Y para acabar este 2015, seguimos donde lo dejamos en la primera entrega de hace escasos días. Ya comentadas las experiencias vividas durante el primer día con la visita a la manufactura de esferas de Pforzheim y durante la mañana de la segunda jornada, en la que tuvimos la oportunidad de visitar el German Watch Museum Glashütte y el taller de restauración de Glashütte Original, es el momento de retomar nuestra andadura por la Alta Relojería sajona a través de la tarde del segundo de nuestros tres días en tierras germanas.
Workshop «German Watchmaking Art since 1845 – How our rich heritage inspires our present»
Para ponernos en situación, recordar que acabábamos la primera parte de este reportaje con la visita al Taller de Restauración de Glashütte Original ubicado en el interior del edificio destinado al Museo de la Relojería Alemana. De allí, dimos un agradable paseo – el tiempo inusualmente bueno para la época del año en la que nos encontrábamos – hasta el restaurante en el que comeríamos antes de empezar con la que, en mi opinión personal, sería una de las actividades más importantes del programa: un workshop cuyo nombre completo respondía al de «German Watchmaking Art since 1845 – How our rich heritage inspires our present». Dicho de otro modo, una colección de hechos tangibles que demuestran la legitimidad de los orígenes de Glashütte Original al realizar un interesantísimo ejercicio de comparación entre las colecciones actuales del catálogo de la marca y las piezas en las que se han inspirado. Os aseguro que no tiene precio el poder tocar y sentir todos y cada uno de estos relojes con la debida calma y atención que merecen.
El taller, el cual estuvo dirigido por la misma persona responsable del taller de restauración que habíamos visitado por la mañana, acompañado de nuestra inseparable Gitte, empezaba con una breve pero útil introducción histórica cuya versión extendida habíamos tenido la oportunidad de disfrutar durante nuestra visita al museo.
En este sentido y con absoluta legitimidad Glashütte Original esgrime los 170 años de historia que acumula la Alta Relojería sajona y se presenta como sucesor de la VEB Glashütter Uhrenbetriebe (VEB GUB), la empresa del estado en la que se reunieron todas las manufacturas relojeras durante el período de la GDR. Afortunadamente, durante este episodio de la historia de Alemania, la industria relojera de Glashütte sobrevivió preservando el saber hacer y conocimiento acumulados para la manufactura de relojes mecánicos. El trabajo llevado a cabo por la VEB GUB durante los años de la GDR, sumado a la creatividad y capacidades de sus integrantes fueron la clave, en 1990 y después de la reunificación alemana, que permitió regresar a la producción de Alta Relojería.
La segunda parte del taller, la que se llevó la mayor del tiempo, consistió en seleccionar una serie de especialidades de Glashütte Original y, sobre cada una de ellas, poder disfrutar de las piezas que las representan en el catálogo actual así como de aquellas históricas que sirvieron de base para su inspiración. Todo un recorrido por la historia de la Alta Relojería de Glashütte. Primera parada: innovación y diseño contemporáneo.
Spezimatic, el Calibre 67/68 y el Spezichron son los guardatiempos que Glashütte Original identifica como los orígenes de las piezas actuales que son el estandarte de estas dos competencias y que no son otras que la Colección Sixties a la cabeza con modelos como el Sixties Panorama Date seguidos de relojes como el Seventies Panorama Date y el PanoGraph.
De hecho, el Spezimatic es la pieza que actúa como inspiración, unida a la recuperación de diseños de esferas existentes en el archivo de Pforzheim, para el reciente lanzamiento de la Sixties Iconic Collection, una serie de cinco relojes que, desde el anuncio de su lanzamiento han despertado la curiosidad y admiración de los aficionados, hasta el punto de que son pocos los días, o las horas en más de un caso, que transcurren desde que alguno de ellos llega a un punto de venta y lo abandona en manos de su comprador.
