La Mille Miglia celebra su 90º aniversario de la mano de Chopard
Con motivo de la celebración del 90ª aniversario de la Mille Miglia y su íntima relación con Chopard, os ofrecemos un viaje por su fascinante historia.
Relojes y coches…, coches y relojes…, no importa el orden, dos mundos íntimamente ligados por ser objeto de deseo del hombre que tienen en la mecánica y el diseño su fascinante punto de encuentro. Innovación, I+D, rendimiento y eficiencia mecánica, nuevos diseños y acabados, la estructura básica chasis/motor frente a caja/calibre,… Como vemos, las similitudes son incontables a pesar de su evidente diferencia dimensional, a lo que debemos sumar su innegable atractivo como objeto de lujo y como referente de status. Y si por si esto no fuera suficiente, debemos considerar el indiscutible papel protagonista que adquiere la relojería en su papel como cronometrador de las competiciones automovilísticas, en las que una centésima puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Es en este ámbito deportivo donde podemos encontramos, desde 1988, una de las más sólidas relaciones entre ambos mundos: la histórica carrera Mille Miglia y Chopard.
El origen de esta estrecha unión ha sido la pasión personal de Karl-Friedrich Scheufele por los coches clásicos. Su impulso ha convertido a la Casa Chopard en el principal patrocinador de la mítica Mille Miglia y en una de las primeras marcas relojeras en asociar su nombre al mundo del automovilismo
En esta serie de dos artículos aprovecharemos la celebración del 90º aniversario de la primera corsa de la Mille Miglia para hacer un recorrido por su historia (24 ediciones celebradas entre los años 1927 y 1957) a través del diseño gráfico de su publicidad, enlazando con un viaje por todas las ediciones Mille Miglia Race Edition que Chopard ha lanzado anualmente con motivo de su patrocinio.
Los orígenes de una carrera legendaria
Italia ha sido un país históricamente asociado al automovilismo. Ferrari, Lamborghini, De Tomaso, Zagato, Abarth, Lancia, Pagani, Pininfarina, Maserati, Alfa Romeo… todos ellos nombres íntimamente relacionados con el mundo de la competición y que tienen sus raíces en el país transalpino.
Situada en la septentrional región de La Lombardía, Brescia fue una de las cunas de la pasión por las carrera: a finales del siglo XIX, entre 1895 y 1898 hubo tres competiciones de carreras de motor, pero para 1899 ese número había subido a una veintena. Incluso hay un viejo lema que dice que por las venas de los bresciani fluye combustible en vez de sangre. Así pues, no fue una coincidencia que a principios del siglo XX se fundara en Brescia seis empresas dedicadas a la fabricación de automóviles, otra indicación de su vocación.
La primera aparición de un coche de carreras en Brescia se produjo el 14 de marzo de 1899, durante la carrera Verona-Mantua-Brescia-Verona, cuando Ettore Bugatti ganó, conduciendo su Prinetti & Stucchi, un vehículo de tres ruedas. Aunque los brescianos estuvieran involucrados en la organización de esta carrera veronesa, lo que realmente querían era tener su propia carrera. Por lo tanto decidieron organizar dos carreras, la primera de las cuales tuvo lugar el 10 de septiembre de 1899, y la segunda al día siguiente. Ese domingo, Brescia celebró la primera «carrera de velocidad», una carrera de automóviles de 6 km en la carretera de circunvalación de la ciudad, además de una carrera de motocicletas. El lunes siguiente, comenzó la carrera Brescia-Mantua-Verona-Brescia con un recorrido final de 223 km
La gran pasión de Brescia por los vehículos de motor les llevó a crear su propio Automobile Club en 1906. Sin embargo, permaneció bajo las alas del Milan Automobile Club hasta 1926, cuando el Brescia Automobile Club oficial se estableció bajo las nuevas reglas del Royal Automobile Club de Italia. Estos reglamentos fueron entonces instituidos oficialmente por el decreto-ley de 14 de noviembre de 1926. Este decreto concedió el establecimiento del Club Automovilístico de Brescia, así como el Registro Público de Vehículos Motorizados (PRA).
Hasta después del final de la Primera Guerra Mundial no se organizaron más carreras. Gracias a Arturo Mercanti, la ciudad asumió la organización del Gran Premio de Italia, que se añadió a una amplia gama de eventos organizados bajo el nombre de «International Automotive-Air Circuit» en 1921. Además de La preparación de una carrera conocida como «Flying Kilometer», y otras carreras diseñadas para categorías menores, obviamente se dio mayor atención al nuevo circuito de Brescia, conocido como «Circuito della Fascia d’Oro». El nombre de la pista de aterrizaje «Fascia d’Oro» fue tomado de la zona cerca de Montichiari, un pequeño pueblo cerca de Brescia, donde se inició el primer Gran Premio de Italia el 4 de septiembre de 1921. En 1922, Arturo Mercanti abrió el «Circuito de Monza» y trasladó el Gran Premio de Italia a este nueva ubicación al norte de Milán, donde todavía tiene lugar.
La pérdida del Gran Premio de Italia supuso un duro golpe para Brescia, por lo que dos nobles de la ciudad, los condes Aymo Maggi y Franco Mazzoti decidieron compensarlo con la creación de la Mille Miglia, ayudados por Renzo Castagneto y el decano de los periodistas del motor, Giovanni Canestrini, de La Gazzetta dello Sport.
