A lo largo de las últimas décadas he visitado la práctica totalidad de las manufacturas relojeras suizas, algunas de ellas en repetidas ocasiones, pero quedaba en el tintero la que probablemente me despertaba mayor curiosidad: la de Cartier. En el título he utilizado el término «Mundo», porque al igual que otras grandes manufacturas, la producción de Cartier se reparte en diversas ubicaciones: La Boutique Cartier de Ginebra, la Manufactura de La Chaux-de-Fonds y la Maison des Métiers d’Arts sita en la misma población.
La mayor de las instalaciones relojeras de Cartier es su moderna Manufactura que se ubica en La Chaux-de-Fonds, capital del Cantón de Neuchâtel, que junto con la Vallée de Joux y Ginebra conforman el eje francófono que agrupa la práctica totalidad de la industria relojera suiza de alto nivel. Pero el viaje se inicia en la misma Ginebra, en la boutique de Cartier, que también alberga el atelier Cartier del «Poinçon de Geneve».
Ya os puedo adelantar que el recorrido por las diversas instalaciones de Cartier es la que más me ha sorprendido de cuantas manufacturas he visitado. Por un lado he confirmado lo que ya sabía; que el nivel, historia y prestigio de la relojería Cartier es equivalente al de su prestigiosa joyería, algo que (no me cansaré de repetir) no se reconoce como debiera.
Pero además, en esta extensa experiencia Cartier que he tenido el privilegio de vivir, he visto lo que no esperaba ver y he descubierto un concepto estratégico y una planificación de la producción que me atrevería a decir está un paso por delante de la mayoría del resto del sector. Otro aspecto que me ha asombrado, es que la estrategia también se aplica a la planificación de las visitas, algo que una vez vivido se antoja sencillo y lógico, pero que no he experimentado a tal nivel en otra manufactura. Pero no nos adelantemos y vayamos por partes.
Dado que reunir toda la experiencia vivida en un solo artículo, que excedería toda lógica de extensión para ser ameno y no resultar apabullante de información, he decidido dividirla en tres capítulos que publicaremos en orden cronológico.
La Boutique Cartier de Ginebra
Con toda la lógica del mundo os preguntaréis que tiene que ver una boutique con la manufactura. Habitualmente nada, pero no es el caso de esta boutique Cartier ubicada en la Rue du Rhône de Ginebra, ya que en su planta superior alberga el Atelier Cartier del «Poinçon de Geneve». Dicho de otro modo, donde se ensamblan y regulan las piezas de más alto nivel relojero de Cartier. Pero además, también encontramos en esta boutique Cartier de Ginebra el Taller de Restauración, que como indica a las claras su nombre, se dedica a la reparación y restauración de cualquier reloj Cartier antiguo, sea cual sea su época de construcción, un servicio que solo ofrecen algunas de las firmas más prestigiosas de la relojería suiza.
Aunque la de Ginebra, construida en los años 60, no es la boutique más atractiva de las muchas que Cartier cuenta alrededor del mundo, su sello es inconfundible, no permitiendo olvidar al visitante que estamos en un emporio de una de las firmas más prestigiosas y con más historia de lo que hoy denominamos (a mí no me gusta) como el mundo del Lujo.
Pero en este caso, lo importante para nuestros fines lo encontramos en la segunda planta, donde nos adentramos en lo que podríamos denominar como mini-taller de Alta Relojería. Con el término «mini» hago referencia a su tamaño, pero no a la calidad de sus impresionantes instalaciones, que albergan unos puestos de trabajo que por su comodidad y estética serían la envidia de cualquier directivo de alto nivel.
En la imagen superior observaréis algo que se repite incluso en las manufacturas mas modernas. A imagen y semejanza de los antiguos «cabinotiers», que con el fin de poder trabajar el máximo tiempo con luz solar, se ubicaban en las buhardillas de las antiguas manufacturas ginebrinas, el acristalamiento predomina en toda la planta superior. Todo esta pensado para que los puestos de trabajo de los relojeros cuenten con una gran cantidad de luz natural y que lo haga durante el mayor periodo de tiempo posible.
En el Atelier Cartier del «Poinçon de Geneve», pude debatir sin ningún tipo de restricción con sus máximos responsables que, como es habitual en el sector de la Alta Relojería suiza, atienden a los visitantes con una amabilidad y dedicación que dudo podamos encontrar en ningún otro sector. Como no creo que sean actores profesionales, resulta sorprendente la naturalidad con la que responden a cualquier cuestión que se les plantee. Es evidente que Cartier tiene muy claro que la atención a la prensa y a sus clientes finales es vital y determinante para transmitir una imagen de marca irreprochable.
En este taller he tenido la oportunidad de poder tener en mi mano algunas de las mayores complicaciones del catálogo de Cartier, algo que dada su muy escasa producción es casi imposible de disfrutar en otra ocasión, salvo en el año concreto en que se presenta cada una de ellas durante el Salón ginebrino del SIHH.
