En el título de este artículo, con muy poca originalidad» he bautizado de «futurista» a este Dream Watch 5 de De Bethune, aunque el término de «escultura de pulsera» que utiliza la misma marca me parece igual de apropiado. En su comunicado oficial, De Bethune incluso llega a afirmar que la parte técnica de esta pieza no constituye su principal punto de interés.
Puede parecer muy atrevido por mi parte, pero a priori disiento de esta última afirmación del fabricante de este increíble reloj. Idear y realizar una escultura puede ser más o menos difícil, pero es algo tremendamente subjetivo de valorar. Realizarla en un tamaño muy reducido, que sea tremendamente original, que no resulte una aberración estética y que además (lo más importante) acoja en su interior un mecanismo relojero capaz de proporcionarnos una medición eficaz del tiempo, sí es una auténtica proeza.
Lo que no es discutible, es que este Dream Watch 5 rompe con todas las reglas estéticas de la relojería de pulsera existentes hasta hoy en día. Rebuscando en mi memoria, puedo encontrarle una baga similitud conceptual con el Bugatti de Parmigiani o con algunos MB&F, pero ciertamente esta similitud es meramente conceptual y bastante remota. Estamos ante un reloj con caja de geometría tipo «ala delta», realizada totalmente en titanio pulido y que dedica una mínima apertura para indicarnos el tiempo.
Con estos parámetros básicos, lo más impresionante es que a pesar del exiguo espacio dedicado a indicarnos la hora, esta se lee con una facilidad y precisión pasmosas. Pero De Bethune no se limita a horas y minutos, además se atreve a ofrecernos su característica indicación tridimensional de las fases lunares. Observando la imagen superior, es innegable que, incluso los que ya tenemos problemas con la vista, leemos con facilidad que son las 12 horas, 5 minutos y que la luna se encuentra en fase de cuarto creciente.
Pero a pesar de esta proeza técnica relojera, no puedo negar que lo que más llama la atención es la geometría de la caja de este reloj. Aquí ya nos podemos olvidar de los típicos términos de carrura, fondo y bisel que definen las partes de una caja convencional de reloj, porque simplemente no existen, salvo el fondo, que aunque en las imágenes no se aprecia, tiene que obligatoriamente existir para poder introducir el mecanismo en la «escultura». La corona, que sigue majestuosamente las formas de la caja, se mantiene en su posición clásica, que en un reloj convencional serían las 3 horas.
Definir el conjunto de esta caja es una misión realmente compleja ya que no puedo realizar el típico ejercicio de compararla con algo existente. A mí me induce a pensar en una nave espacial futurista digna de la Guerra de las Galaxias. Incluso la apertura que nos muestra las indicaciones me parece el cockpit de la nave, y si dejo lleva mi imaginación a límites poco recomendables, la bola de la fase lunar me puede parecer el casco del supuesto piloto.
Pero, dejando de lado elucubraciones mentales y pasando a datos objetivos, nos encontramos con que, a pesar de su marcado volumen tridimensional, el grosor de esta escultura se limita a unos increíbles 11 milímetros. Ello significa que este reloj (no olvidemos lo que es) es más fino que la inmensa mayoría de relojes del mercado actual, lo que implica que lo podemos vestir tranquilamente bajo el puño de cualquier camisa.
Pasando a parámetros técnicos, el movimiento que se aloja en esta jaula de titanio pulido es el calibre de carga manual DB2144, que por si fuera poco nos ofrece nada menos que 5 días de reserva de marcha mediante su doble barrilete. Pero no nos dejemos engañar por De Bethune al destacar ante todo la vertiente artística de esta pieza, ya que además este calibre equipa una espiral de silicio, un volante de silicio/oro blanco y un triple sistema anti-choque. Todo ello implica en teoría, y probablemente en la realidad, que la estabilidad y precisión cronométrica de este reloj superará con mucho a la mayoría de relojes. Por su parte, la fase lunar nos garantiza una «desviación» máxima de 1 día cada 1.112 años.
Como apasionado de la Alta Relojería, me fascina la creatividad y la búsqueda de soluciones técnicas y estéticas diferentes de lo convencional, aunque debo admitir que muchas de las creaciones contemporáneas, a pesar de que me maravillan, no me imagino levándolas en la muñeca de forma habitual. El Dream Watch 5 rompe con esta tendencia; lo imagino perfectamente como mi reloj de uso diario… si estuviera a mi alcance, claro.