Cartier Santos – el brazalete
Ahora llegamos al último apartado de este análisis y llega el turno del brazalete de Cartier Santos. Este es un elemento que normalmente no tiene la importancia de las demás partes externas de un reloj y que raramente decidirá su compra. No apliquéis este paradigma al Cartier Santos porque el brazalete es probablemente su elemento mas sorprendente y diferenciador.
Antes que nada es importante dejar claro que sin brazalete metálico ningún reloj puede aspirar a pertenecer a la categoría de versátil o universal. Las correas de piel pueden ser muy elegantes pero se destrozan literalmente con el sudor y no soportan el contacto con el agua. Las correas e caucho suplen estas deficiencias, pero por contra es totalmente deficiente en cuanto a elegancia. El único sistema de sujeción que cumple con todas las exigencias, tanto funcionales como estéticas, que requerimos a un reloj de uso universal es un brazalete metálico.
Desde el punto de vista estético, el resultado es intachable. Como se aprecia en la imagen, el acabado del acero es satinado, contrastando con los tornillos pulidos que adornan, de dos en dos, cada uno de los eslabones. Además de un resultado estético sumamente atractivo, estos tornillos visibles forman parte del ADN de los brazaletes del Santos.
Ahora llegamos a lo mejor. Al igual que otras marcas han hecho antes, entre ellas Vacheron Constantin con su Overseas, el brazalete del nuevo Cartier Santos se puede extraer y unir a la caja sin herramienta alguna. Simplemente accionamos un pulsador y «Voilà!». Esta facilidad cobra especial relevancia ya que con el Santos, Cartier entrega una segunda correa de cuero.
Si este tipo de sistema de unió del brazalete con la caja ya lo habíamos visto en otros relojes, el mecanismo de ensamblaje de sus eslabones es una primicia totalmente inédita. Con la simple uña del dedo presionamos unos pulsadores alojados en la cara interna de cada eslabón y se libera el pasador que los une. Con este sistema, disminuir o alargar la longitud del brazalete es cuestión de segundos y no requiere conocimiento ni habilidad alguna.
La guinda hubiera sido que el brazalete del nuevo Santos contara también con un sistema de micro-ajuste rápido al estilo de Rolex u Omega, aunque la escasa anchura de los eslabones puede servir perfectamente al propósito de adaptar la longitud a las épocas frías o calurosas. Por contra, lo que sí permite con facilidad el brazalete del Cartier Santos es adaptar con facilidad su longitud para que el reloj pueda ser usado por dos personas de grosor de muñeca muy distante, algo a lo que no llega un sistema de micro-ajuste.
En resumen, el brazalete del nuevo Santos Cartier es todo un referente que deberían emular las demás marcas, especialmente las más emblemáticas como Patek Philippe o Audemars Piguet, que parecen no dar mucha importancia funcional a los brazaletes de sus icónicos Nautilus y Royal Oak.
Cartier Santos – conclusión
Cuando iniciaba este artículo calificando al nuevo Cartier Santos como reloj de año e incluso de la década no lo hacía en vano. Por más que me empeñe no le encuentro deficiencias funcionales objetivas. En cuanto al siempre subjetivo apartado estético, salvo manía a la marca, dudo que alguien no lo encuentre sumamente atractivo.
He dejado para el final la siempre determinante cuestión del precio; 6.700 euros. Obviamente no es una baratija, pero estamos hablando de una pieza de relojería de muy alto nivel. Es un precio con el que no se me ocurre que otro reloj actual puede competir. Los posibles rivales o quedan por encima o por debajo de este precio. Si realizamos el sano ejercicio de valorar la relación calidad/precio, a mi me parece imbatible. Es más, no me cabe duda de que este Santos va a canibalizar las ventas del Santos 100 que con muchas menos prestaciones se mueve en el mismo precio.
Pero, nada es perfecto y Cartier tiene un gran problema con este reloj. ¿Como piensa mejorar el Santos en un futuro?