TEST – F.P. Journe Vagabondage II: objeto de culto y deseo
François-Paul Journe es sin discusión alguna el maestro relojero más importante de los últimos 30 años. Este hecho, reconocido por todos en el mundo de la Alta Relojería, se plasma en que, desde el 2002 hasta el 2009, ha sido premiado nada menos que 6 veces en el Grand Prix d’Horlogerie de Genève. Entre estas distinciones se cuentan tres premios de L’Aiguille d’Or, el más lato galardón que se concede en este evento y probablemente en la industria relojera. En el 2004 se le otorga por su Tourbillon Souverain à seconde morte, en el 2006 por la Sonnerie Souveraine y en el 2008 por el Centigraphe Souverain.
Detallar las otras múltiples distinciones que han recibido François-Paul Journe y sus creaciones excedería el motivo central de esta artículo. Se puede afirmar que no existe ningún reloj F.P. Journe que, por un motivo u otro, no sea realmente especial, algunos con soluciones mecánicas no existentes en ningún otro reloj de pulsera. Pero a mi personalmente, hay dos piezas que siempre me han fascinado. La primera es el archi-famoso Chronomètre à Résonance, el cual será merecidamente protagonista de un futuro artículo. El segundo es el más atípico de entre las creaciones de Journe: El Vagabondage.
El primer Vagabondage ve la luz en el año 2004, como pieza única creada para ser subastada en un evento benéfico en favor del ICM: Instituto de investigación de enfermedades cerebrales. Esta pieza única, que se presenta en una serie de tres ejemplares con cajas de oro amarillo, rosa y blanco, alcanza en la subasta un precio tres veces superior al inicial. Posteriormente, entre 2005 y 2006, F.P. Journe emite una edición limitada a 69 ejemplares de este reloj, esta vez realizado en platino. Como es evidente, estas piezas desaparecen del mercado con suma rapidez y muchos aficionados o coleccionistas se quedan con las ganas de acceder a uno de ellos.
Como antes he comentado, todos los F.P. Journe son relojes muy especiales, pero en mi opinión el Vagabondage es el más especial y atípico de todos ellos. El motivo de esta aseveración se basa en cuatro puntos: es un reloj “anónimo”, su caja tiene forma “tortuga”, es un reloj semi-digital y su volante se ubica en el centro del calibre.
A partir del verano del 2010, aparece la segunda edición de este reloj: El Vagabondage II. Si el primero era especial, este lo es aun más: sigue teniendo forma tortuga, sigue siendo “anónimo”, es totalmente digital y como colofón incorpora en su mecanismo el impensable (en un reloj de pulsera) “Remontoir d’Egalité”.
La caja con geometría tortuga es relativamente habitual en el mundo de la relojería, pero es algo especial en un F.P. Journe, ya que desde el lanzamiento de su primer reloj en 1991, todas sus creaciones utilizan una caja totalmente redonda. Desde el punto de vista global este factor no tiene importancia, pero desde la perspectiva del coleccionista es una rareza que incrementa por si sola la demanda del Vagabondage.
Con el término “anonimo” me refiero al hecho de que es un reloj que omite la marca del fabricante en su esfera. Que yo sepa, junto con el “California” de Panerai, son los dos únicos relojes que cumplen esta premisa tan anti-marketing.
Digital es un término especialmente propenso a la confusión cuando se aplica a un reloj. Es bastante común asociar un reloj digital a un reloj de cuarzo, lo cual es un error. El término cuarzo se refiere a la fuente de energía del reloj, cuyas indicaciones pueden ser analógicas (las típicas agujas que recorren una esfera), o digitales en el sentido de que las horas minutos y/o segundos se muestran en forma de dígitos. En un reloj mecánico ocurre exactamente lo mismo: los hay con indicación analógica (la práctica totalidad de los existentes) y los hay que utilizan dígitos para indicar el tiempo. Estos segundos ya existían varios siglos atrás en relojes de pie y de pared, con lo que esta complicación no representa ninguna novedad en el mundo de la relojería mecánica.
Lo que si es difícil, es implementar esta complicación en un reloj de pulsera. De todos modos, hay que reseñar que a principios del siglo XX ya podíamos encontrar relojes con indicación digital de la hora firmados por marcas como Audemars Piguet o Vacheron Constantin. Incluso creo recordar haber visto un Patek Philippe con esta complicación en su museo de Ginebra.
Llegados a este punto es importante distinguir entre discos giratorios e indicaciones saltantes. Los primeros se basan en discos que giran de forma continua, rodeados de un índice. Las indicaciones saltantes se muestran a través de una ventana, cuyo dígito cambia de forma instantánea.
En creaciones más contemporáneas hay diversos relojes que combinan ambos tipos de indicación para las horas y los minutos, como el Digiteur de Chronoswiss o el Audemars Piguet Jules Audemars Répétition Minutes. Pero relojes que utilicen la indicación digital saltante para horas y minutos, solo vienen a mi memoria el Zeitwerk de A. Lange & Sohne y este Vagabondage.
