Cartier Santos: el reloj del año
El Cartier Santos ha sido el gran protagonista del SIHH 2018. Es un reloj que puede competir por prestigio, calidad, prestaciones y precio para convertirse en uno de los selectos candidatos a liderar el exclusivo sector de reloj universal perfecto.
El nuevo Cartier Santos es un serio candidato a convertirse en el reloj del año 2018, me atrevería a decir que incluso de la década. Cierto es que aun nos falta conocer las novedades de las firmas que expondrán en apenas un mes en la feria de Baselworld, pero el Santos de Cartier ha puesto el listón muy alto.
Antes de continuar con el análisis de este Cartier, resulta muy conveniente aclarar mi concepto de «mejor reloj» o «reloj del año». Con estos términos no pretendo afirmar que el nuevo Santos sea mejor, ni siquiera compita, con monstruos de la relojería ultra-complicada como los que nos ofrecen en sus catálogos Patek Philippe, Vacheron Constantin, Audemars Piguet, A.Lange & Söhne, Breguet… por citar las más altas cumbres de la relojería de estilo clásico. Tampoco puede competir con especialistas en complicaciones concretas, como podrían ser los ultra-planos de Piaget o lo autómatas de Jaquet Droz. Obviamente tampoco lo estoy comparando con piezas de MB&F, Urwerk, Greubel Forsey, etc., especialistas en relojes contemporáneos ultra-avanzados.
Mi afirmación se centra en el sector más extenso y paradójicamente más complejo de la relojería de alto nivel. Me refiero al segmento que abarca a toda persona que desee adquirir un reloj de calidad con un precio que oscile aproximadamente entre los 4.000 y los 8.000 euros. Dentro de este rango de precios, me refiero concretamente a los compradores que no poseen ningún reloj de este nivel y que desean adquirir uno que cubra todas las circunstancias de su vida diaria. En otras palabras; el reloj de uso universal.
¿Que define a un reloj de este tipo?. Pese a la complejidad total de la respuesta, el resumen es relativamente sencillo: versátil, elegante, funcional, fiable, preciso y antimagnético. Si un reloj deja de cumplir con una sola de estas premisas ya no se puede considerarse candidato a pertenecer a esta categoría.
¿Que relojes entran en esta categoría?. Los reyes indiscutibles son el Rolex Submariner y el Omega Seamaster 300. Son los relojes a los que aspira toda persona que sueña con un gran y único reloj para toda la vida. Curiosamente, no son el reloj universal perfecto para ningún apasionado de la relojería. Se trata de dos relojes claramente deportivos y además diseñados inicialmente para el submarinismo profesional, lo que conlleva una serie de características (bisel giratorio) que los descarta estéticamente como reloj elegante a ojos de cualquier aficionado entendido. Ello lo compensan con el prestigio y el aura que han adquirido con el paso de las décadas como reloj aspiracional.
Si nos vamos al extremo más elevado de la Alta Relojería, los referentes indiscutidos son el Nautilus, el Royal Oak y el Overseas, que sí cumplen sin excepciones con todos los requisitos. Pero, su precio se aleja muchísimo de lo planteado y además no reflejan la imagen que quieren transmitir la mayoría de los potenciales compradores. Salvo los aficionados y coleccionistas, casi nadie conoce Patek Philippe, Audemars Piguet ni Vacheron Constantin.
Una vez realizadas las necesarias aclaraciones, vamos a entrar en los detalles del nuevo Cartier Santos, donde intentaré razonar porqué lo considero como probable mejor novedad relojera del año 2018 y como firme candidato a disputar el trono de esta categoría.
Cartier Santos – un poco de historia
El Santos de Cartier está considerado el primer reloj masculino de la historia creado específicamente para ser portado en la muñeca. Para ser justos, el mérito de este reloj histórico debemos atribuirlo a parte iguales a Louis Cartier y a su gran amigo Alberto Santos-Dumont.
Alberto Santos-Dumont era toda una celebridad a principios del siglo XX por su carácter aventurero y especialmente por ser uno de los pioneros de la aviación. De hecho, fue el primer aviador en realizar un vuelo «consistente» sin utilizar una rampa de despegue.
Fue en 1904 cuando Louis Cartier tuvo la genial idea de que su amigo Santos Dumont controlaría con más comodidad y seguridad el tiempo con un reloj ceñido a su muñeca que con el típico reloj de bolsillo de la época, que necesitaba de una mano para ser consultado.
Pocos años más tarde, Louis Cartier tuvo la visión de que el prototipo creado especialmente creado para Santos Dumont podía tener demanda e imponerse como el reloj moderno masculino, desplazando a los relojes de bolsillo. Así, en 1912, se inició la producción regular del Santos y nació una leyenda que cambió los hábitos relojeros de la humanidad.
