Esta es una variación de un reloj del que se habla poco, básicamente porque su nivel, y por tanto su precio, está al alcance de muy pocos bolsillos. También ayuda a su anonimato que la versión actual del catálogo de Girard-Perregaux se trata de una edición limitada a tan solo 33 ejemplares.
Esta nueva versión, que difiere en el material empleado en su caja, titanio DLC en lugar de oro blanco, aun es más limitada ya que solo se producirán 8 unidades. Como veis, las ediciones limitadas de Girard-Perregaux hacen honor a su nombre, aunque la producción anual total de la marca de la Chaux-de-Fonds ya es de por sí limitada, no excediendo las 13.000 unidades.
En este reloj se aúna la gran complicación más estética que existe, el tourbillon, con la legendaria implantación de Girard-Perregaux, basada en puentes paralelos visibles en su esfera que, cuestiones técnicas aparte, proyecta una imagen única dentro de los relojes con esta complicación.
Girard-Perregaux es una de las pocas firmas que sepueden considerar auténticamente especializadas en el tourbillon, tanto por su historia con esta complicación, como por su innovación y peculiaridad en implantarla. Los datos que reafirman esta aseveración son apabullantes. Nos tenemos que remontar nada menos que al año 1860 para ubicar el primer movimiento tourbillon con el legendario esquema de “tres puentes de oro” presentado por Girard-Perregaux. Evidentemente se trataba de un reloj de bolsillo, al que sucedieron 3 calibres nuevos hasta 1911. Desde dicha fecha hasta nuestros días se han producido 46 tourbillones distintos con esta arquitectura de puentes paralelos.
Volviendo al modelo concreto que nos ocupa, su particularidad, que incrementa su ya de por sí complejidad, es implantar en su esquema un tourbillon de arquitectura bi-axial. Esto significa que en lugar del clásico diseño de una jaula que gira sobre un eje perpendicular, se emplean dos cajas que giran sobre ejes independientes. Este tipo de micro-ingeniería aporta, por lo menos en teoría, una auténtica utilidad cronométrica a un reloj de pulsera, ya que el típico tourbillon de un eje tenía sentido, y para ellos fue inventado, en los relojes de bolsillo que siempre reposaban verticalmente en el bolsillo de su propietario, pero muy poca en un reloj de pulsera, que se ve sometido a continuas variaciones en su posición con respecto al eje de gravedad.
La implantación del tourbillon por parte de Girard-Perregaux consiste en dos jaulas concéntricas que originan una rotación pluridimensional. La jaula interna, que aloja el volante, la espiral y el escape, efectúa una rotación completa cada 45 segundos. La jaula externa efectúa una revolución completa en un periodo de 1 minuto y 15 segundos. A pesar de constar de 110 componentes, el conjunto de ambas jaulas pesa únicamente 0,80 gramos.
Otra particularidad de este modelo es que utiliza dos puentes paralelos, el de los barrilete y el del tren de engranajes, en lugar de los tres habituales en la marca. El puente del que se prescinde es precisamente el del tourbillon, y probablemente es debido a su arquitectura bi-axial. Os habréis dado cuenta que he mencionado el término barriletes en plural. Ello de debe a que este reloj implementa, para acumular y suministrar energía, dos barriletes también implantados coaxialmente, lo que le proporciona más de 72 horas de reserva de marcha. Una cifra realmente espectacular para un tourbillon, y aún más si este implementa dos jaulas, ya que ello comporta un consumo energético muy superior a un reloj convencional.
En suma, se trata de un a pieza realmente fascinante y de un nivel estratosférico, a la que esta versión de titanio con tratamiento DLC de color negro otorga una imagen deportiva y contemporánea, aunque personalmente sigo prefiriendo materiales más clásicos para este tipo de complicaciones.
El conjunto proyecta una imagen nítida y espectacular desde el punto de vista estético. Pero dicha nitidez, llevada al extremo, comporta en mi opinión una carencia importante. En la esfera solo veremos, si nos fijamos mucho, unos finos índices de las horas alojados en la pared que separa la esfera del cristal. Pero no busquéis indices de minutos ni de segundos porque no los encontraréis. Personalmente me parece contradictorio que una pieza cuyo mecanismo ensalza la búsqueda extrema de la precisión cronométrica no permita leerla ni por tanto comprobarla.
Aunque los maniáticos cronométricos, como es mi caso, podéis estar tranquilos. A pesar de que esta característica es bastante común en muchos tourbillones de Girard-Perregaux, en su extensísimo catálogo de modelos con esta complicación podemos elegir entre varios que sí cuentan con los índices pertinentes.