La alta relojería es un arte que habitualmente asociamos a otros ámbitos con los que casa a la perfección, pero ninguno de ellos nos ofrece una simbiosis tan íntima y sensorialmente placentera como la que conseguimos al maridar alta relojería y gastronomía. Ambos mundos comparten unos mismos principios: la búsqueda de la excelencia, la experiencia, la meticulosidad del trabajo artesanal y la precisión son algunos de ellos. El relojero y el cocinero comparten la misma pasión por la artesanía y el trabajo minucioso, basándose en la autenticidad y en la búsqueda constante de la perfección. La calidad de un reloj de alta relojería y la de un plato de alta gastronomía dependen de ínfimos ajustes y de una dosificación armoniosa de la tradición y la creatividad.
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Blancpain & Martín Berasategui
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Y si a nivel de creatividad sus puntos en común son evidentes, no lo son menos en cuanto al consumidor final se refiere. Más eterno uno, efímero el otro, ambos mundos buscan provocar el placer de los sentidos, algunos compartidos y el resto complementados. Cuando recuerdo las innumerables veces que he compartido manteles con amigos aficionados a la relojería, no tengo claro si los relojes son la excusa para disfrutar de una excelente cena, o si esas cenas son la coartada para acabar hablando de relojes. Lo que es cierto es que la combinación de ambos es uno de los mejores cócteles que podamos preparar.
Una de las firmas que más ha promovido esta reunión de intereses comunes es Blancpain, manteniendo una relación privilegiada con los chefs más galardonados y reuniendo así más de cien estrellas Michelin entre sus amigos. Todo comenzó en 1986, mucho antes del actual entusiasmo por la alta gastronomía, cuando la marca ofreció a Frédy Girardet un reloj especialmente grabado al ser designado “Mejor Cocinero del Mundo”. Tres años más tarde, Blancpain reitera su compromiso cuando este último, Paul Bocuse y Joël Robuchon son nominados “Cocineros del Siglo” por la célebre guía Gault&Millau. Desde entonces, Blancpain ha ido seduciendo a un número cada vez mayor de personalidades del mundo de la gastronomía y, hoy en día, sus amistades suman más 100 estrellas Michelin, incorporando estos últimos años a nombres importantes de la gastronomía internacional como Claude Bosi, Holger Bodendorf o Dani García.
Por eso no debe extrañarnos que sea ahora una de las estrellas más rutilantes del panorama gastronómico mundial el que se incorpore al círculo de Blancpain: Martín Berasategui, el chef español galardonado con ocho estrellas Michelin.
Martín Berasategui: del Bodegón Alejandro a su restaurante en Lasarte-Oria
Nacido en 1960 y hoy reconocido como referente de la cocina de vanguardia española, aprendió a preparar platos tradicionales en el restaurante familiar Bodegón Alejandro, situado en la parte antigua de San Sebastián, donde obtuvo su primera estrella Michelin en 1986. Entre los 15 y los 27 años Martín pasó estancias en Francia donde se impregnó de los secretos de la alta pastelería y de la ciencia de la panadería. Pero fue con Didier Oudil y con Alain Ducasse, con quienes tomó su primer contacto con la alta gastronomía, hasta que en 1993 abrió junto a su esposa, las puertas de su propio restaurante en Lasarte-Oria, a 7 kilómetros de San Sebastián. Un restaurante que ahora cuenta con tres estrellas Michelin y que se suma a los 12 restaurantes que actualmente dirige, entre los que destacan, el Restaurante Lasarte situado en el Monument Hotel en Barcelona con 3 estrellas Michelin y el Restaurante MB con otras dos estrellas Michelin, situado en The Ritz-Carlton Abama en la isla de Tenerife. Su trayectoria está salpicada de premios y reconocimientos de gran envergadura que le han convertido en un referente gastronómico universal con una extraordinaria cocina creativa.
Más información: Blancpain.com