A lo largo de estos más de 100 años, Cartier no ha cesado de producir y evolucionar el Santos. Enumerar y describir las distintas variantes que ha creado Cartier de este reloj podría llenar un libro, pero en este artículo, a efectos comparativos, nos centraremos en tres de ellos. El histórico de 1912 y los dos modelos actuales presentes en el catálogo de Cartier; el Santos Dumont y el Santos 100.
Cartier Santos – la caja
Iniciamos el análisis Cartier Santos por la caja, el primer gran elemento externo que define y condiciona un reloj. Lo primero que hay que mencionar es que Cartier ofrece el nuevo Santos con caja de acero, con caja mixta que mezcla el acero y el oro y finalmente con caja de oro. Aquí nos centraremos en la versión de acero ya que es la única que permite ofrecer el Santos en el rango de precios al que he limitado esta categoría y una característica común a todos los relojes que dominan este sector.
No menos importante que el precio, hay que valorar la versatilidad y la funcionalidad que proporciona una caja de acero, dos de las condiciones que debe cumplir un reloj de este tipo. La funcionalidad es evidente, ya que el acero tiene un peso de prácticamente la mitad que el oro, mientras que duplica su dureza y en consecuencia su resistencia a los arañazos.
En cuanto a la condición de versatilidad, como reloj apropiado para utilizar en cualquier ocasión, el acero es el único metal que la puede cumplir. Solo con ver la imagen anterior, podemos imaginar perfectamente este reloj complementando un traje en un evento elegante. También podemos imaginarlo en la muñeca de un bañista en la playa.
El extremo de la elegancia también lo cumple evidentemente el oro, pero ni por asomo el de la deportividad estética. Lo primero que suele venirme a la mente cuando veo a alguien con un reloj de oro en la playa es que se trata de un exhibicionista con poco conocimiento y afición a la relojería. Es cierto que un reloj de oro blanco o paladio cumplirían con esta condición de discreción estética, pero fallarían estrepitosamente en la de funcionalidad. Su peso sería enorme, pues habría que sumarle el de su brazalete, un tipo de sujeción que como veremos más adelante resulta imprescindible para que un reloj sea versátil. Por este motivo, el Santos Dumont ya queda descartado de la comparativa, ya que solo se ofrece con caja de oro y con correa.
Pasamos a la geometría de la caja del nuevo Cartier Santos y comprobamos que ha buscado una alta fidelidad con el reloj histórico de 1912, especialmente en lo que concierne a la carrura. Si observamos este elemento, vemos que a la altura de las asas forma una curva cóncava muy similar al original. En la imagen superior, apreciamos la notable diferencia estética que aporta este elemento si lo comparamos con el actual Santos 100.
En el Santos 100, la clara intención de Cartier era ofrecer un Santos robusto, con una carácter deportivo marcado y acorde con la tendencia que predominaba hasta hace poco de relojes masculinos de dimensiones contundentes. La elegancia que aportan las curvas de la zona de las asas del nuevo Cartier Santos no la encontramos en el Santos 100, cuyas lineas rectas transmiten contundencia y robustez.
Como vemos en la imagen de la izquierda, con un buen ejercicio de diseño, Cartier «aprovecha» esta curva histórica del Santos para prolongarla formando el protector de corona que encontramos habitualmente el los relojes modernos de esta colección. De hecho, al duplicar esta forma convexa forma una carrura que podría calificarse como de ondulada.
Le toca el turno al bisel del nuevo Cartier Santos, el elemento que casi siempre proporciona el mayor rasgo identitario de una caja de reloj. Esta premisa se cumple en este Santos, hasta el punto que iguala en protagonismo estético su original carrura. Como vemos en las imágenes, el bisel es el elemento en el que Cartier ha desplegado todo su dominio del diseño. En lugar de limitarse a emular el del Santos histórico ha preferido darle un importante toque de personalidad.
Así, desmarcándose del habitual bisel puramente cuadrado, Cartier lo ha diseñado con una geometría que prácticamente recorre en paralelo la forma de la carrura. Este detalle se hace evidente en las caras superior e inferior, donde sigue exactamente la misma curva convexa que la carrura y se prolonga hasta el inicio del brazalete o de la correa. Lo que sí se conserva fielmente el bisel es el gran signo identitario de todos los Santos desde su creación: los seis tornillos que adornan sus cuatro caras.
En cuanto al tamaño, Cartier ofrece el nuevo Santos en dos medidas, que denomina de forma muy genérica modelo grande y modelo mediano. Además de sus dimensiones, la única diferencia entre ambos modelos es que el «mediano» carece del fechador que sí aporta el grande. Este es uno de los motivos por los que he centrado el análisis en el modelo grande, pero el más importante es la impresionante ergonomía de esta variante.
