En el artículo sobre nuestra visita a F.P. Journe os comenté nuestra sorpresa ante una novedad inesperada: el Octa Quantième Perpétuel. Prácticamente cualquier reloj firmado por F.P. Journe es digno de la máxima atención y por tanto de un análisis en profundidad, pero en el caso de este nuevo calendario perpetuo hay diversos aspectos atípicos en la marca y en los calendarios perpetuos en general, que aun hacen más imprescindible analizarlo con detalle.
Uno de los signos de identidad de la mayoría de las primeras creaciones de Journe son las sub-esferas descentradas de las horas y minutos. Esta configuración se ha mantenido en la mayor parte de la colección, pero en los últimos años cada vez son más los nuevos relojes Journe con agujas centrales. El motivo lo desconozco y probablemente solo lo sabe el propio François-Paul, pues la mayoría de ellos no está condicionados por ningún aspecto funcional que se beneficie por una u otra configuración.
En el caso de este nuevo Octa Quantième Perpétuel sí existe una razón para optar por las agujas centrales, que nos fue explicada con todo detalle y que sigue una lógica aplastante: la legibilidad. Como es obligatorio en cualquier pieza digna de Alta relojería, el aspecto estético cobra suma importancia y así lo hacen todos y cada uno de los relojes de Journe, pero además, este relojero siempre ha seguido una premisa que es el nunca condicionar la funcionalidad o la comodidad de uso por la estética. Y aquí radica el gran mérito de este calendario perpetuo.
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F.P. Journe Octa Quantième Perpétuel – La caja
Las cajas de la colección Octa de Journe, compuesta por relojes de carga automática, comparten una característica realmente excepcional. Todas ellas tienen exactamente el mismo grosor. En esta caja, Journe parte de un diseño estudiado para que, siendo capaz de albergar la base de calibre 1300.3 y el mecanismo de la complicación añadida correspondiente, mantenga unas dimensiones que en ningún caso comprometan la ergonomía ni la comodidad de uso. Este grosor invariable es de 10,6 milímetros, una cifra excelente teniendo en cuenta que todos estos relojes albergan una o varias complicaciones.
En el caso de este nuevo Octa Quantième Perpétuel se rompe la regla, dado que las cifras oficiales nos indican 10,8 milímetros de grosor. Podría deberse a un error tipográfico en la nota de prensa, pero teniendo en cuenta que la minuciosidad de F.P. Journe en estos menesteres es la misma que aplica en sus relojes, dudo que sea este el caso. De todos modos estamos hablando de una diferencia de 2 décimas de milímetro, o lo que es lo mismo, visual y ergonómicamente inapreciable.
La forma de las cajas Octa ya la conocéis de sobra. Un diseño en el que prima la discreción y la elegancia, con siempre la misma y característica corona que es uno de los rasgos de ADN de Journe. Su fondo, también como siempre, es visto a través de cristal de zafiro, una característica imprescindible dada la majestuosidad del movimiento que permite observar.
Algo muy de agradecer, es que al igual que en diversos de sus otros relojes, Journe nos ofrece el Octa Quantième Perpétuel en dos tamaños de caja distintos: 40 y 42 milímetros de diámetro. Ello permite que todo cliente, tenga el diámetro de muñeca que tenga, pueda elegir la variante perfecta. En principio, este Octa se ofrece con caja de platino o de oro rojo combinada con correa de piel de aligator. Tambien existe la opción de la típica pulsera en el mismo metal noble que la caja, aunque en mi opinión, además del muy notable incremento de peso, con esta configuración pierde gran parte de su elegancia.
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F.P. Journe Octa Quantième Perpétuel – La esfera
A partir de una primera observación de la esfera, pocas personas dirían que estamos ante un calendario perpetuo. Estamos habituados a que la mayoría de relojes con esta complicación cuenten con una esfera plagada de diversas sub-esferas y agujas que nos indican la fecha, el día de la semana y el mes. Además, por una cuestión de hábito histórico, casi todos ellos complementan estas indicaciones con la de la fase lunar.
