Festivamente podríamos calificar este nuevo Avenger Blackbird de un popurrí de los actuales miembros de la colección Avenger de Breitling. Compare tamaño de caja con el Super Avenger II, pero no sus funciones. Su calibre y sus funciones son las mismas que la del Avenger Seawolf, pero no el tamaño de su caja ni su hermeticidad. Lo que no comparte con ninguno de sus cuatro hermanos de colección es el material y el tratamiento de su caja: titanio con carbono negro.
El resultado de todas estas características es un reloj deportivo extremo, tanto por los enormes 48 milímetros de su caja como por la ligereza que le otorga el titanio. Si a ello le sumamos el color negro que le otorga su tratamiento de carbono, tenemos como resultado un reloj que no engaña a nadie. Perfecto para actividades deportivas pero no demasiado adecuado para utilizar con vestimenta formal, aun que en ningún momento lo pretende.
Lo que no detalla Breitling es el método utilizado para el tratamiento de carbono. Tan solo lo califica textualmente de «ultra-resistente», un término que ni técnica ni cuantitativamente significa nada, pero que viniendo de parte de una firma de la seriedad de Breitling nos permite estar tranquilos en cuanto a su resistencia.
Quizás pueda sorprender su hermeticidad, que aunque sobrada (30 bares) es 10 veces inferior a los 300 bares del hasta ahora más radical de los Avenger; el Seawolf. Esta es una decisión que aplaudo, pues 30 bares es mucho más de lo que requerirá casi cualquier actividad submarina y con ello se consigue disminuir el grosor total del reloj, rebajando notoriamente los descomunales y poco cómodos 18,4 milímetros del Seawolf.
La esfera, evidentemente negra, prescinde de la numeración árabe presente en algunos Avenger y se limita a claros y visibles indices alargados, una decisión inteligente si lo que buscamos es la máxima legibilidad, cualidad inherente e irrenunciable en cualquier reloj profesional o deportivo. La SuperLuminova aplicada en agujas e índices es de un tono beige, lo que le aporta cierto aire vintage.
En el movimiento no hay sorpresas y Breitling recurre en el Avenger Blackbird al superprobado calibre de carga automática B17, que aun se basa en un «ebauche» ETA al cual se aplican las modificaciones pertinentes para obtener el certificado de cronometría COSC. Recordemos que muy recientemente y después de años de conflictos y discusiones por este tema, el grupo Swatch ha comunicado oficialmente que cesa el suministro de ebauches de ETA a marcas no pertenecientes al grupo. Por ello, cuando se terminen los stocks o los contratos pertinentes, las firmas que hasta ahora utilizaban bases ETA, tendrán que recurrir a otro proveedor (no hay muchas opciones) o manufacturar sus propios calibres.
Al igual que otras marcas, y en previsión a ello, Breitling ya ha desarrollado su propio calibre B01, con el cual va equipando paulatinamente un número cada vez mayor de modelos de su catálogo. El «problema» es que se trata de un calibre de cronógrafo, y aunque la mayoría de relojes Breitling cuentan con esta complicación, hay excepciones como es el caso que nos ocupa. La conclusión es evidente: pronto veremos un nuevo calibre manufactura de Breitling sin la complicación de cronógrafo, o bien pueden optar por infrautilizar el B01 prescindiendo de dicha función. Esperemos ansiosos el desenlace.
El precio del nuevo Avenger Blackbird es de 4.260 €. No se puede decir que sea una cifra sin importancia, pero teniendo en cuenta las subidas que ha experimentado el sector en los últimos años, puede considerarse incluso de contenido.