La segunda complicación escogida como muestra para este taller fue la del cronógrafo, tomando como piezas históricas las correspondientes a dos épocas de la historia de Glashütte: el UROFA Chronograph, conocido como Calibre 59 construido entre 1940 y 1945; y el GUB Chronograph o Calibre 64, diseñado y construido entre 1955 y 1961.
Los representantes en lo que se refiere a los cronógrafos actuales de la manufactura, herederos de las piezas comentadas son el Senator Chronograph Panorama Date, lanzado en 2014 y albergando en su interior el Calibre 37-01, el primer movimiento de cronógrafo integrado de Glashütte Original, y el Seventies Chronograph Panorama Date con la que podía ser considerada como la primera variación sobre el Calibre 37-01, el 37-02.
Sin lugar a dudas y por lo que a mí respecta, los relojes de observador son, en primer lugar, unas de las piezas más bellas que ofrece la Alta Relojería y, en segundo, una muestra irrefutable de la historia que debe acumular cualquier manufactura que apueste por este tipo de piezas de manera consecuente.
El legado de Glashütte en este sentido es, sencillamente, indiscutible, y para eso esgrime como relojes de observador históricos el Julius Assmann Observation Watch, construido sobre 1915, el GUB Observation Watch de 1955 y, finalmente, el GUB Marine Chronometer.
¿Los herederos? Pues ni más ni menos que el Senator Chronometer y el Senator Observer, por lo que a mí respecta y en este mismo orden mis dos griales de la marca.
Un pequeño inciso. Aunque no lo comentara en la primera parte del reportaje, cuando os hablé de la visita al Museo, Glashütte Original tiene el honor de contar, entre las filas de sus nombres legendarios, con el de Alfred Helwig, que no es otro que el inventor del sistema del tourbillon volante. De este modo, parece más que obvio que la pieza que actuara como verdadera precursora de esta complicación en el taller no fuera otra que el modelo de este dispositivo que Helwig construyó en 1927.
Al igual que en el caso de los relojes de observador, tampoco en esta ocasión hay derecho a réplica en la elección de los estandartes actuales del tourbillon volante: el Senator Tourbillon y el PanoLunarTourbillon.
Finalizadas las casi dos horas de taller – que por lo que a mí respecta hubieran podido ser dos más – nos desplazamos desde Glashütte hasta Dresden, ciudad en la que teníamos el hotel. Si bien es cierto que la distancia entre ambas se puede considerar como corta, 30 km aproximadamente, también lo es que, ya con buen tiempo el sinuoso camino que recorre la carretera hace que, en el mejor de los casos, el tiempo invertido ronde los sesenta minutos. Ni que decir tiene que en pleno invierno, y siempre que este sea como debe, el trayecto puede llegar a hacerse realmente complicado.
Boutique Glashütte Original en Dresden.
La Boutique de Glashütte Original en Dresden nos esperaba. Después de pasar por el hotel, situado en una de las plazas más conocidas de Dresden, la Neumarkt, justo al lado de la archiconocida Frauenkirche, y dar un paseo de cerca de una hora por los Christmas Market de los alrededores, llegó la hora de visitar la Boutique insignia que la manufactura tiene en Dresden. Ubicada en el mismo edificio que el Hotel QF en el que nos alojábamos, se puede acceder a la boutique tanto por el interior de unas galerías comerciales como desde el exterior cuya puerta se encuentra ubicada en el número 4 de la Töpferstraße.
De dimensiones contenidas pero sobradamente suficientes, en el espacio que ocupa la boutique predominan los marrones cálidos con una iluminación adecuada, ni escasa ni excesiva, de manera que permite disfrutar de las piezas de manera excelente. Y a eso fue precisamente a lo que nos dedicamos, de la mano de Sebastian Prinz, Director de la Boutique y, sin lugar a dudas, una de las personas con más don de gentes de las que he conocido. En la justa medida, con unos principios comerciales excelentes y un concepto de atención al público envidiable.
