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Cartier Astrotourbillon Carbon Crystal: el concepto hecho realidad

Tengo que reconocer que los años han aumentado mi escepticismo con respecto a los prototipos relojeros, también llamados relojes “concepto”. En la última década he visto aparecer un buen número de estos prototipos que nunca han visto la luz. Algunos, incluso, no eran ni funcionales, o por lo menos, casualmente, los que pasaban por mis manos no lo eran.

Hace pocos días Cartier nos presentaba su ID Two, denominación bajo la que se albergan todas las investigaciones y desarrollos tecnológicos de la prestigiosa firma. Pero, y esto es lo excepcional, al mismo tiempo nos presentaba el reloj de producción que hereda todos los avances anunciados en el ID One de 2009. Es una muy buena noticia que una marca líder demuestre con hechos que los prototipos no son una mera maniobra propagandística. También es una saludable noticia para mi escepticismo.

El heredero real del ID One se denomina finalmente Astrotourbillon. Su nombre no deja lugar a ninguna duda y su gran atractivo, por o menos estético, es el tourbillon que exhibe en la parte central de su esfera. Precisamente la ubicación de este tourbillon es un hecho de mayor importancia de lo que parece a simple vista. Prácticamente todos los tourbillones existentes emplazan su jaula a las 6 horas, ubicación natural del órgano regulador en un reloj mecánico. Solo me viene a la mente un reloj que anteriormente haya ubicado la jaula de su tourbillon en el centro de su movimiento, el Omega De Ville equipado con tourbillon central, una edición numerada presentada en el año 1994 y que incluso hoy en día cuenta con 12 variantes de caja y de esfera en su catálogo.

Este es el gran hecho diferencial entre este Astrotourbillon y el ID One de 2009 del que deriva. A priori no creo que esta diferencia en el emplazamiento del órgano regulador incida en su funcionalidad o en su precisión cronométrica. Pero hay un factor funcional en el que si influye y de forma muy positiva. Como podemos observar en las imágenes, la jaula del tourbillon del ID One cortaba drásticamente su índice de minutos, dejando un espacio de tiempo, entre el 22 y el 38, en el que toda lectura de la aguja de minutos resultaba imposible.

La nueva ubicación central del Astrotorubillon permite una lectura sin intromisión de su índice de minutos, que además, y muy acertadamente, cambia su ubicación hacia el perímetro inmediatamente inferior al bisel de su caja. Esto permite que ni siquiera el escape, ubicado entre las 9 y las 10 interfiera en la lectura precisa del tiempo.

También observaremos que la caja que alberga el Astrotourbillon difiere totalmente de la del ID One. Se abandona el arriesgado diseño “Ballon Bleu” y se le dota de una caja en principio más convencional, realizada en niobium-titanio, pero con una arquitectura que acentúa el volumen y la tridimensionalidad, en mi opinión mucho más apropiada para una pieza de este tipo. El único detalle de diseño que me parece un tanto redundante es un segundo índice emplazado en la zona central de la esfera, alrededor de la caja del tourbillon. Es evidente que no tiene ninguna aspiración funcional y sin duda Cartier lo ha implantado con finalidad meramente estética.

Cartier Astrotourbillon Carbon Crystal

Pero, aparte de la ubicación del tourbillon y del diseño de su caja y esfera, lo más importante de este Astrotourbillon es que hereda y mantiene todos los avances técnicos que nos prometía el ID One. Así, nos encontramos ante un reloj que utiliza elementos de cristal de carbono, además de un áncora y rueda de escape que no necesitan lubrificación ni reglaje. Este era principalmente el objetivo del ID One, el obtener un reloj mecánico que no necesitase ni mantenimiento ni regulación.

El mecanismo que incorpora todos estos desarrollos técnicos es el Calibre de carga manual 9 460 MC. Su frecuencia de oscilación es bastante modesta, de 21.600 alternancias por hora. Pero esto es algo habitual en la mayoría de tourbillones, que disminuyen su frecuencia de oscilación para compensar la gran cantidad de energía que consume la jaula rotativa de su volante, permitiendo conservar una reserva de marcha aceptable, en este caso de 50 horas.

De momento Cartier no especifica si se tratará de un reloj de producción limitada o regular, pero en cualquier caso este Astrotourbillon es una gran noticia para la Alta Relojería y para la credibilidad de sus prototipos. Evidentemente el precio de esta pieza será muy elevado, tanto por la gran complicación que alberga como por las soluciones tecnológicas que emplea. El siguiente paso lógico y esperado es que estos avances técnicos se implanten en otros relojes menos elitistas del catálogo de Cartier. Si esto ocurre será la demostración efectiva de que todos estos desarrollos son algo más importante que una demostración de poderío técnico.