Cartier Santos – la caja
Iniciamos el análisis Cartier Santos por la caja, el primer gran elemento externo que define y condiciona un reloj. Lo primero que hay que mencionar es que Cartier ofrece el nuevo Santos con caja de acero, con caja mixta que mezcla el acero y el oro y finalmente con caja de oro. Aquí nos centraremos en la versión de acero ya que es la única que permite ofrecer el Santos en el rango de precios al que he limitado esta categoría y una característica común a todos los relojes que dominan este sector.
No menos importante que el precio, hay que valorar la versatilidad y la funcionalidad que proporciona una caja de acero, dos de las condiciones que debe cumplir un reloj de este tipo. La funcionalidad es evidente, ya que el acero tiene un peso de prácticamente la mitad que el oro, mientras que duplica su dureza y en consecuencia su resistencia a los arañazos.
En cuanto a la condición de versatilidad, como reloj apropiado para utilizar en cualquier ocasión, el acero es el único metal que la puede cumplir. Solo con ver la imagen anterior, podemos imaginar perfectamente este reloj complementando un traje en un evento elegante. También podemos imaginarlo en la muñeca de un bañista en la playa.
El extremo de la elegancia también lo cumple evidentemente el oro, pero ni por asomo el de la deportividad estética. Lo primero que suele venirme a la mente cuando veo a alguien con un reloj de oro en la playa es que se trata de un exhibicionista con poco conocimiento y afición a la relojería. Es cierto que un reloj de oro blanco o paladio cumplirían con esta condición de discreción estética, pero fallarían estrepitosamente en la de funcionalidad. Su peso sería enorme, pues habría que sumarle el de su brazalete, un tipo de sujeción que como veremos más adelante resulta imprescindible para que un reloj sea versátil. Por este motivo, el Santos Dumont ya queda descartado de la comparativa, ya que solo se ofrece con caja de oro y con correa.
Pasamos a la geometría de la caja del nuevo Cartier Santos y comprobamos que ha buscado una alta fidelidad con el reloj histórico de 1912, especialmente en lo que concierne a la carrura. Si observamos este elemento, vemos que a la altura de las asas forma una curva cóncava muy similar al original. En la imagen superior, apreciamos la notable diferencia estética que aporta este elemento si lo comparamos con el actual Santos 100.
En el Santos 100, la clara intención de Cartier era ofrecer un Santos robusto, con una carácter deportivo marcado y acorde con la tendencia que predominaba hasta hace poco de relojes masculinos de dimensiones contundentes. La elegancia que aportan las curvas de la zona de las asas del nuevo Cartier Santos no la encontramos en el Santos 100, cuyas lineas rectas transmiten contundencia y robustez.
Como vemos en la imagen de la izquierda, con un buen ejercicio de diseño, Cartier «aprovecha» esta curva histórica del Santos para prolongarla formando el protector de corona que encontramos habitualmente el los relojes modernos de esta colección. De hecho, al duplicar esta forma convexa forma una carrura que podría calificarse como de ondulada.
Le toca el turno al bisel del nuevo Cartier Santos, el elemento que casi siempre proporciona el mayor rasgo identitario de una caja de reloj. Esta premisa se cumple en este Santos, hasta el punto que iguala en protagonismo estético su original carrura. Como vemos en las imágenes, el bisel es el elemento en el que Cartier ha desplegado todo su dominio del diseño. En lugar de limitarse a emular el del Santos histórico ha preferido darle un importante toque de personalidad.
Así, desmarcándose del habitual bisel puramente cuadrado, Cartier lo ha diseñado con una geometría que prácticamente recorre en paralelo la forma de la carrura. Este detalle se hace evidente en las caras superior e inferior, donde sigue exactamente la misma curva convexa que la carrura y se prolonga hasta el inicio del brazalete o de la correa. Lo que sí se conserva fielmente el bisel es el gran signo identitario de todos los Santos desde su creación: los seis tornillos que adornan sus cuatro caras.
En cuanto al tamaño, Cartier ofrece el nuevo Santos en dos medidas, que denomina de forma muy genérica modelo grande y modelo mediano. Además de sus dimensiones, la única diferencia entre ambos modelos es que el «mediano» carece del fechador que sí aporta el grande. Este es uno de los motivos por los que he centrado el análisis en el modelo grande, pero el más importante es la impresionante ergonomía de esta variante.
De una forma totalmente inusual, los 39,8 milímetros de ancho de este modelo grande encajan a la perfección en mi muñeca y en la de Xavi que me sobrepasa en 20 centímetros de altura y también proporcionalmente en el resto de la morfología. Ni a él ni a mí nos pareció ni grande ni pequeño ceñido a nuestra muñeca. Nos pareció perfecto. Seguro que a ello también contribuyó el conjunto de la geometría de la caja, ya que encajaba en la muñeca como si fuera un molde, hasta el punto que no se movía ni con el brazalete sin cerrar.
No podemos finalizar el apartado referente a la caja sin mencionar su hermeticidad de 10 bares (aprox. 100 metros), más que suficientes para cualquier actividad acuática convencional. Este es un dato de suma importancia ya que proporciona al nuevo Cartier Santos la versatilidad que exigimos a cualquier reloj de carácter y uso universal.