Entre anécdotas e historias de la andadura de Sebastian hasta llegar a ser el director de esta boutique, tuvimos el placer de poder disfrutar, tocar, sentir, todas las piezas que allí tenía disponibles, incluido un curso rápido en el que nos mostró cómo se sincroniza de manera correcta el Senator Cosmopolite lanzado durante la pasada edición de Baselworld.
Aunque sin lugar a dudas nos hubiéramos quedado más tiempo disfrutando de la boutique, llegó la hora de que esta cerrara, así que nos dirigimos al restaurante en el que cenaríamos. Excelente cena y excelente compañía, entre charlas, comentarios del día y risas, muchas risas, al finalizar la cena dimos otra vuelta más por el centro de Dresden y pudimos disfrutar de lo espectacular que esta ciudad puede llegar a ser por la noche.
La Manufactura.
Y llegó el 2 de diciembre, el tercer y último día de nuestro viaje, en el que tendríamos la oportunidad de visitar, en primer lugar, la Manufactura de Glashütte Original y, para acabar, la escuela de relojería de la marca.
A las 8:00 de la mañana ya nos estaba esperando el coche que nos llevaría de nuevo hasta la localidad de Glashütte donde nos esperaba un viejo conocido, Michael Hammer, Relaciones Públicas de Glashütte Original y que fue nuestro excelente guía en la visita al museo. Fueron cerca de tres horas de visita durante las que recorrimos desde los cimientos de la manufactura, allí donde se diseñan y fabrican las herramientas, que es donde además se concentran las actividades más «industriales» del proceso de manufactura de un guardatiempos, hasta las zonas que tienen el privilegio de ver como se ensamblan las piezas de los calibres para ser encajados en sus receptáculos antes de cobrar vida. Las estaciones de parada intermedias fueron muy numerosas y a cual más interesante. Tuvimos la oportunidad de ver el proceso de pulido manual de los achaflanados tanto externos como internos de los puentes, como también el proceso de azulado de los tornillos que se realiza, por asombroso e increíble que pueda parecer, de manera individual, totalmente artesanal y con un control del proceso en el que únicamente interviene la experiencia y saber del ser humano. Indescriptible.
En lugar de saturar el reportaje con más texto os dejo, como ya hice en el caso de la manufactura de Pforzheim o en el apartado del museo, con tres galerías de imágenes. La primera de ellas, la que sigue a estas líneas, está compuesta por una serie de instantáneas del edificio y de las distintas salas que lo forman. Luminosidad, diafanidad, sensación de impoluto, de tranquilidad, …
La segunda galería de imágenes reproduce algunas de las actividades del proceso identificado con la producción.
Finalmente, la tercera y última de estas galerías recoge una serie de instantáneas correspondientes al proceso del montaje de los guardatiempos.
Al finalizar la visita a la manufactura nos esperaban para comer en la cantina del propio edificio, el tiempo apremiaba y antes de desplazarnos hasta el aeropuerto de Dresden, desde el que cada uno volaría hasta su lugar de origen, pasando por Munich, teníamos que visitar la Escuela de Relojería de Glashütte conocida por el nombre de Alfred Helwig.
Alfred Helwig School of Watchmaking.
La escuela de relojería de Glashütte atesora una historia que bien puede confundirse con un cuento, con una narración que se remonta a finales del siglo diecinueve. Mucho antes de que el término «economía del conocimiento» fuera acuñado en el siglo veinte, un perspicaz relojero con el nombre de Moritz Grossmann reconoció el papel fundamental que desempeñaba un conocimiento experto en el seno de la industria de la que era un perfecto conocedor. Como maestro relojero, Grossman ayudó a establecer el mundo industrial en Glashütte a la vez que visionó esta ciudad sajona transformada en lo que sería el centro de la Alta Relojería alemana.
