Chopard presenta la colección Alpine Eagle que, inspirada en un diseño de los años 80, ambiciona a situarse en la cúspide de los relojes deportivos de lujo en acero.

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Si antes os hablábamos del compromiso de Chopard con el oro ético, ahora es el acero el que une en esta búsqueda de trazabilidad gracias al novedoso Lucent Steel A223, una aleación que presenta características únicas. Producido por proveedores europeos con una huella de carbono reducida, el Lucent Steel A223 es una aleación compuesta por un 70% de acero inoxidable reciclado y un 30% de acero extraído de fuentes 100% trazables. Eso sí, Chopard también recicla el 100% de sus desechos de acero. Y si por si fuera poco, además es hipoalergénico.

Chopard Alpine Eagle

El acero Lucent Steel A223 es, como su nombre indica, más duro que el 316L: si éste tiene un índice de dureza de 150 Vickers, el acero de Chopard alcanza los 223 Vickers, un increíble 50% más. En segundo lugar, tiene una blancura y brillo increíbles, una apariencia en consonancia con lo que debería ser la máxima expresión de un reloj de lujo en acero. Ello es fruto de su estructura cristalina homogénea, de la que se han eliminado casi todas las inclusiones. Esta pureza le permite reflejar la luz de una manera única.

Chopard Alpine Eagle

La industrialización de esta nueva aleación, cuya elaboración ha requerido nada menos que cuatro años de investigación y desarrollo, ha sido un auténtico desafío por su complejidad. Debido a su dureza, es lógico que tanto el tiempo de fabricación como el desgaste de las herramientas de mecanización aumente significativamente. 

El Alpine Eagle se lanza en dos diámetros de 41 y 36 mm, con grosores de 9,70 y 8,40 mm respectivamente. No podemos decir que sean ultra-delgados, pero son cotas que transmiten elegancia y permiten una excelente comodidad de uso a la vez que reflejan la solidez que todo reloj deportivo debería tener. Si los comparamos con sus «rivales», los grosores son muy parecidos: 9,80 mm el Royal Oak de 41 mm y 8,30 mm el Nautilus de 40 mm.

Chopard Alpine Eagle

Bautizados como Large y Small según su tamaño, Chopard lanza diez versiones, tres de ellas de 41 mm y siete de 36 mm, en acero, oro o bi-tonal. Mirando la colección y viendo los relojes de 36 mm con cajas y pulseras engastadas, es tentador y lógico atribuir que este tamaño está destinado al sector femenino, pero no es así como Chopard los presenta, denominando la colección como unisex. La inmensa mayoría de hombres se decantarán por los modelos Large mientras que las mujeres se encontrarán más cómodas con los Small, pero también es cierto que cada vez hay mas clientas que aprecian la mayor presencia y rotundidad de los relojes masculinos, del mismo modo que hay muñecas masculinas que prefieren diámetros más discretos.

Chopard Alpine Eagle

Sus formas de geometría tonneau de líneas rectas incluyen una de las señas de identidad del St. Mortiz: los ocho tornillos en el bisel que ensamblan la caja, agrupados en pares situados en las posiciones cardinales. Un detalle que para mí resulta imprescindible en aquellos relojes que muestran los tornillos es la alineación de su ranura. En el caso del Alpine Eagle, las ranuras están dispuestas tangencialmente a la curvatura del bisel. Para muchos puede parecer una tontería, pero son esta clase de detalles los que creo que debería ofrecer un reloj que se considere de alta gama.
En aras de una necesaria modernización, el bisel abandona la artística forma original,  sin las protuberancias alrededor de los tornillos, para adoptar una geometría totalmente circular que encaja mejor con los gustos actuales.

Chopard Alpine Eagle

La carrura mantiene una simetría perfecta gracias a que los protectores de corona a la derecha tienen su réplica exacta en la parte izquierda, un detalle estético que nos remite de nuevo al St. Moritz, y que nos recuerda, inevitablemente, al Nautilus de Patek Philippe y sus famosas «orejas». Si os fijáis bien en la imagen superior, veréis que estos protectores no son una prolongación estructural de la carrura, sino que forman parte de un anillo circular dispuesto entre ella y el bisel, con un diámetro ligeramente superior a éste último. Esta pieza se encaja en la carrura mediante cuatro muescas:

He de deciros que me encanta esta solución estética del Alpine Eagle, tanto por su diseño y geometría simétrica a ambos lados de la caja como por su perfecta y fluida integración de todos los elementos.

Así pues, la caja está formada por cuatro elementos que son, de arriba a abajo, el bisel, el anillo que incluye los protectores, la carrura y el fondo con cristal de zafiro. El conjunto queda ensamblado mediante los ocho tornillos que, si bien están alineados en el bisel, no ocurre lo mismo con las cabezas visibles en la trasera, un hecho por otra parte lógico y esperado. La hermeticidad conseguida es de 100 metros, una cifra adecuada para un reloj polivalente al que no le daremos un uso como diver.

Chopard Alpine Eagle

Todas las superficies planas del Alpine Eagle están satinadas, una terminación que contrasta con el pulido de los chaflanes, creando un juego de reflejos que queda magnificado por el espectacular brillo del Lucent Steel A223. Este doble acabado también se implementa en la corona acanalada. En ella encontramos el grabado de la rosa de los vientos, el logo de la colección que también se muestra en la trasera.

Chopard Alpine Eagle

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Ingeniero geólogo, Master en Geología Marina y Master en Restauración Medioambiental, Co-fundador y editor en Watch-test. Opinión, pasión y rigor, son los pilares fundamentales que sustentan la redacción de mis artículos. La clave, disfrutar de una profesión que coincide con mi afición.

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