Sorprendente, impresionante, soberbio, inesperado… Pocas veces en mi vida he podido aunar estos adjetivos al opinar sobre un reloj, pero el Chronomètre Ferdinand Berthoud FB 1 sin duda se los merece. Desde que saltóla noticia de que Chopard había adquirido la marca, las expectativas que teníamos sobre su relanzamiento eran muy altas, sobretodo a raíz de saber que las intenciones de Chopard era posicionar a Ferdinand Berthoud en un nivel incluso superior a sus L.U.C. Si a ello le unimos que la firma partía de una hoja en blanco, podéis entender el anhelo con el que esperaba descubrir su primera creación.
¿Cómo podría definirlo?. Quizás lo más aproximado sería decir que estamos ante una interpretación actualizada y atemporal del legado que creó el maestro relojero durante la segunda mitad del siglo XVIII. Según nos explica Karl-Friedrich Scheufele como presidente de Chopard y de la Chronometrie Ferdinand Berthou, « hemos realizado una transposición de lo que habría podido concebir Ferdinand Berthoud si viviera en nuestra época. La interpretación contemporánea de su genio consiste en inspirarse en las más extraordinarias creaciones del maestro relojero, para proponer una creación moderna, portadora de características distintivas reinterpretadas, evocando las emblemáticas construcciones de antaño. Devolver al legendario Ferdinand Berthoud a la escena es una gran responsabilidad para nosotros. Nuestro objetivo no es concebir piezas nostálgicas conmemorativas, sino realizar unos relojes contemporáneos que sepan estar a la altura del gran nombre que llevan y de la excelencia que él inspira legítimamente.»
Tal como pudimos comprobar en nuestra reciente visita al espectacular L.U.CEUM, el museo de Chopard en Fleurier alberga algunas de las piezas ideadas por Ferdinand Berthoud, entre las que destaca el cronómetro marino M.M. n° 6 de 1777, que resulta ser una de las principales fuentes de inspiración en la creación de los nuevos guardatiempos. Este cronometro marino está equipado con un movimiento provisto de una transmisión de tipo huso-cadena con un dispositivo de fuerza constante, y de una construcción en pilares, todos ellos elementos que, como veremos ahora, también está presentes en el FB1.
Antes de empezar a analizarlo, permitidme que os adelante su precio para poder entender un poco más el concepto y posicionamiento del Chronomètre Ferdinand Berthoud FB 1, unos 220.000 € que son válidos para las dos versiones de este espectacular guardatiempo. Por cierto…, no os perdáis el vídeo final que acompaña a este artículo, es el mejor método para comprender mejor el funcionamiento de su fantástico calibre.
Caja
Cuando he visto por primera vez el Chronomètre FB1, lo que más me ha llamado la atención ha sido su caja octogonal de 44 mm. No sabemos si este singular diseño estará presente en los futuros modelos de Ferdinand Berthoud para convertirse así en un icono de la firma, pero lo que es innegable es que le confiere una fuerza visual realmente impactante. Cabe precisar que no es la misma caja la que guarda esta geometría, sino que se consigue mediante la adición de dos piezas angulares atornilladas en sus extremos a la carrura, y en cuyas caras se abren cuatro ojos de buey en zafiro que permiten la visión lateral del movimiento.
El Chronomètre FB1 se lanza en dos versiones:
- Ref. FB 1.1 – Caja de oro gris con entre asas en titanio, esfera rutenio con satinado vertical y manecillas azuladas, en edición limitada a 18 piezas.
- Ref. FB 1.2 – Caja de oro rosa con entre asas en cerámica negra y esfera negra con satinado vertical y manecillas también en oro rosa, en edición limitada a 50 piezas.
De un diámetro generoso, la corona, atornillada a las 3h, tiene engastado un medallón de oro rosa en la caja de oro gris y de cerámica negra en la de oro rosa, y se remata con un estriado cruzado que asegura un buen agarre durante su manipulación.
Además de protegiendo la esfera con un cristal de zafiro abombado y curvado, la caja está provista de un fondo de zafiro atornillado, que además de la cautivadora visión del tourbillon, deja entrever el complejo sistema de transmisión huso-cadena. Un aspecto que estéticamente me ha gustado es que, contrariamente a los que sucede habitualmente, su arquitectura nos brinda la posibilidad de observar todo el diámetro del calibre.