¿Donde reside la dificultad de implementación de esta complicación?. Reside en el gran consumo de energía que origina con respecto al sistema habitual de agujas. Es obvio deducir que es más fácil mover agujas finas y ligeras que discos de tamaño considerable. La consecuencia en este Vagabondage, es que su reserva de marcha se reduce a 28 horas, y al ser de carga manual ello nos obliga a remontarlo diariamente. Pero en la práctica no representa ninguna diferencia con respecto a un reloj manual estándar con 42 o 44 horas de reserva, ya que estos también requieren que les demos cuerda con la misma frecuencia de un día. De todos modos y para prevenir cualquier distracción en este sentido, Journe implementa una indicación de reserva de marcha, centrada justo encima de la hora saltante.
El resultado visual de todo esto es el que apreciamos en la imagen superior. Son las 2 horas, 59 minutos y cero segundos. Imposible mayor exactitud y claridad de lectura. Cierto que los segundos no son digitales, pero ¿donde encajamos otros dos discos para tal fin?. El recurso facil sería incrementar el tamaño del reloj, aunque ello implique una monstruosidad. Pero dudo mucho que el señor Journe se decante por esta falsa solución, lamentablemente tan utilizada hoy en día por algunas marcas.
Nada mejor que el siguiente video para apreciar como actúan las horas y minutos saltantes.
Hay muchos aspectos que conforman la personalidad de los relojes de F.P. Journe, pero quizás el que más valoro es su inconformidad con la cronometría. Cada año se lanzan al mercado multitud de innovaciones estéticas y complicaciones mecánicas novedosas con mayor o menor sentido, pero salvo raras excepciones, cuando leemos la nota de prensa que emite la marca, no encontramos referencia alguna a la precisión cronométrica del reloj. Parece como si fuera un aspecto irrelevante, y en mi opinión, no solo es importante sino irrenunciable en cualquier reloj de gama alta.
Diseñar y desarrollar un calibre muy complicado es relativamente fácil. Lo que distingue a las manufacturas dignas de tal calificativo, es que son capaces de crear complicaciones que no afecten la precisión del reloj. Entre ellas, F.P. Journe es quizás de las que lleva este parámetro a su máxima expresión. Ha sido el primero en implementar el principio de la resonancia en un reloj de pulsera, principio físico cuya aplicación mecánica solo tiene por objeto incrementar la precisión del reloj. Lo mismo hizo con el sistema de Remontoir d’égalité en su Tourbillon Souverain, también con la única finalidad de optimizar sus parámetros cronométricos.
Este último principio lo aplica nuevamente en el Vagabondage II. Esta complicación fue inventada por Jobst Bürgi en el siglo XV con el objetivo de suavizar las fluctuaciones de energía al escape debidas a las ineficiencias de transmisión del tren de engranajes. En la actualidad los relojes de pulsera están dotados de trenes de engranajes con eficiencias muy elevadas y con tolerancias muy ajustadas en la fabricación de ruedas y piñones. De todos modos, la energía suministrada en ellos proviene de un muelle real alojado en el interior del barrilete. Esta energía puede variar en función del nivel de carga de este muelle, de manera que cuando éste está completamente tensado proporcionará más energía que cuando está prácticamente destensado. Esta fluctuación en la entrega de fuerza al tren de engranajes afecta a la amplitud del volante, que puede variar hasta en 60 grados ocasionando una considerable inestabilidad en las indicaciones.
El remontoir d’égalité de F.P. Journe, consiste en una pequeña pieza que se ubica entre el tren de engranaje y el órgano regulador. Este remontoir se carga una vez por segundo desde el muelle motor, y está gobernado por una rueda de bloqueo que suministra la fuerza constante que precisa el escape para funcionar correctamente a lo largo de todo el proceso de distensión del muelle. La variación en la amplitud del volante es, con este mecanismo, de unos 20 grados como máximo.
El calibre que alberga todas estas maravillas mecánicas es el denominado 1509, de carga manual y cuyo volante oscila a 21.600 alternancias por hora. La amplitud, parámetro directamente responsable de la precisión del reloj, siempre excede los 250º, sea cual sea el nivel de carga del muelle motor. El volante es de inercia variable y arroja una cifra de 10,10 mg/cm2. Los puentes, como en todo mecanismo F.P. Journe, son de oro macizo.
Los acabados, tanto de caja como esfera son sublimes, como es habitual en la firma. Las dimensiones de la caja son de 45 mm en su parte más larga, por unos escasos 8 mm de grosor. El obligado fondo de cristal de zafiro permite contemplar su calibre, y es en el perímetro de dicho fondo donde podemos encontrar la única referencia gravada a la marca y al modelo.
Para desesperación de muchos, esta segunda edición del Vagabondage es también limitada, concretamente a 69 unidades en oro gris y 68 en oro rosa. Para mayor desespero general, pero a la vez muy honestamente, F.P. Journe otorga preferencia en su adquisición a los ya poseedores del Vagabondage I.
Hablar en este caso, como hago en todos los test, de recomendaciones o usos adecuados es superfluo e irrelevante. Dudo que exista algún coleccionista importante que no lo desee, y de entre ellos, solo podrán permitírselo los 137 afortunados que además cumplan las exigencias descritas. Eso si, me permito el lujo de decantarme (hipotéticamente) por la versión de oro gris. Mucho más discreta y anónima si cabe.
La buena noticia es que ya se ha confirmado oficialmente la próxima aparición del Vagabondage III. No hay ninguna pista sobre sus funciones, ni si será edición limitada o no. De lo que no me cabe duda es que aportará alguna complicación inédita que nos hará soñar. Una vez más se tratará de un Vagabondage… y lo firmará F.P. Journe.