Un viaje al corazón del Chopard Alpine Eagle
Viajamos a la manufactura ginebrina de Meyrin para aisitir en directo a la creación del nuevo Chopard Alpine Eagle.
El pasado mes de octubre, se anunció el lanzamiento del Chopard Alpine Eagle, toda una nueva colección de relojes de la prestigiosa manufactura suiza. Esta colección ya la analizó analizó en profundidad Xavier en este artículo. Al no ser una presentación realizada en un salón, feria o evento dedicado, no habíamos tenido la oportunidad de verlo en vivo. Esto siempre crea una cierta desazón al analizar un reloj ya que, como bien sabéis, la percepción puede cambiar mucho de ver una imagen a tenerlo en las manos. Al verlo al natural, la opinión puede mejorar o puede empeorar. No existe una regla para ello y es totalmente impredecible.
Este pasado mes de octubre tuvimos el privilegio de ser invitados por Chopard a una presentación real del Alpine Eagle. Además, para no dejar nada en el tintero, esta presentación se hizo en la Manufactura de Chopard de Meyrin. Ya conocimos esta y las demás manufacturas de Chopard de anteriores viajes, pero esta vez sería distinto. No se trataba de volver a ver todas las instalaciones de Chopard, sino de presenciar en vivo y en directo las fases de producción y manufactura del Alpine Eagle.
Chopard Alpine Eagle: La presentación y el reloj
Todo empezó a primera hora de la mañana en una gran sala donde nos recibieron los directivos responsables del equipo de marketing y comunicación de Chopard. La primera sorpresa fue ver que toda esta sala, de considerables dimensiones, estaba total y exclusivamente decorada con motivos relacionados con el Alpine Eagle. Esta fue la primera muestra real de la gran importancia que Chopard ha concedido a esta nueva colección.
La segunda y definitiva muestra fue la aparición en la sala de Karl-Friedrich Scheufele, Presidente de Chopard. Después de los pertinentes saludos, el Sr. Scheufele subió al atrio para realizar en persona la presentación del Alpine Eagle. Ya quedaba más que claro que para Chopard, esta nueva colección iba mucho más allá de lo habitual en el desarrollo de un nuevo reloj.
El Alpine Eagle trasciende la ya de por sí importante creación de un reloj totalmente nuevo y se convierte en una cuestión estratégica. Probablemente se trate de la piedra angular sobre la cual descansará una importante parte del devenir a corto, medio e incluso largo plazo de Chopard.
En un anexo a la sala donde se realizó la presentación, encontramos una exquisita mesa preparada para deleitarnos con un excelente almuerzo. Nuevamente, por si no había quedado claro, la mesa estaba rodeada de grandes paneles con motivos referentes al nuevo Alpine Eagle.
Pero, vamos con lo que seguro que más os interesa que son los relojes. La intención de Chopard organizando este viaje, que coincidía plenamente con la nuestra, era percibir en vivo el nuevo Alpine Eagle. Chopard tenía muy claro que no nos iba a decepcionar y así fue. Es más, puedo afirmar que el Alpine Eagle tubo un éxito total entre todos los asistentes.
A menudo, cuando la prensa especializada asiste a un gran evento organizado para presentar un nuevo reloj, la educación hace presencia. Aunque el reloj en sí no guste demasiado, nadie lo expresa de forma cruda. Se recurre a aquellos adjetivos o expresiones neutras que no ensalzan excesivamente pero que tampoco pueden entenderse como muy negativas.
En el caso del Alpine Eagle no fue necesario recurrir a estos subterfugios que nos impone el respeto que merece cualquier marca relojera. La unanimidad fue absoluta. Cualquiera de los asistentes estaría encantado de lucir en su muñeca un Alpine Eagle, yo mismo incluido.
Como ya explicó con todo detalle Xavier en el artículo que antes he citado, El Alpine Eagle basa su imagen y su funcionalidad en los elementos claves por los que tiene que destacar cualquier reloj que pretenda triunfar como «de todo uso» o universal.
El primero y absolutamente imprescindible es que se trata de un reloj diseñado para ser ceñido con un brazalete metálico totalmente integrado con la caja. Antes de tenerlo en mis manos, confieso que tenía ciertas dudas sobre el diseño de dicho brazalete. A simple vista, parece que los eslabones que lo conforman se dividan en tres partes; las dos de los extremos con acabado satinado y la central con acabado pulido. Luego veremos que esto no es realmente así.
