Sorprendente por sus dimensiones, geometría, esfera y calibre, el Mille Miglia Lab One es uno de los relojes más complejos fabricados por Chopard.

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La histórica relación de Chopard con la mítica carrera italiana Mille Miglia ha dado lugar a una de las más longevas y emblemáticas colecciones de la alta relojería, en que las referencias estéticas al mundo del motor son constantes.   El último ejemplo de ello os lo hemos descubierto hace escasos días, el Mille Miglia 2020 Race Edition, un precioso cronógrafo de look vintage que se suma a las ediciones especiales que Chopard lanza año tras año desde 1988 con motivo de la celebración del rally que transcurre por los bellos paisajes de la Lombardía. Pero ahora, la cálida inspiración histórica de los Mille Miglia salta por los aires con el espectacular Mille Miglia Lab One, un concept watch cuyo aspecto técnico e industrial deriva directamente de los coches de competición de alto rendimiento.

Chopard Mille Miglia Lab One

Lanzado en una limitadísima edición de solo veinte piezas, la caja del Lab One sorprende tanto por su tamaño como por su forma, mientras que su esfera semi-esqueletada no dejará a nadie indiferente. Pero tan o más interesante que su «envoltorio» es el mecanismo que late su interior, ni más ni menos que el primer tourbillon automático de la firma.

Caja en forma de cojín de simétrica silueta decagonal

Enorme. Con una altura de 48,60 mm y un ancho de 46 mm, no podemos decir que sea precisamente un reloj de medidas contenidas. Con una compleja estructura tripartita, la caja de formas angulares se presenta como una versión geométrica modernista del clásico estilo tonneau, rematada por cuatro prominentes tornillos hexagonales funcionales en las esquinas que agregan un toque industrial.

Chopard Mille Miglia Lab One

El material elegido para la caja del Mille Miglia Lab One es el titanio revestido en DLC negro, que dada su dureza (la misma que el acero), su bajo peso específico (la mitad del acero) y su estética industrial, es el idóneo para un reloj con este carácter, al tiempo que es coherente con la semejanza automovilística que pregona Chopard, mundo en el cual la relación peso/potencia y la rigidez son factores primordiales.

Si sus dimensiones XXL, su geometría angular y su look negro son su tarjeta de visita, enseguida nos damos cuenta de la aparente ausencia de la tradicional corona. Para maximizar la ergonomía del reloj, Chopard la ubica a la izquierda debajo del reloj e interactúa lateralmente con el movimiento. Este sistema pendiente de patente tiene forma de rueda con llanta de radios, y se coloca casi al ras contra el fondo de la caja a las 9 en punto. Esta disposición poco ortodoxa ayuda a ofrecer una imagen de simetría poco habitual.

Chopard Mille Miglia Lab One

Cuando le damos la vuelta, la sorpresa continúa al ver como el cristal de zafiro se encuentra claramente hundido respecto a la trasera, con una transición realizada mediante un anillo inclinado con decoración acanalada. Esta arquitectura se debe al sistema antes descrito de corona oculta. Dudo que con ello se mejore la facilidad de uso o su comodidad si tenemos en cuenta el evidente aumento de grosor que conlleva, situando esta cifra en 14,85 mm. En cambio, sí que debemos aceptar que en un reloj de estas dimensiones, una tradicional corona a las 3 horas podría suponer una molestia al «clavarse» en la parte superior de la muñeca cuando movemos la mano.

Un aspecto en el que muestra cierta carencia es su hermeticidad, únicamente unos 50 metros que me parecen escasos en un reloj de carácter deportivo.

Esfera de múltiples referencias automovilísticas

Si la caja no pasa desapercibida, menos aún su esfera semi-esqueletada de generosas dimensiones y diseño controvertido. La ventaja que conlleva su tamaño es que permite incluir varias complicaciones y que todas ellas ofrezcan una buena legibilidad, lo que supone un punto a tener en cuenta.