De una forma totalmente inusual, los 39,8 milímetros de ancho de este modelo grande encajan a la perfección en mi muñeca y en la de Xavi que me sobrepasa en 20 centímetros de altura y también proporcionalmente en el resto de la morfología. Ni a él ni a mí nos pareció ni grande ni pequeño ceñido a nuestra muñeca. Nos pareció perfecto. Seguro que a ello también contribuyó el conjunto de la geometría de la caja, ya que encajaba en la muñeca como si fuera un molde, hasta el punto que no se movía ni con el brazalete sin cerrar.
No podemos finalizar el apartado referente a la caja sin mencionar su hermeticidad de 10 bares (aprox. 100 metros), más que suficientes para cualquier actividad acuática convencional. Este es un dato de suma importancia ya que proporciona al nuevo Cartier Santos la versatilidad que exigimos a cualquier reloj de carácter y uso universal.
Cartier Santos – la esfera
Cuando analicé el Clé de Cartier, el aspecto que menos me convenció fue su esfera. Era la clásica esfera que encontramos en todos los relojes Cartier. Me pareció impersonal y esperaba algo más original y acorde con un reloj de diseño totalmente nuevo.
El nuevo Cartier Santos sigue la misma pauta, pero en este caso me parece totalmente acertado. El Santos es todo lo contrario a un reloj nuevo y esta versión ha querido mantener al máximo el ADN del reloj de 1912, con lo cual, lo coherente es que su esfera también emule la del reloj histórico.
Si comparamos la imagen superior con la del Santos histórico veremos que efectivamente las esferas son prácticamente idénticas. La única gran diferencia son las agujas, que en el Santos de 1912 eran del «tipo Breguet» y en este siguen la geometría habitual que encontramos en la práctica totalidad de relojes del catálogo actual de Cartier.
La emulación del Santos histórico también se cumple en las proporciones de los elementos de la esfera. Así, si lo comparamos con el actual Santos 100, veremos que los característicos índices horarios en forma de números romanos son de menor tamaño. La consecuencia es que las dimensiones del también característico indice minutero interno son mayores, lo que proporciona al nuevo Cartier Santos una legibilidad superior.
El azul de las agujas, nuevamente característico de Cartier, además de ser fiel con el ADN de este reloj, aporta un un toque de distinción y un atractivo contraste con los tonos monocromáticos del resto de la esfera. Lo único que me sobra es algo que ya he comentado en multitud de relojes: la dichosa inscripción «AUTOMATIC», que en este caso (como en casi todos) encontramos ubicada a la altura de las 6 horas. Tampoco puedo pasar por alto la ausencia de material luminiscente en agujas e índices, algo que le resta algún punto como reloj versátil perfecto, aunque en defensa de esta decisión hay que admitir que su utilización le restaría elegancia. Dejando de lado estos dos detalles, la esfera del nuevo Cartier Santos me parece intachable y acorde con el espíritu del reloj.
Cartier Santos – el movimiento
En el interior del nuevo Santos encontramos el calibre 1847 MC, un movimiento de nueva generación totalmente manufacturado por Cartier y que se ha convertido en el movimiento mecánico de base de todas sus colecciones.
A este calibre 1847 MC ya me referí con ocasión del análisis del Clé de Cartier, pero con la información que nos proporciona ahora Cartier hay que añadir un par de detalles de suma importancia y que se refieren a su resistencia al magnetismo.
Ya he comentado en multitud de ocasiones que el gran enemigo actual de cualquier reloj mecánico es el magnetismo, que altera gravemente su cronometría. Pretender huir hoy en día del magnetismo es imposible. De forma continua estamos en contacto con aparatos que emiten corrientes magnéticas provenientes de sus baterías, entre ellos el móvil, la tablet y el ordenador portátil, sin olvidar el simple microondas cuyas emisiones pueden acabar con nuestro reloj.
Por tanto, como no podemos huir de ellas, no queda más remedio que proteger el reloj. De ahí el surgimiento en relojería del silicio como material de presente y futuro para las partes más criticas del reloj con las corrientes magnéticas. El Cartier Santos no utiliza el silicio sino que recurre al amagnetismo (no susceptible de ser magnetizado) del níquel-fósforo para los elementos del escape. Como complemento, recurre a un anillo de hierro dulce que rodea el movimiento. Este es un clásico sistema anti-magnético cuya misión es atraer las corrientes magnéticas y así desviarlas de os componentes del movimiento.