Pero, lo importante es que la interpretación que Chopard ha realizado en el Alpine Eagle de este tipo de diseño, al que ya recurrió con el Saint Moritz que creó el propio Karl-Friedrich Scheufele en el año 1980, me resultó fascinante. Mucho más positiva de lo que esperaba. Su flexibilidad y por tanto adaptación ergonómica a la muñeca también me resultó perfecta.
El segundo elemento por el que se distingue este tipo de reloj es su bisel. Con acierto, Chopard ha renunciado a basar el diseño del bisel de Alpine Eagle en formas geométricas angulares. Ni octógono ni hexágono; pura y totalmente circular. ¿Cual es por tanto su signo identitario?. Los tornillos, concretamente ocho de ellos dispuestos simétricamente de dos en dos. Este es también un signo identitario del precursor de este tipo de reloj; el Royal Oak de Audemars Piguet. Pero Audemars lo combina con el célebre bisel octogonal y la disposición de los tornillos no es la misma.
Y llegamos al que probablemente es el elemento más difícil de otorgar personalidad propia sin recurrir a formulas más que gastadas; la esfera. Recurrir a un grabado con motivo de cuadros sería inmediatamente calificado como de copia del Royal Oak. Lo mismo ocurriría con un motivo de lineas horizontales con respecto al Nautilus de Patek Philippe. Una esfera lisa no tendría ninguna gracia. Decantarse por decoraciones clásicas tipo Clous de Paris no encajaría demasiado con un reloj que ante todo quiere ser moderno.
Finalmente, Chopard se ha decantado por un satinado que en cierto modo se podría denominar como soleado, un acabado típico y muy utilizado cuyas lineas parten del centro de la esfera y se expanden radialmente hacia el exterior. Todo esto es aplicable al acabado de la esfera del Alpine Eagle, pero con una crucial diferencia. Las lineas de este acabado satinado no son rectas sino curvas. Su curvatura es muy suave y hay que observarla con detenimiento para apreciarla. Pero, lo más importante es que la sensación que transmite es realmente impresionante y distinta de todo lo visto hasta ahora en relojería… que es mucho.
El conjunto de estos tres elementos, especialmente la esfera, hacen que el Alpine Eagle sea un reloj reconocible incluso sin leer la marca, algo de lo que muy pocos relojes pueden presumir, solo aquellos que solemos denominar icónicos. Esta identidad se manifiesta especialmente en la variante del Chopard Alpine Eagle con esfera azul, aunque hay que admitir que la versión en gris le otorga una gran elegancia y sobriedad.
Como ya detallamos en el artículo sobre el Alpine Eagle, otra de las características que denotaba la importancia de este lanzamiento ha sido la gran cantidad de versiones que ha presentado Chopard al unísono. Entre ellas no faltan los Alpine Eagle destinados al público femenino, al que Chopard ofrece un enorme número de variantes y combinaciones.
Caja y brazalete de oro rosa, los mismos elementos con acero, versiones que combinan ambos metales y todas estas variantes con o sn engaste de diamantes en el bisel. A todo ello hay que sumar las diversas versiones de acabados y colores de esfera que, además del ya característico satinado, ofrece variantes en nácar. Una de las más atractivas es la que podemos apreciar en la imagen superior que combina el oro rosa con una esfera de nácar verde que se puede definir a la perfección con un solo adjetivo; espectacular.
Alpine Eagle: La manufactura
Después de un magnífico almuerzo, iniciamos el recorrido por las zonas productivas de la manufactura de Chopard en Meyrin, donde nos encontrábamos. Estas zonas ya las conocía de anteriores visitas, pero siempre resulta interesante ya que se aprecian aspectos que antes habían pasado desapercibidos.
Iniciamos el recorrido por la zona que alberga la maquinaria CNC que realiza el primer paso en la fabricación de las piezas externas del reloj, tanto la caja como el brazalete. Como se plasma en las imágenes superiores, en esta ocasión prestamos una especial atención a la etapa de fresado, donde a partir de una pieza plana de acero se obtiene la primera forma de lo que será la caja del… Alpine Eagle.