A medida que la industria creció y floreció, Grossmann se convenció de que el futuro de Glashütte dependía de su capacidad para asegurar un suministro continuo de relojeros cualificados. Gracias en gran parte a sus esfuerzos, la primera escuela de la relojería alemana se estableció en Glashütte el 1 de mayo 1878. La escuela de relojería de Glashütte se mantuvo en funcionamiento durante más de 114 años durante los cuales colaboró a mantener el rápido crecimiento de la industria a la vez que ayudándola a sobrevivir durante los tiempos más difíciles.
El común denominador durante todos esos años y principal pilar de la organización que se mantuvo invariable fue el considerar que la relojería era, y debía seguir siendo, una industria basada en el conocimiento. Y este conocimiento era patrimonio de la experiencia, saber hacer y habilidades artesanales de los relojeros, todos ellos factores que debían primar sobre cualquier otro que tuviera que ver con la producción. Y así sigue siendo hoy en día, sólo una cuidadosa selección de los alumnos y la formación sistemática de estos jóvenes relojeros pueden asegurar la transmisión del conocimiento necesaria para la perpetuación de la relojería.
Asumiendo su responsabilidad para con el patrimonio de la relojería alemana, Glashütte Original tomó medidas decisivas para establecer una escuela contemporánea de la relojería de Glashütte y abrió las puertas de la Escuela de Relojería «Alfred Helwig» en 2001. Hoy en día, esta escuela recibe cada año cientos de solicitudes de jóvenes que aspiran a lograr una plaza en el programa de formación del centro. De todos ellos, únicamente son 28 los elegidos para cursar el programa de tres años al final de los cuales serán 24 los que habrán adquirido los conocimientos y habilidades necesarios para iniciar sus carreras como relojeros. Los cuatro restantes se habrán cualificado como expertos fabricantes de herramientas.
Pero la excelencia de esta escuela ofrece, además de la formación profesional, un sustancial incentivo a sus alumnos: todos los estudiantes de la escuela que completen su formación y cumplan con las exigencias de desempeño solicitadas por Glashütte Original tienen garantizado el empleo a tiempo completo en la manufactura. La edad y mi nulo conocimiento de la lengua alemana son los dos principales obstáculos que me impidieron rellenar una solicitud de admisión …
Para acabar, los alumnos de la escuela, o los organizadores del viaje, o todos ellos juntos, nos tenían preparada una prueba de habilidad que os aseguro nos hizo sudar, y mucho. El «examen» consistía en, tomado como modelo la G del logotipo de Glashütte Original, conseguir reproducirlo con la ayuda de una serie de herramientas partiendo de un trozo de alambre. Pongamos todas las cartas sobre la mesa, a continuación podéis «disfrutar» del resultado obtenido. Espero que mereciera, por lo menos, un «progresa adecuadamente».
Y llegamos al final. Se acabó. Pero no quisiera dar por cerrado este reportaje en dos entregas sin agradecer de nuevo la oportunidad brindada y el trato recibido. A Glashütte Original a través de Michael Baumann, quien nos acompañó en la visita a Pforzheim, a Michael Hammer por sus explicaciones en el museo y en la manufactura, a Sebastian Prinz por su acogedor recibimiento en la boutique de Dresden y a Gitte Hammerström por ser nuestra anfitriona durante esos tres días. Tampoco quisiera olvidarme de personas que actuaron en la sombra, como Stefania Panico organizando el viaje y que no pudo acompañarnos. Gracias a MRA por contar con Watch-Test y en especial a Victoria Marrero por ser la que nos cuidó exquisitamente durante esos días.
A vosotros, nuestros lectores, llegamos al final de otro año en nuestro viaje particular, el de Watch-Test, y ya van cuatro. Esperamos que no dejéis de seguirnos, nosotros no cesaremos en nuestro empeño y nos mantendremos con la misma ilusión del primer día, para haceros llegar nuestros artículos de test, haceros conocedores de las novedades de este maravilloso mundo y compartir nuestra suerte de poder ser verdaderos privilegiados al vivir en primera persona experiencias como esta. ¡Feliz y provechoso 2016!.