François Paul Journe parte de cero para diseñar este Octa Quantième Perpétuel, con la única premisa que la lectura de todas sus indicaciones debe ser lo más clara posible. Para ello sustituye las indicaciones por agujas por sus equivalentes en formato digital. Así encontramos tres ventanas: dos ubicadas a las 12 horas que nos indican el día de la semana y el mes, a las que se suma una tercera, situada a la altura de las 6, que nos indica la fecha. Además, esta última ventana es doble, lo que permite mostrar 1 dígito por ventana y por tanto incrementar el tamaño de dichos dígitos. Esta configuración es típica de las grandes firma alemanas como Lange o Glashütte y su única finalidad es una vez más optimizar la legibilidad.
De forma muy consecuente, Journe implementa las agujas de horas y minutos en el eje central, con lo que consigue una esfera más limpia y mantiene la enorme simetría de este reloj. Siempre bajo el mismo parámetro de la funcionalidad, Journe no duda en eliminar la indicación de la fase lunar, una complicación que si bien es muy atractiva desde el punto de vista estético, poco aporta hoy en día a nivel práctico. En lugar de ella, implementa otra complicación poco habitual en un calendario perpetuo, pero que personalmente considero una de las más útiles en cualquier reloj: la indicación de reserva de marcha. La encontramos a las 9 horas, una vez más en simetría con la inscripción de la marca y su lema a las 3. La última indicación, la de lectura menos frecuente es la del año bisiesto que encontramos justo en el eje central y e indicada por una diminuta aguja.
Un detalle estético de gran personalidad es la parte central de la esfera, la que alberga todas las indicaciones, que observaremos es de forma ligeramente ovalada y enmarcada en acero. Ello obliga, o quizás se la dado dicha forma para provocarlo, que los 12 números de las horas disminuyan su tamaño progresivamente, tanto en la zona superior como inferior, a medida que se acercan al eje horizontal del óvalo central. Así, observaremos que los de mayor tamaño son los de las 12 y las 6, mientras que los menores son los de las 3 y las 9 horas.
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F.P. Journe Octa Quantième Perpétuel – El movimiento
La base del movimiento del Quantième Perpétuel es el calibre de carga automática 1300.3, que es el mismo que equipa a todos los Octa y que curiosamente no cambia de denominación en sus diferentes configuraciones. Dado que los mecanismos correspondientes a las complicaciones adicionales se fijan por el anverso del movimiento, no son visibles por el fondo de cristal de zafiro de la caja. Así, sea cual sea el Octa que observemos no apreciaremos diferencia visual alguna.
Los acabados, como en cualquier reloj Journe son magníficos, al nivel de los más grandes. Como también es habitual en todos los calibres F.P. Journe (salvo en los del primer periodo), la platina y los puentes están construidos enteramente en oro de 18 quilates. El volante, de inercia variable y de gran tamaño optimiza la cronometría y facilita la regulación.
Un detalle a tener en cuenta y que se puede apreciar perfectamente en la imagen superior es que la masa oscilante está ligeramente descentrada. Según Journe, ello junto con su sistema de carga unidireccional, mejora el aprovechamiento de los movimientos de su portador para cargar el muelle motor.
La frecuencia de oscilación es de 21.600 alternancias por hora y la reserva de marcha de 120 horas, o lo que es lo mismo: 5 días. En realidad, la reserva real de marcha es de cerca de 160 horas, pero Journe prefiere no utilizar el nivel más bajo de carga, siempre con el fin de optimizar los valores cronométricos del reloj.
Todos estos detalles técnicos son comunes a todos los calibres 1300.3, pero obviamente la principal característica de este Quantième Perpétuel, es el modulo adicional correspondiente al calendario perpetuo. Como tal, cuenta con una memoria mecánica de 1461 días, que equivalen a 4 años, teniendo en cuanta la duración variable de los meses y de los ciclos de años bisiestos. A pesar de ello, el 1 de marzo del año 2100 deberá ser corregido manualmente un día. Esto se debe a que el calendario gregoriano, por el que nos regimos, señala que en dicha fecha (lo que ocurre tres siglos de cada cuatro) el año no es bisiesto.