Enfatizo lo de Alpine Eagle porque en esta fase y en todas las demás que vimos, todo estaba enfocado a la producción de este reloj. Una prueba más de la tremenda apuesta que realiza Chopard con este reloj.
La imagen superior, plasma otra de las fases productivas que visitamos, la del pulido, que como se aprecia en dicha imagen, se realiza de forma totalmente manual. En este caso se trata de los eslabones que conformarán el brazalete del Alpine Eagle.
A primera vista, esta operación puede parecer simple o fácil. Nada más lejos de la realidad. Un intento de realizarlo ejerciendo siempre la misma presión y con el mismo ángulo resulta extremadamente difícil y explica el porqué las personas que lo realizan requieren de años de experiencia.
En otra sala apreciamos la etapa del ensamblaje de los eslabones mediante destornilladores eléctricos que ejercen siempre el mismo par de fuerza. Previamente a esta operación se añade una diminuta gota de adhesivo en la rosca donde se insertará el tornillo. Como podemos ver, estas etapas se efectúan de nuevo de forma totalmente manual.
La imagen superior nos muestra el despiece del brazalete del Alpine Eagle. Apreciamos los eslabones, las piezas de forma tubular que los unen entre sí, los tornillos y la pieza cuadrada central. Aquí es donde apreciamos que los eslabones no son una sola pieza con distintos acabados sino dos piezas. La qeu conforma el eslabón en sí mismo, a la que se le efectúa un acabado satinado y la central, de forma cuadrada, que cuenta con un acabado pulido.
Aunque no tenga una relación directa con el Alpine Eagle, nunca deja de ser fascinante observar la batería de armarios metálicos donde se encuentran debidamente catalogadas las piezas que ha utilizado Chopard para la realización de las piezas externas de sus relojes. Ello no tiene nada de cosmético ya que permite poder fabricar cualquier pieza de un reloj Chopard aunque esté descatalogado.
De este modo finalizamos la visita a la manufactura de Meyrin que, además de las piezas de joyería, es la que Chopard dedica exclusivamente a la manufactura de cajas y brazaletes de los relojes de su catálogo.
En este artículo, de nuestro viaje del 2017, tratamos con más detenimiento los procesos que se desarrollan en esta manufactura de Chopard en Meyrin. En el mismo artículo os hablamos de Fleurier Ebauches que es donde, salvo los L.U.C., Chopard fabrica las piezas de los movimientos que equipan sus relojes. Los componentes que conforman los movimientos L.U.C. se producen en la manufactura del mismo nombre ubicada en Fleurier. De ello os dimos todos los detalles en este otro artículo.
No hay mejor manera de finalizar el artículo que con esta imagen de la esfera azul del Alpine Eagle; realmente fascinante. La finalidad de este viaje no era conocer la manufactura de Chopard de Meyrin ni conocer las características del Alpine Eagle. Ambos apartados los conocíamos sobradamente. Se trataba de percibir la realidad del Alpine Eagle. Por lo menos en mi caso, la percepción ha sido óptima y no creo que la de los demás asistentes se aleje mucho de ella.
Los «relojes totales», universales, «de todo uso», o como queramos denominarlos, de alta gama está monopolizada por el Royal Oak de Audemars Piguet y el Nautilus de Patek Philippe, que además se han convertido en iconos de la relojería. La que podríamos denominar gama de entrada de este tipo de reloj la encarnan principalmente el Submariner de Rolex y los Seamaster y Speedmaster de Omega. A ambas gamas de relojes les separan aproximadamente 20.000 EUR, una cifra más que considerable, que deja un evidente hueco de mercado.
Este goloso hueco de mercado ha sido «atacado» por numerosas firmas relojeras. De momento, ninguno de los intentos ha conseguido la notoriedad de los casos citados anteriormente. Ahora es el turno de Chopard y por lo visto y percibido en vivo, tiene bastantes papeletas para conseguirlo. Además, aunque pueda sonar mal, teniendo en cuenta su calidad y el prestigio de la marca, los 12.200 EUR que cuesta pueden considerarse casi como una ganga.
Finalizo con el pertinente y merecido agradecimiento a Helena Bermudez, Directora de Comunicación y RRPP España y Portugal, a todos los directivos y directivas que nos atendieron y, por supuesto a Karl-Friedrich Scheufele todas las exquisitas atenciones que nos prestaron durante nuestra estancia en Ginebra.