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Chopard nos presenta un nuevo reloj bajo el título Qualité Fleurier. Esto significa que esta pieza entra a formar parte del muy reducido club de los Chopard más perfectos dentro de su colección más elitista: los L.U.C.

Las exigencias para formar parte de este exclusivo club son muy altas. Prueba de ello es que antes de este Qualité Fleurier Chronometer, solo tres Chopard L.U.C. habían llegado a ostentar este certificado: el primer L.U.C Qualité Fleurier presentado en 2005, el L.U.C Tech Qualité Fleurier del 2009 y el L.U.C Triple Certification Tourbillon de 2011.

Qualité Fleurier es un organismo independiente que certifica bajo parámetros muy exigentes la calidad de terminaciones, la fiabilidad y la cronometría de un reloj. Por tanto, en su planteamiento se asemeja bastante al recientemente creado Sello Patek Philippe y supera en sus exigencias al Poinçon de Geneve, que solo certifica la calidad de acabados, y al C.O.S.C., que solo certifica la cronometría de los relojes.

Los controles cronométricos de este certificado de denominan Fleuritest, que se efectúan mediante una maquina especialmente diseñada, reproducen lo más fielmente posible las condiciones en las que funciona un reloj sobre la muñeca de su propietario durante las 24 horas del día. El margen de tolerancia se debe mantener entre los 0 y +5 segundos de variación máxima diaria. Por tanto, su exigencia es el doble que la del C.O.S.C. y equivalente a la de Patek Philippe, pero con un margen que siempre debe ser adelanto.

En mi opinión, es mucho más lógico el baremo del sello Patek Philippe, ya que la mayor parte de su margen se mantiene en el sector negativo (-3). Para esta afirmación me baso en que la mayoría de desviaciones más habituales que se producen en un reloj con el paso del tiempo, ya sea desgaste, magnetismo o pérdida de energía, siempre generan una menor amplitud de oscilación del volante, lo que origina adelanto. Otro aspecto que me parece recurrente e innecesario es el certificado C.O.S.C., ya que además de tener un margen de exigencia cronométrica mucho menor, se realiza al movimiento antes de montar en el reloj, lo que no garantiza que una vez montado, y debido a su proceso, se mantenga la desviación medida.

Centrándonos en el reloj que ostenta todos estos certificados, es una auténtica demostración de discreción y de exquisitez oculta. Discreción por su diseño, tanto de caja como de esfera. Exquisitez por la sofisticación en la ejecución de estos elementos y del calibre que se aloja en su interior. Oculta porque esta complejidad de ejecución en todos sus elementos solo es visible bajo una atenta observación (mejor con una lupa), que además en el caso del calibre exige dar la vuelta al reloj.

Para un reloj de este tipo, la arquitectura de su caja, de 39 milímetros de diámetro, es idónea pues representa la esencia del clasicismo: diseño redondo, grosor contenido y bisel fino. Si solo atendemos a cifras absolutas, los 9,47 milímetros de grosor son correctos, pero nada extraordinarios para un reloj sin complicaciones. Pero si observamos la arquitectura de su mecanismo y las prestaciones que ofrece, especialmente en lo concerniente a la reserva de marcha, dicho grosor se podría calificar de una finura sobresaliente.

La esfera, con decoración satinada tipo «soleil», es sumamente discreta. Pero como ya he comentado, si realizamos una observación atenta, veremos que no está en absoluto exenta de complejidad. La distribución de las indicaciones es lógica y equilibrada, tanto por proporciones como por simetrismo.

El índice perimetral es de lo más básico, recurriendo a finos segmentos para indicar los minutos. Obviamente existen innumerables diseños más complejos, pero ninguno más legible. Las horas se indican mediante índices aplicados con diversos diseños en función de su ubicación, pero siempre respetando la simetría y contando todos ellos con material luminiscente, que nos permite leer el tiempo en condiciones de oscuridad. Las agujas, también luminiscentes, parten de un diseño tipo espada que en su extremo se afinan de un modo radical.

Si nos paramos a pensar del porqué del diseño de todos estos elementos de la esfera, concluiremos que atienden a una finalidad irrenunciable que es la precisión de lectura. Este parámetro casi obsesivo que rige la esfera de este L.U.C. me parece coherente en grado extremo, pues estamos ante un cronómetro, un tipo de guardatiempo que fue creado para servir de referencia a los demás relojes, y que por tanto debe proporcionar una exactitud y facilidad de lectura sin tacha.

El único elemento de la esfera que criticaré es el contador de segundos ubicado a las 6 horas. Mi crítica no se debe a su diseño ni a sus acabados, en linea con la exquisitez del resto del conjunto, sino a la ausencia de índices para todos los segundos que componen un minuto, limitándose a uno para cada 5 segundos. Esta ausencia no se corresponde con la vocación cronométrica de este reloj, pues nos impide realizar un seguimiento preciso de su variación de marcha.