En la imagen superior izquierda podéis contemplar una de las obras ed arte mecánicas que se ensamblan y regulan en el Atelier del «Poinçon de Geneve» de esta Boutique Cartier de Ginebra. No penséis que se trata de piezas de exhibición. Son relojes que se están preparando para entregar al cliente que los ha encargado. Por ello, y a pesar de la deferencia de dejarme retirar la capa de plástico que envuelve la caja, es imprescindible utilizar los pertinentes guantes para manejarla.
Como he comentado anteriormente, Cartier cuenta con una enorme y moderna manufactura en La Chaux-de-Fonds y parece lógico que el ensamblaje de estos relojes se hiciera allí, donde se producen y se realizan los acabados de todas las piezas que los componen. El nombre de Atelier del «Poinçon de Geneve» de este departamento nos da la respuesta. Una de las exigencias de este sello de calidad, probablemente la más controvertida, es que el reloj debe ser ensamblado en Ginebra, una exigencia que no se traslada a la producción de los componentes. Dicho de otro modo, si estos relojes de Cartier se ensamblaran en su manufactura de La Chaux-de-Fonds no podrían ostentar el Sello de Ginebra.
Entre las maravillas que pude admirar se encontraban piezas tan exclusivas como el impresionante Rotonde de Cartier Astrocalendaire, un reloj cuyo calibre 9459 MC ofrece las complicaciones de Tourbillon y Calendario Perpetuo y que las aúna con la típica originalidad estética de la que solo Cartier es capaz. Pero, por si fuera poco, no se trata del modelo de producción «regular» sino de uno de los miembros de la trilogía «Fine Watchmaking» que Cartier presento en edición limitada a finales del año 2015. Se trata de un lujoso estuche que alberga tres relojes que comparten una caja estilo Rotonde de 45 milímetros realizada en oro blanco, ofreciendo cada uno de ellos un conjunto de las complicaciones más emblemáticas de Cartier.
Este reloj equipa el calibre 9454 MC que aporta un Tourbillon en «configuración misteriosa», como si flotara en el aire, una complicación icónica en la relojería Cartier. Al igual que su hermano de trilogía se diferencia de los modelos «convencionales» por la decoración guilloché cubierta de esmalte azul de su esfera.
Solo faltaba el tercer miembro se esta espectacular trilogía, el Rotonde de Cartier Minute Repeater Flying Tourbillon, que con su calibre 9402 MC ofrece las complicaciones de Tourbillon Volante y Repetición de Minutos. Supongo que, o bien aun estaba en proceso de ensamblaje o ya había finalizado todo el proceso. Lo que está claro es que un muy afortunado coleccionista estaba a punto de recibir su Trilogía «»Fine Watchmaking», algo de lo que solo cinco personas podrán gozar, pues esta exigua cifra es el total de Trilogías que producirá Cartier.
Mas interesante aun si cabe, es el departamento que antes ha mencionado de restauración de piezas antiguas. No por el hecho en sí de ofrecer la posibilidad a sus propietarios de dejar su reloj «vintage» como salió de la manufactura hace décadas, sino por otro servicio que, por lo menos yo, desconocía que existiese. Se trata de lo que podríamos denominar como mercado exclusivo de compra-venta garantizado.
¿Que significa este complicado término que me he inventado? Significa que Cartier adquiere relojes antiguos de los que sus propietarios quieren desprenderse y los restaura para venderlos a nuevos clientes, mayormente coleccionistas, que buscan una pieza descatalogada. Cierto que ello también se ofrece en multitud de páginas webs y de empresas de subastas especializadas en relojería, pero la gran diferencia es que la restauración la han llevado a cabo los mayores expertos de la misma Cartier y que por tanto les otorga una garantía de originalidad que nadie más puede ofrecer.
En la imagen superior podemos observar un calibre Jaeger-LeCoultre 101 en pleno proceso de restauración. Como ya sabéis la mayoría, se trata un célebre movimiento que además de Cartier también han utilizado otras firmas de prestigio para sus creaciones más artísticas. El gran mérito de este movimiento de forma «baguette» es su minúsculo tamaño, lo que le convierte en ideal para relojes de diseño atípico o incluso para obras de arte como es el caso de alguna escultura de Dalí.
No puedo finalizar este primer capítulo de mi «Experiencia Cartier» sin trasladar mi agradecimiento a Juan Carlos Oyanguren, Responsable de Relaciones Públicas y Prensa de Cartier, que aparte de organizar el viaje nos ha acompañado diligentemente a lo largo de toda nuestra estancia. Y, evidentemente extender el agradecimiento a todos los miembros de Cartier, que son muchos, que nos han atendido durante nuestra visita a los diversos departamentos.