El Chronomètre Ferdinand Berthoud FB 1 se entrega con una elegante correa negra de piel de cocodrilo, rematada y cosida a mano.
Esfera
Si la caja muestra un concepto original que no me recuerda a ninguna que conozca, no puedo decir lo mismo sobre la esfera, cuyo diseño clásico contemporáneo me remite a la estética de los F.P.Journe, especialmente la versión con esfera de rutenio.
La configuración de la esfera es realmente particular, sobretodo por su gran obertura central y porque confina las principales indicaciones de todo guardatiempo a un subdial a las 12 horas que ocupa sólo una séptima parte de la superficie total. A pesar de ello, la legibilidad horaria es perfecta, gracias a su simple nitidez y al contraste que logran las anchas manecillas esqueletadas, azuladas o de oro rosa, sobre la subesfera lacada blanca. Las escalas necesarias para la lectura se muestran en dos anillos perimetrales: el interno, con los doce numerales arábigos en las posiciones horarias, y el externo, fraccionado en 60 índices simples de los cuales cada cinco son más gruesos y que coinciden con las horas o cinco minutos.
Justo bajo ella, se abre la gran obertura rectangular vertical con los extremos redondeados, cóncavo el inferior y convexo el superior, éste último amoldándose a la misma curvatura del subdial horario. Su contorno luce un delicado biselado pulido que resalta vigorosamente respecto el satinado de la esfera. ¿Y qué podemos observar en su interior?. La rueda de arrastre de la jaula del tourbillon y la rueda del segundero central, ambas idénticas y coaxiales, girando cada una de ellas en sentido contrario al de la otra, y sujetadas por sus respectivos puentes curvos. Remarcando el carácter cronométrico de este reloj, la fina manecilla trotadora central con su largo contrapeso dominan todo el diámetro de la esfera, señalando la lectura sobre la escala de segundos que se implementa en un realce perimetral en zafiro traslúcido sobre fondo blanco. Una vez mas, la legibilidad es intachable.
Y si hasta ahora la simetría del conjunto era absoluta, el indicador de la reserva de marcha a las 9 horas la rompe por completo, confiriéndole un dinamismo que personalmente me seduce, mientras el posible desequilibrio visual queda compensado, en parte, por el grabado de Ferdinand Berthoud a las 3 horas. Con un diseño más que atractivo, en la esfera se abre una obertura biselada cuasi circular a las 9 horas, que nos muestra la escala indexada en fracciones de cuartos grabada directamente sobre la pletina. Su nivel de autonomía está señalado por una contundente manecilla con punta triangular combada que designa al adjetivo «Haut» o «Bas», escrito en francés, el idioma materno de Ferdinand Berthoud, sobre el mismo dial.
Acompañados por el certificado «Chronomètre» escrito en la parte inferior de la esfera, las menciones «Val-de-Travers» y «Suisse» subrayan el carácter artesanal de este precioso reloj concebido completamente en la cuna del maestro relojero.
Calibre
El nuevo cronómetro tourbillon de huso-cadena está animado por el calibre FB-T.F-C, un movimiento de remonte manual completamente desarrollado, concebido y producido por la firma, y que presenta la antes citada y muy particular arquitectura en pilares periféricos, seis concretamente, que unen las dos pletinas. Equipado por un tourbillon de baja frecuencia (3 Hz) con segundero central, este movimiento posee un dispositivo de regulación a fuerza constante de transmisión huso-cadena suspendida, un sistema de armado por diferencial, y un mecanismo de indicación de reserva de marcha denominado “cono móvil suspendido”. Fruto de casi tres años de investigación y desarrollo, ofrece una precisión y una regularidad de la marcha certificados por el Control Oficial Suizo de Cronometría (COSC), una autonomía de 53 horas y un óptimo nivel de legibilidad de sus funciones: horas, minutos, segundos e indicador de reserva de marcha. Formada por más de 1120 piezas y con un diámetro de 35,50 mm y una altura de 8 mm, sus semi-puentes de alpaca están completamente decorados a mano, pulidos y achaflanados y sus lados estriados, mientras que los 46 rubís están engastados en chatones delicadamente pulidos y achaflanados.
Transmisión huso – cadena de fuerza constante
A medida que un reloj mecánico se va descargando, su movimiento pierde amplitud, y con ello, precisión. En cambio, si se utiliza un sistema de transmisión huso-cadena, la fuerza motriz se mantiene estable mientras dure la reserva de marcha, puesto que la geometría del huso compensa la disminución progresiva de la fuerza del barrilete.