Además de la indicación digital de todos los datos del calendario, en este Octa son todos ellos de salto instantáneo. Esto, que en principio puede parecer un detalle de poca importancia, lo es y mucho. En la mayoría de indicaciones por ventana, cuando se produce el cambio, este se realiza de forma progresiva, minutos o incluso horas antes de llegar al minuto exacto. Ello provoca que durante un periodo más o menos largo sea difícil, en algunos casos imposible de leer dicha indicación. En el caso de este Octa jamás tendremos problemas de lectura ni dudas con respecto a ninguna de sus indicaciones. Implantar este tipo de salto es más complejo de lo que parece, ya que precisa de un mecanismo capaz de acumular la energía y liberarla de forma instantánea en el momento del cambio, e igualmente capaz de frenar dicha energía al final del recorrido.
Como colofón, menos la corrección del mes, que se efectúa mediante una leva situada debajo de una asa, todas las funciones del Quantième Perpétuel se ajustan mediante la corona. Así, prescinde de la mayoría de los correctores por pulsador habituales en casi todos los calendarios perpetuos, lo que siempre compromete la hermeticidad.
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F.P. Journe Octa Quantième Perpétuel – Variantes
Como habréis apreciado en todas las imágenes de este artículo, el Octa Quantième Perpétuel se ofrece con la parte central de la esfera en la misma aleación y tono de metal que la caja. Pero Journe también nos ofrece la posibilidad inversa, es decir, caja de oro rosa con zona central de esfera de oro blanco o caja de platino con zona central de esfera de oro rosa. Además, como ya he mencionado, tenemos la posibilidad de cualquiera de estas 4 variantes con brazalete de oro rosa o platino.
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F.P. Journe Octa Quantième Perpétuel – Conclusión
A pesar de que en la mayoría de ocasiones soy excesivamente puntilloso, cuando trato sobre cualquier reloj F.P. Journe se me hace realmente difícil encontrarle algún defecto. Esto me ocurre también con este Octa Quantième Perpétuel, pero debido a los múltiples motivos que he desgranado anteriormente, aún se me hace más difícil.
Es un reloj que conlleva una gran complicación que, valga la redundancia, aun se complica más debido a la forma digital e instantánea de implantar sus indicaciones. En pocas palabras, estamos ante un calendario perpetuo de carga automática, con indicación digital, salto instantáneo y 5 días de reserva de marcha. Todo ello en tan solo 10,8 milímetros de grosor. ¿Que más se puede pedir a un calendario perpetuo?… no se me ocurre nada.
A su ergonomía no le puedo exigir más, ya que además de su muy contenido grosor, Journe nos deja elegir entre dos diámetros de caja. Su estética, aunque esto es siempre muy subjetivo, me parece fascinante y por si fuera poco, una vez más podemos elegir entre diversas combinaciones de materiales y tonalidades de caja y esfera. Puestos a criticar, me puedo referir a la rara costumbre de F.P. Journe de no anuncia la hermeticidad de sus relojes, aunque parto de la base de que esta será como mínimo de 3 bares.
Para finalizar, comentar que la introducción de este Quantième Perpétuel conlleva el cese de la producción a partir de este año 2013 del calendario anual Octa Calendrier. El motivo es la baja producción, de aproximadamente 900 piezas anuales, de esta manufactura ginebrina, lo que no le permite aumentar el número de modelos de forma indiscriminada. Por ello, la inclusión de una nueva referencia en el catálogo, siempre conlleva en F.P. Journe la desaparición de una referencia existente. En este caso le ha tocado al Calendrier, que aunque no es la misma complicación que el Quantième Perpétuel, es la que más se le acerca.