Chopard Mille Miglia Lab One

Como cabía esperar en el modelo más extremo de los Mille Miglia de Chopard, la esfera también implementa numerosas referencias estéticas al mundo del automovilismo de competición en su vertiente más industrial. Con predominancia absoluta del negro y el plateado, el fondo incluye una rejilla plateada calada en los laterales y parte inferior que recuerda una rejilla de radiador, mientras la zona central está protegida por un capó que simula la tapa perforada del bloque de los cilindros, negro con franjas plateadas, e incluye el nombre de Chopard y un gran numeral arábigo a las 12 horas. Justo bajo él se abre un calado a través de cual observamos parte de los dos discos de la función de gran fecha (uno para las decenas y otro para las unidades), cuya lectura realizaremos a través del marco flotante negro atornillado.

Chopard Mille Miglia Lab One

Las grandes manecillas caladas, en forma de espada y puntas rellenas de Super-LumiNova, señalan horas y minutos sobre la minimalista escala serigrafiada sobre el realce perimetral que mantiene la misma forma decagonal de la caja. Pero es en la zona meridional de la esfera donde se concentra la parte visible de su complicación mecánica. Sobre las 6 horas encontramos el tourbillon y su gran puente formado por una doble barra satinada horizontal, flanqueado a la derecha por la indicación retrógrada del día de la semana y a la izquierda por el indicador de reserva de marcha.

Chopard Mille Miglia Lab One

Gracias al diseño especular de estos dos indicadores plateados de textura arenada, la simetría general de este reloj es prácticamente absoluta. A pesar de que su color negro hace que pierda visibilidad, del eje del tourbillon nace la manecilla que hace las veces de pequeño segundero al girar los 360º en 60 segundos. En contraste, los dos indicadores antes citados implementan los únicos detalles en rojo (manecillas y escala) que, aportando un necesario toque deportivo, rompen la dualidad cromática negro y plata del reloj. Este espíritu racing también lo podemos ver en la escala de la reserva de marcha, cuyas leyendas Full, 1/2 y Empty recuerdan los indicadores de combustible de los tabliers automovilísticos.

Calibre 04.03-M, el primer tourbillon automático de Chopard

Claramente se inspira en el calibre de forma L.U.C 04.01-L, un mecanismo de cuerda manual que se encuentra dentro de los modelos Chopard L.U.C Engine One Tourbillon. Pero a pesar de que el nuevo 04.03-M (no L.U.C) sea un calibre de forma con tourbillon y remonte automático, quizás su mayor innovación es el mecanismo de parada de su tourbillon.

Chopard Mille Miglia Lab One

Si bien la mayoría de los movimientos mecánicos modernos detienen el funcionamiento del segundero cuando se extrae la corona, hay muy pocos movimientos con tourbillon que hagan lo mismo. El mecanismo involucrado es engañosamente simple: su jaula se detiene mediante un par de palancas montadas axialmente que enganchan y sujetan el tourbillon una vez que se tira de la corona, de forma similar a un sistema de frenos de disco. Gracias a ello, el movimiento se puede poner en hora con un segundo de precisión.

Otra de las patentes registradas por Chopard concierne al volante Variner, que confiere al movimiento una marcha estable al compensar las variaciones de la inercia durante todo el tiempo de uso del reloj. Con su cronometría certificada por el COSC, el Chopard 04.03-M ofrece una reserva de marcha de 60 horas mientras late a una frecuencia de 28.800 alternancias por hora (4 Hz). Sus acabados son de estilo motor; los puentes y el rotor de textura arenada presentan un tratamiento galvánico oscuro sobre el que destacan las inscripciones en rojo. Con sus 485 piezas, el calibre 04.04-M es uno de los movimientos más complejos jamás realizados por Chopard.

Chopard Mille Miglia Lab One

Por último, el Mille Miglia Lab One se entrega con correa muy consecuente con su ADN automovilístico. Fabricada con una capa exterior de fibra de carbono tejida, el forro interior de caucho proporciona flexibilidad y comodidad, y se combina con un cierre desplegable de titanio en DLC negro.
Con el número de referencia168599-3001, esta edición limitada a 20 unidades se venderá exclusivamente en las boutiques Chopard con un precio de 128.500 €.

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Ingeniero geólogo, Master en Geología Marina y Master en Restauración Medioambiental, Co-fundador y editor en Watch-test. Opinión, pasión y rigor, son los pilares fundamentales que sustentan la redacción de mis artículos. La clave, disfrutar de una profesión que coincide con mi afición.

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