La mayoría de relojes de bolsillo concebidos en el siglo XVIII contaban con un huso, pero hoy en día son pocas las manufacturas capaces de adaptar este mecanismo al reducido volumen de un reloj de pulsera. Los artesanos de Ferdinand Berthoud lo han conseguido mediante su construcción “en suspensión”, fijándolo únicamente a la pletina. La transmisión entre el barrilete y el huso cónico queda garantizada por una cadena de 28 cm de largo, formada por 462 eslabones de acero y más de 300 pasadores de apenas 0,30 mm de diámetro, todos ellos ensamblados a mano. Durante la reserva de marcha, el resorte motor transmite su energía al huso a través de la cadena, que se va enrollando alrededor del barrilete. Gracias al diseño cónico del huso, la fuerza que se transmite finalmente al sistema de engranajes es constante, evitándose así las habituales variaciones isocrónas, o sea, las diferencias en la duración de las oscilaciones. A fin de que el movimiento no se detenga durante el armado, el mecanismo de huso del calibre FB-T.FC está equipado por un engranaje diferencial. Y si bien hacen falta 53 horas (que es lo que dura la reserva de marcha) para que la cadena se enrolle alrededor del barrilete, la rapidez con que la tija de remontuar da cuerda al reloj ofrece un espectáculo fascinante. En pocos segundos, el huso y el barrilete giran en sentido opuesto a la marcha para que la cadena se enrolle de nuevo alrededor del huso.
Tourbillon
Las variaciones isocrónicas no son el único «peligro» que acecha la precisión de un reloj mecánico. Aunque sus efectos perjudiciales han disminuido debido a la evolución del reloj de bolsillo hacia los de pulsera, la influencia de la gravedad terrestre también ha sido corregida mediante el tourbillon ubicado a las 6 horas, dotado de un volante de inercia variable que oscila a una baja frecuencia de 3 Hz. Formado por 53 piezas, su jaula fabricada en titanio está fijada a la pletina inferior mediante un puente provisto de un solo brazo, mientras el volante, concebido en una resistente aleación de cobre y berilo, está equipado de un espiral auto-compensador antimagnético. Si observamos con atención desde la trasera, podemos ver sobre la corona del balancín los dos juegos de cabezas perdidas que permiten el ajuste micrométrico de su amplitud de oscilación.
Dispositivo de reserva de marcha
El dispositivo de indicación de la reserva de marcha del calibre FB-T.FC es también muy específico e innovador, inspirado en un mecanismo concebido por el célebre relojero británico Georges Daniels, en un guiño a las relaciones que mantuvo Ferdinand Berthoud con Inglaterra. Este mecanismo, directamente ligado al barrilete por una rueda de arrastre, utiliza el movimiento de armado y de desarme del muelle motor para hacer subir y bajar un cono truncado, a lo largo de un eje fijado en la pletina. Un brazo móvil, provisto en su extremo de un rodillo de rubís, hace la función de palpador, midiendo el movimiento del cono y transmitiendo a una aguja el nivel de reserva de la marcha del movimiento.
Por último…
Como ya hemos explicado, Ferdinand Berthoud forma parte del grupo Chopard. Acostumbrados a vivir en un mundo en que las sinergias de grupo están a la orden del día y son habituales en cualquier corporación que pueda recurrir a ellas entre sus empresas, el desarrollo, el concepto y la producción de sus relojes surgen a partir de una ejecución autónoma y exclusiva. Para garantizar esta exclusividad y esta independencia se ha contratado a personal específico para que desarrollen enteramente sus creaciones que, por lo que hemos visto con el Chronomèter FB 1, nada tiene que ver con los L.U.C Chopard ni por su diseño ni por su mecánica, situándose en nichos diferentes.
La idea que Chopard tiene para Ferdinand Berthoud, es la de concebir, en series limitadas, relojes excepcionales en cuanto a nivel de gama y complejidad, que serán distribuidos a través de una exclusiva red de puntos de venta internacional e independiente.
Ahora sólo cabe esperar que Ferdinand Berthoud vaya creciendo y desvelando sus futuras referencias, pero lo que sí puedo augurar es que si siguen el camino que nos muestra el Chronomètre FB 1, el éxito de la firma está asegurado.