Por tanto, por lo menos en teoría, el nuevo Cartier Santos es inmune a las corrientes magnéticas convencionales que nos rodean a diario. Así pues, cumple con otra de las premisas que citaba al inicio como irrenunciables para cualquier reloj de carácter universal.
En cuanto a los datos técnicos del calibre 1847 MC, citar que oscila a una frecuencia de 28.800 alternancias por hora y que ofrece una reserva de marcha de 42 horas. Otro dato importante a señalar es que los responsables de Cartier nos aseguraron durante la presentación del Santos que su calibre cumplía con los parámetros del COSC, lo que representa un máximo de desviación diaria de -6 +4 segundos. También concretaron que aunque cumple con los criterios cronométricos del COSC, no cuenta con su certificado. A buen seguro una decisión encaminada a contener los costes ya que este organismo cobra una tarifa por cada reloj certificado.
Cartier Santos – el brazalete
Ahora llegamos al último apartado de este análisis y llega el turno del brazalete de Cartier Santos. Este es un elemento que normalmente no tiene la importancia de las demás partes externas de un reloj y que raramente decidirá su compra. No apliquéis este paradigma al Cartier Santos porque el brazalete es probablemente su elemento mas sorprendente y diferenciador.
Antes que nada es importante dejar claro que sin brazalete metálico ningún reloj puede aspirar a pertenecer a la categoría de versátil o universal. Las correas de piel pueden ser muy elegantes pero se destrozan literalmente con el sudor y no soportan el contacto con el agua. Las correas e caucho suplen estas deficiencias, pero por contra es totalmente deficiente en cuanto a elegancia. El único sistema de sujeción que cumple con todas las exigencias, tanto funcionales como estéticas, que requerimos a un reloj de uso universal es un brazalete metálico.
Desde el punto de vista estético, el resultado es intachable. Como se aprecia en la imagen, el acabado del acero es satinado, contrastando con los tornillos pulidos que adornan, de dos en dos, cada uno de los eslabones. Además de un resultado estético sumamente atractivo, estos tornillos visibles forman parte del ADN de los brazaletes del Santos.
Ahora llegamos a lo mejor. Al igual que otras marcas han hecho antes, entre ellas Vacheron Constantin con su Overseas, el brazalete del nuevo Cartier Santos se puede extraer y unir a la caja sin herramienta alguna. Simplemente accionamos un pulsador y «Voilà!». Esta facilidad cobra especial relevancia ya que con el Santos, Cartier entrega una segunda correa de cuero.
Si este tipo de sistema de unió del brazalete con la caja ya lo habíamos visto en otros relojes, el mecanismo de ensamblaje de sus eslabones es una primicia totalmente inédita. Con la simple uña del dedo presionamos unos pulsadores alojados en la cara interna de cada eslabón y se libera el pasador que los une. Con este sistema, disminuir o alargar la longitud del brazalete es cuestión de segundos y no requiere conocimiento ni habilidad alguna.
La guinda hubiera sido que el brazalete del nuevo Santos contara también con un sistema de micro-ajuste rápido al estilo de Rolex u Omega, aunque la escasa anchura de los eslabones puede servir perfectamente al propósito de adaptar la longitud a las épocas frías o calurosas. Por contra, lo que sí permite con facilidad el brazalete del Cartier Santos es adaptar con facilidad su longitud para que el reloj pueda ser usado por dos personas de grosor de muñeca muy distante, algo a lo que no llega un sistema de micro-ajuste.
En resumen, el brazalete del nuevo Santos Cartier es todo un referente que deberían emular las demás marcas, especialmente las más emblemáticas como Patek Philippe o Audemars Piguet, que parecen no dar mucha importancia funcional a los brazaletes de sus icónicos Nautilus y Royal Oak.
Cartier Santos – conclusión
Cuando iniciaba este artículo calificando al nuevo Cartier Santos como reloj de año e incluso de la década no lo hacía en vano. Por más que me empeñe no le encuentro deficiencias funcionales objetivas. En cuanto al siempre subjetivo apartado estético, salvo manía a la marca, dudo que alguien no lo encuentre sumamente atractivo.
He dejado para el final la siempre determinante cuestión del precio; 6.700 euros. Obviamente no es una baratija, pero estamos hablando de una pieza de relojería de muy alto nivel. Es un precio con el que no se me ocurre que otro reloj actual puede competir. Los posibles rivales o quedan por encima o por debajo de este precio. Si realizamos el sano ejercicio de valorar la relación calidad/precio, a mi me parece imbatible. Es más, no me cabe duda de que este Santos va a canibalizar las ventas del Santos 100 que con muchas menos prestaciones se mueve en el mismo precio.
Pero, nada es perfecto y Cartier tiene un gran problema con este reloj. ¿Como piensa mejorar el Santos en un futuro?