El movimiento que equipa este L.U.C. Qualité Fleurier es el calibre manufactura 96.09. No os extrañe si en la imagen veis la inscripción 9.96, pues por motivos que desconozco, Chopard tiene la costumbre de gravar de forma distinta la numeración de algunos de sus calibres con respecto a como se indican oficialmente en los datos que suministra.

Los acabados de todos los elementos que lo conforman son realmente difíciles de superar y a simple vista me reconozco incapaz de diferenciarlos de los de las firmas más reconocidas de la Alta Relojería. Una observación muy aumentada puede mostrar evidencias en favor de los acabados de los calibres de una u otra marca de este nivel, pero para ello una lupa ofrece pocos aumentos y probablemente habría que recurrir a un microscopio.

Más notable si cabe son los parámetros técnicos de este 96.09, y aquí es donde enlazo con el tema del grosor de la caja a la que párrafos atrás me refería. Cronometría y gran reserva de marcha son dos conceptos técnicos antagónicos. La reserva de marcha esta condicionada mayormente por la longitud del muelle real que se aloja en el barrilete. Cuanto mayor sea su longitud, mayor será la reserva de marcha que proporciona, pero también será mayor su irregularidad de suministro de energía a lo largo de su recorrido, llegando a desviaciones inaceptables cuando se superan ciertos límites.

Como consecuencia de ello, para salvaguardar la precisión, lo habitual es que los relojes con elevadas exigencias de precisión ofrezcan una reserva de marcha comedida, menos incluso de la que que nos proporcionan relojes de menor nivel. Chopard no se rinde a este condicionante técnico y se atreve a ofrecernos 65 horas de reserva de marcha, aproximadamente un 50% más de lo habitual en la mayoría de relojes. para conseguirlo sin comprometer la eficiencia cronométrica, recurre a su tecnología Twin, que se basa en la utilización de dos barriletes superpuestos que albergan dos muelles motores de longitud contenida, pero que al sumarse duplican la energía que proporcionan sin generar grandes alteraciones en su suministro.

En la misma línea, al tratarse de un mecanismo de carga automática, Chopard utiliza un micro-rotor que no excede la altura del resto de puentes de este calibre. Con ello se consigue mantener el reducido grosor del calibre, de solo 3,3 milímetros, y en consecuencia de la caja del reloj que lo alberga. Lo único que me parece extraño es que la masa oscilante no esté realizada en oro, cuya masa específica compensa el menor diámetro de estos rotores. Además la utilización del oro en este elemento sería coherente por coste y por estética, ya que es el mismo material elegido para la caja del reloj. Una posible explicación es que a menudo las imágenes suministradas con una novedad no se corresponden exactamente con el producto que llega finalmente al mercado.

Como habréis visto y padecido, lo que en un inicio era un articulo de presentación de una novedad se ha convertido en un análisis de todos sus componentes. No ha sido premeditado por mi parte, pero hay relojes que dada su complejidad y exquisitez, como es el caso de este L.U.C. Qualité Fleurier de Chopard, me incitan inconscientemente a entrar en todos sus detalles. En consecuencia y a pesar de no seguir el esquema narrativo habitual, creo que lo más coherente es transformar este artículo en un test, con lo que solo me  queda dar mi veredicto y mi puntuación. Evidentemente, debido al habitual desfase temporal entre que se presenta una novedad y esta llega al mercado, no he podido tener esta pieza en mis manos, pero si he tenido muchos L.U.C. y ello me lleva al convencimiento de que la realidad no será inferior a las imágenes e informaciones oficiales sino todo lo contrario.

Como resumen de mi opinión, solo mencionar que este L.U.C. sería de los contadísimos relojes que me podría plantear como alternativa de reloj de vestir, pero de posible uso diario, a mi Vacheron Constantin Patrimony Contemporany. Mi único «pero» son los índices de su segundero que ya he mencionado, pero también tengo que admitir que cuando se llega a mi actual grado de obsesión relojera, encontrar un reloj sin «peros» se convierte en misión imposible.Su precio de venta al público recomendado es de 15.080 €, ya incluido el nuevo IVA. He de reconocer que antes de publicarlo he solicitado a la marca la confirmación de este precio, porque a pesar de ser una cifra muy respetable me parece insólitamente bajo comparado con relojes de características equivalentes y de calidades también equivalentes.

Los que estéis considerando un reloj de este tipo y penséis como yo, no perdáis demasiado tiempo. Se trata de una edición limitada a tan solo 300 ejemplares.

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Décadas de pasión heredada por la relojería. 17 años transmitiendo esta pasión por internet. Primero fue MundoPanerai, luego Cronomundi, ahora Watch-Test. Unos proyectos que nacieron bajo una idea muy clara que se mantiene en el tiempo: el lector busca opinión de calidad y fiable. Con toda la subjetividad que conlleva, opinión y crítica razonada es lo que pienso seguir ofreciendo.

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