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Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel

El Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel aúna ambas complicaciones a una esfera esqueletada bajo la contemporánea estética de la colección L-Evolution

De las novedades presentadas por Blancpain en la pasada feria de Baselworld, en su momento analizamos dos de las más significativas, el  Bathyscaphe Chronographe Flyback Ocean Commitment y el Villeret rbavroesGrande Date, pero todavía nos quedaba pendiente hablar del Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel, una edición limitada a 50 unidades que es la referencia más interesante a nivel mecánico, debido a que vuelve a reunir las complicaciones de tourbillon y carrousel, tal como hizo por primera vez con el espectacular Le Brassus Tourbillon Carrousel lanzado en 2013.

A pesar de ser una combinación ya conocida, ahora se ofrece bajo una estética vanguardista completamente alejada del clasicismo del Le Brassus, y que borra cualquier posible similitud, ya sea por la caja, como por la esfera esqueletada o su calibre 2322V2. Pero empecemos por su caja, que ya nos identifica al Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel como una pieza única dentro de las referencias de la marca.

La caja

Con un diámetro de 47,44mm y fabricada en platino de acabado cepillado circular, se asocia a un contenido grosor de 11,66 mm, un adjetivo adecuado si tenemos en cuenta las complicaciones mecánicas que alberga. Así pues, estamos ante un reloj de peso contundente que quizás encontraría en el titanio su mejor aliado, tanto por su ligereza como por conjugar perfectamente con la filosofía técnica y deportiva de los L-Evolution, sobretodo de cara a futuros modelos que no implementen complicaciones como las que hoy nos ocupan.
Pero su característica definitoria no es el metal con el que está elaborada, sino su diseño con lo que podríamos describir cuatro cuñas que le confieren un diseño muy peculiar… y que, personalmente, no me acaba de convencer. Esta apreciación totalmente subjetiva es poco importante si la comparamos con la pobre hermeticidad que nos ofrece: 30 metros. Ya sabemos que un guardatiempo con estas grandes complicaciones dificilmente «tocará» el agua del mar, pero considero que debería alcanzar como mínimo los 50 metros de estanqueidad, sobretodo si no observo problemas de construcción, diseño o funcionalidad que dificulten su fácil consecución.

Blancpain L-Evoultion Tourbillon Carrousel frenteEl Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel se entrega con una correa de aligátor negra mate, pespunte negro y su cara interna forrada en cuero gris, que combina a la perfección con los acabados de la caja y de la esfera.

 

Calibre 2322V2

La verdadera razón de ser del Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel la encontramos en este espectacular mecanismo, el calibre 2322V2, una versión de estética contemporánea esqueletada del 2322 que latía en el corazón del Le Brassus Tourbillon Carrousel, el primer movimiento de la historia que aunó ambos reguladores en un solo reloj. Permitidme que, antes de analizarlo, os resuma las diferencias entre ambos.

Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel trasera

En la búsqueda por alcanzar la máxima precisión posible, Abraham Louis Breguet inventó en 1795 una de las complicaciones más fascinantes y apreciadas por los amantes de la relojería, el tourbillón. Ideado en una época en la que el reloj de bolsillo era el único diseño disponible de guardatiempos personal, su función era la de minimizar los efectos producidos por la influencia negativa de la gravedad terrestre en el funcionamiento del órgano regulador del movimiento. Debido a su alto coste y baja producción, este mecanismo no tuvo el éxito comercial deseado: Breguet sólo fabricó 35 relojes con tourbillon hasta 1830. Casi un siglo después, el maestro relojero danés D. Bahne Bonniksen intentó concebir un dispositivo que realizara su misma función, intentando reducir su complicada y costosa producción. El resultado fue el Carrusel… aunque con el inconveniente final de ser una construcción más compleja y onerosa.

A pesar de que ambos sistemas tienen el mismo objetivo, se diferencian por su construcción. En el caso del tourbillon, la jaula móvil, en la que gravitan los órganos del escape y el órgano regulador, está unida al barrilete a través de un único tren de ruedas, y su rotación transmite la energía requerida por el escape y el volante. Por su parte, el carrusel se compone de una plataforma sobre la que giran el balancín y su puente (igual que un caballito en un tiovivo, de ahí el nombre), que está unido al barrilete por dos trenes de ruedas: el primero transmite la energía necesaria al funcionamiento del escape, el segundo controla la velocidad de rotación de la jaula. En el siguiente vídeo de Blancpain podéis observar el funcionamiento de ambas complicaciones:

En este L-Evolution, las dos jaulas, independientes la una de la otra, están unidas por un diferencial que transmite el promedio de marcha de los dos reguladores a la visualización de las horas. Ambos están dotados de un barrilete para disponer las dos complicaciones de manera vertical en el movimiento, implementada que tal manera que ambos muelles son armados simultáneamente. ¿Y cómo lo consiguen?, pues mediante una corona de armado que se encuentra en la circunferencia perimetral del movimiento, tal como podemos ver perfectamente desde la trasera de zafiro.

Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel calibre 2322V2

Contrariamente a la simetría que luce el 2322, esta versión V2 muestra una rotación levógira de 30º, por lo que el tourbillon se ubica a las 11 y el carrousel a las 5 horas, mientras la corona se sitúa en su posición habitual a las 3 en vez de a las 4. Este desequilibrio añade un poco de tensión visual y dinamismo, que encajan a la  perfección con su vocación más deportiva y agresiva.
El diseño de los puentes y de la platina esqueletada es otra de sus singularidades más evidentes gracias a una arquitectura en capas dispuestas en lo que semeja el desordenado apilamiento de piezas de Tangram, el mítico rompecabezas de piezas geométricas, que deja libre dos grandes espacios donde se ubican los dos reguladores. La estética de estos componentes se ha replanteado minuciosamente, dotándola de un acabado granallado y un tratamiento NAC (proceso galvánico que permite ennegrecer los puentes y la platina). Retomando las líneas rectas que definen a este calibre, los tornillos son de forma hexagonal, lo que aporta al conjunto sensación de fortaleza. Otro aspecto a resaltar es el trabajo de calado efectuado en las ruedas y barriletes, que recurren a un mismo patrón de cinco ejes bifurcados.

Blancpain L-Evolution Tourbillon Carrousel crop trasera infografía

Con 350 componentes y 70 rubíes, una de las grandes virtudes de este movimiento es que dispone de una extraordinaria reserva de marcha de 168 horas (7 días), una cifra espectacular que toma más valor si tenemos en cuenta el gran dispendio energético que necesitan estos dos reguladores. Esta reserva de marcha se nos muestra en el reverso del calibre mediante una simple y medio escondida manecilla sin escala, por lo que su lectura resulta más bien intuitiva.
Blancpain no nos ha facilitado un dato realmente importante, su frecuencia de oscilación, pero dado el consumo necesario para su funcionamiento, apostaría por la de 18.000 alternancias por hora (2,5 Hz) o, máximo, la de 21.600 (3 Hz).

La esfera

Ya hemos hablado de la estética del esqueletado, pero nos queda describir el resto de elementos presentes en el dial. Un anillo perimetral que esconde la corona de armado es el soporte de los 8 índices aplicados y facetados, mientras los cuatro numerales arábigos 3-6-9-12 se ubican en las posiciones cardinales sobre unos pentágonos irregulares, luciendo una peculiar tipografía que parece inspirada en el abecedario Klingon de Star-Trek. Por su parte, las manecillas caladas de tipo espada de horas y minutos siguen el mismo camino estético. Siento decirlo, pero el diseño pseudo-futurista de estos elementos resulta demasiado peculiar para mi gusto, y sólo consigue recargar la esfera y desviar nuestra atención.

Blancpain L-Evoultion Tourbillon Carrousel crop esfera

SI bien la legibilidad es más que aceptable si tenemos en cuenta que estamos ante un reloj esqueleto, la precisión de la lectura es su particular punto negro, porque, al fin y al cabo, ¿de qué sirve implementar dos reguladores con espiral de silicio en la búsqueda de la máxima precisión posible si finalmente no disponemos de un segundero ni de una escala que nos permita leer con exactitud el tiempo?. Cierto es que el fascinante ejercicio técnico de aunar tourbillon y carrousel merece todos nuestros elogios, pero no lo es menos que este esfuerzo bien se hubiera merecido una mejor atención a este detalle… tal como ya puntualizamos cuando se lanzó el Le Brassus con el calibre 2322, que adolece de la misma carencia.

No os perdáis el siguiente vídeo en el que podéis contemplar la hipnótica coreografía de los dos reguladores; sin duda vale la pena, porque es una de las dos únicas referencias en el mundo, ambas de Blancpain, que implementan este increíble dueto.