Una vez decidieron no apostar por una carrera en circuito cerrado, uno de ellos puso sobre la mesa un mapa y trazó un hipotético recorrido que, siguiendo las principales carreteras de la época, salía desde Brescia, bajaba hasta Roma y regresaba otra vez a la ciudad de salida. Eran 1600 kilómetros, unas mil millas, por carreteras de montaña y veloces rectas a través de las llanuras. Mazzotti fue quien lanzó la propuesta de llamar a la nueva carrera de fondo «Mille Miglia», y, en sólo tres meses, los organizadores pusieron en marcha la primera edición de la prueba.
La Mille Miglia, «la corsa più bella del mondo»
El 27 de marzo de 1927, un total de 77 vehículos salieron desde Brescia, de los cuales 55 completaron la carrera. Los primeros ganadores fueron la pareja Ferdinando Minoia y Giuseppe Morandi al volante del Osca Maserati de Brescia, logrando un registro de 21 horas, 4 minutos, 48 segundos y 20 centésimas, lo que representa una media de 77,238 km por hora. El éxito entre el público fue tal que el régimen italiano hizo suya la carrera, decretando que ésta tenía que entrar por derecho propio en el calendario oficial de las competiciones italianas. Aunque mantuvo su trazado en forma de ocho y un kilometraje aproximado a esas mill millas que le dan nombre, el recorrido varió trece veces en su primera etapa.
Durante la celebración de la 12ª edición, en 1938, tuvo lugar un grave accidente poco después de Bolonia. Un Lancia Aprilia , de hecho, se salió del camino y terminó contra la multitud matando a diez espectadores, entre ellos siete niños. Otros veinte y tres personas resultaron heridas. La causa del accidente no fue aclarado por completo. Sin embargo, el primer ministro, Benito Mussolini , decidió no conceder el permiso para correr carreras en la vía pública.
Dos años después se volvió a celebrar la carrera bajo el nombre oficial de Gran Premio de Brescia, que consistía en nueve vueltas a un recorrido triangular entre las ciudades de Brescia, Mantua y Cremona, con el fin de alcanzar una longitud similar a las tradicionales 1.000 millas, quedándose en 1.486 km. Esta edición fue ganada por los alemanes Fritz Huschke von Hanstein y Walter Baumer a los mandos de un- BMW 328 coupé, alcanzando una velocidad media de 166,723 km/h. Como vemos, duplicaron con creces los 77,238 km/h acreditados en la primera edición celebrada sólo trece años antes. A pesar de ello, las trece ediciones han visto ganar once veces a una pareja italiana, diez de ellas a los mandos de los casi imbatibles Alfa Romeo.
Debido a la Segunda Guerra Mundial, la carrera dejó de celebrarse durante seis años, reanudándose el 24 de junio de 1947. Retomando su dominio de la primera épocas de la Mille Miglia, los ganadores fueron italianos a los mandos de un Alfa Romeo. Sin embargo, esta carrera fue el preludio del inicio del reinado de Ferrari durante los próximos diez años, con ocho victorias.
En 1957, un trágico accidente, causado por el estallido de un neumático, costó la vida del piloto español Alfonso de Portago , el copiloto estadounidense Edmund Gurner Nelson, y nueve espectadores entre los que se contaban cinco niños. Debido a ello, la carrera fue finalmente suspendida, y Enzo Ferrari , el fabricante del automóvil causante del accidente involucrados, se sometió a un proceso que duró varios años y del que, finalmente, salió indemne.
El Automóvil Club de Brescia intentó dar continuidad a la carrera, y en 1958, 1959 y 196 , frente a la insistencia de las autoridades en no conceder los permisos para celebrar carreras urbanas de velocidad, organizó tres ediciones de nuevo denominada Mille Miglia, pero bajo una fórmula que alterna tramos cortos de velocidad con tramos largos a una velocidad media de 50 km/h. Por ejemplo, en la edición de 1958, el recorrido total fue de 1.593 kilómetros, de los cuales sólo 83,5 fueron de velocidad.
Dos décadas después del trágico accidente de 1957, la Mille Miglia renació de sus cenizas como rally de regularidad reservado a los coches que habían hecho historia en la «corsa più bella del mondo» entre 1927 y 1957. Tras un primer intento con esta modalidad en 1977, la segunda y la tercera edición de la «Mille Miglia Storica» tuvieron lugar en 1982 y 1984. El año 1986 marcó la vuelta definitiva de esta carrera que sale de la rampa de Brescia y es sin duda la más popular del mundo en su categoría.
En 1988, Chopard asumió un doble papel como socio y cronometrador oficial de la célebre Mille Miglia. Estos dos vínculos ahora indisolubles nacieron de la pasión de Karl-Friedrich Scheufele por los coches clásicos. Con su impulso, Chopard se convirtió en el principal patrocinador de la legendaria Mille Miglia y en una de las primeras marcas relojeras en asociar su nombre con el mundo del automóvil. Para Karl-Friedrich Scheufele fue una evolución natural: «Los amantes de los automóviles con clase suelen tener debilidad por los relojes más exquisitos, y a la inversa. En ambos casos, se le concede una especial importancia a la precisión extrema y a la elegancia deportiva».
Como ya hemos comentado al inicio, este año se cumple el 90º aniversario de la celebración de la primera carrera de la Mille Miglia. En el próximo artículo nos referiremos a ella y descubriremos los fascinantes Mille Miglia Race Edition que Chopard lanza anualmente desde 1988.