismo reloj de pulsera. Así pues, en principio, no tendría mucho sentido integrarlos en un mismo calibre mecánico de no ser por el sistema desarrollado por Blancpain para obtener las mejores prestaciones de cada uno de ellos y que consiste en un diferencial que transmite al movimiento el valor promedio ofrecido por ambos reguladores. La compleja mecánica implementada para la construcción de este tipo de sistema se complementa con las dos espirales de silicio albergadas en cada uno de los órganos reguladores y que confieren a la marcha del reloj una mayor estabilidad adicionalmente a las propiedades anti-magnéticas inherentes a este material.
El remonte, de tipo manual, se realiza a través de la corona ubicada en la carrura de la caja en la poco habitual posición de las 4. El armado se realiza de manera simultánea y equitativa a los dos barriletes con los que está equipado este guardatiempos y que suministran una reserva de marcha de unas impresionantes 168 horas (7 días). Registro ciertamente espectacular considerando el consumo de energía que requieren las complicaciones de tourbillon y carrousel.
Curiosamente, ya que es un parámetro habitualmente suministrado en la ficha técnica de las piezas, no disponemos de información al respecto de la frecuencia de oscilación del calibre 2322, aunque dado el consumo de energía que reclama y la existencia de ambos reguladores, apostaría por la de 18.000 alternancias por hora (2,5 Hz) o, máximo, la de 21.600 (3 Hz).
El conjunto, que responde a la referencia 2322-3631-55B, se complementa con una correa manufacturada en piel de aligátor de Mississippi y forrada en su parte interior con alzavel (material resiste al agua y, por lo tanto, al sudor) montando un cierre del tipo desplegable de tres hojas construido en el mismo material de la caja. Inicialmente, este nuevo Blancpain no representará una Edición Limitada por definición, aunque sin lugar a dudas y dada la complejidad de su manufactura si lo supondrá a efectos de forma.