Sin lugar a dudas uno de los hitos más importantes en el proceso de lanzamiento de una novedad es el momento en el que esta es presentada. Generalmente, las presentaciones de los guardatiempos que se incorporan a los catálogos de las distintas manufacturas, tienden a concentrarse en dos épocas del año. La primera de ellas suele abarcar desde finales de año, pongamos el mes de diciembre, hasta finales de enero. Durante este mes somos testigos de las presentaciones previas al salón ginebrino del SIHH así como a las que ven la luz durante la celebración del mismo. La segunda de estas épocas suele empezar solapándose con el final de la primera cuando empezamos a ser testigos de las previas a las novedades de Baselworld que suele celebrarse durante el mes de marzo.
No obstante, y a pesar de la importancia mayúscula que adquiere toda presentación, resulta obvio que los hitos anteriores en el proceso son muy numerosos y, en ocasiones y a nivel interno de la marca, incluso más importantes. ¿Y los posteriores? Pues a título personal creo que el más importante de todos ellos es el momento en el que el reloj llega a los puntos de venta. Este hecho, que más de uno podría considerar como un tema de una extremada sencillez, esconde ciertas particularidades que en muchas ocasiones pasan totalmente desapercibidas. Entre estas particularidades y en mi opinión, son dos las más importantes. La primera de ellas es que el guardatiempos llegue al punto de venta. Sí, aunque pueda sonar surrealista hay piezas que quedan en el baúl de los prototipos, mayormente aquellas que se presentan como la panacea de la Alta Relojería y que sólo pueden verse en formato maqueta durante los mencionados salones para después desaparecer en el más absoluto de los anonimatos.
La segunda particularidad se basa en un concepto de «tempo», el que transcurre desde la presentación hasta la llegada a los puntos de venta autorizados, ya sean o no boutiques exclusivas de la marca en cuestión. Este intervalo es, en ocasiones, exageradamente largo hasta el punto de alcanzar registros de un año.
Pues bien, nada de esto va a suceder con el nuevo Senator Chronometer de Glashütte Original. Presentado en el mes de febrero de este año llega a la boutique que la manufactura tiene en El Corte Inglés de Castellana en Madrid, con un decalaje de tan sólo tres meses desde que lo viéramos por primera vez en Berlín, coincidiendo con nuestra visita a la Berlinale. Aunque ya hemos hablado, y mucho, de esta genial pieza, recordemos brevemente sus orígenes. El Senator Chronometer nació en el año 2009 siendo el primer guardatiempos de la manufactura sajona certificado como cronómetro. La emisión de este certificado, que en Suiza es responsabilidad del COSC, en Alemania recae sobre la Oficina Estatal de Pesos y Medidas de Turingia (LMET) y Sajonia (SLME). Aunque el objetivo de ambos certificados es exactamente el mismo, el de comprobar la precisión del reloj en un rango máximo de desviaciones, la principal diferencia entre ambos responde a que, en tanto que el COSC realiza los ensayos únicamente sobre el movimiento, el modelo germano lo hace con el conjunto completo, es decir, el calibre montado en el interior de la caja.
Este primer Senator Chronometer se lanzó en versiones de oro rosa o blanco, con unas dimensiones de 42 mm de diámetro por 12,47 mm de altura y una hermeticidad de 5 bar albergando en su interior el calibre de remonte manual 58-01 que, oscilando a una frecuencia de 4 Hz entregaba una reserva de marcha de 45 horas. La belleza y perfecta proporción de la esfera estaba fuera de toda duda, además de recuperar una antigua tradición conocida como «l’argenture grainée» en su proceso de decoración y acabado. Este proceso, que dicho sea de paso tuve la oportunidad de poner en práctica – dentro de mis obvias limitaciones – durante mi visita a la manufactura en diciembre del pasado año, consiste en la aplicación de una pintura esmerilada compuesta por una mezcla de agua, creta y madera sobre la superficie de latón de la esfera para, posteriormente, aplicar un tratamiento de forma manual utilizando una pasta formada por polvo de plata y agua.
Horas y minutos centrales con agujas en acero pavonado con forma de pera apuntando a numerales romanos para las primeras y a una escala «chemin de fer» perimetral transferida en negro para los segundos, se completaban con dos diales subsidiarios en ligero bajorelieve a las 12 y a las 6. El primero de ellos destinado a recibir la indicación de la reserva de marcha con un discreto indicador día/noche, el segundo albergando un generoso pequeño segundero. A las tres cerraba el círculo la espectacular fecha panorámica de la manufactura.
Pero Glashütte Original llevó el concepto de cronómetro un poco más lejos al aplicar la precisión no solo durante el funcionamiento del reloj sino también durante el proceso de sincronización o puesta en hora mediante un sistema «sencillamente» genial. Al extraer la corona para ajustar las indicaciones del Senator Chronometer el movimiento se detiene, desplazando la aguja de los segundos hasta su posición de reposo y a la de los minutos hasta el índice inmediatamente posterior al que se encontrara en ese momento. Adicionalmente, al girar la corona para la puesta en hora, en tanto que el segundero sigue detenido, la aguja de los minutos se desplaza a intervalos exactos de un minuto, sin tener que preocuparnos de centrarla manualmente sobre el índice correspondiente.
Dos años después, en 2011, este guardatiempos sería el elegido por la marca para ser presentado a la edición del Only Watch de ese mismo año. Manteniendo los códigos del reloj original en su versión en caja de oro rosa, esta pieza única se caracterizó por invertir los colores de la esfera – negro en el fondo con escalas y numerales en blanco a excepción del pequeño segundero – agujas en oro rosa en lugar de acero pavonado, correa de caucho negro sustituyendo a la de aligátor de Louisiana de la pieza regular y, finalmente, una corona rematada con un cabujón de ónix.
Si bien es cierto que en 2013 Glashütte Original lanzó la versión regulador de este cronómetro con el Senator Chronometer Regulator, no ha sido hasta ahora, en 2016 y nada más y nada menos que cinco años después de su última aparición y siete desde su lanzamiento original, que podemos disfrutar de una nueva referencia de este excelente modelo.
No deberemos buscar estridencias ni modificaciones absurdas en este reloj, ya que la manufactura se ha limitado a trabajar sobre la referencia en caja de oro blanco de 2009, manteniendo las dimensiones, estanquidad, fondo visto de la caja y calibre, para implementar una esfera de un hipnotizante y atractivo color azul con un acabado arenado y agujas en oro blanco creada en su fábrica de Pforzheim. Asimismo, las escalas y numerales del dial sustituyen el método de la transferencia utilizado en el modelo original por un grabado directo a láser culminado con un tratamiento galvanizado. Las dos referencias con las que el nuevo Senator Chronometer de este 2016 saldrá a la luz montan una correa de aligátor de Louisiana a juego con el color de la esfera e incorporando un cierre desplegable en oro blanco sobre el que recae la única diferencia entre ambas: en tanto que la 1-58-01-05-34-30 responde a una longitud de cierre estándar, la 1-58-01-05-34-50 lo hace para una medida más corta de este elemento.
Bien, ya no tenéis excusa, los que estéis de visita y sobretodo los que vivís en Madrid. No desaprovechéis la oportunidad de disfrutar en vivo de esta pieza y del resto de las que alberga la boutique. Aquellos que puedan permitirse la inversión que no lo duden, los 27.700 € correspondientes al precio de venta recomendado de este guardatiempos están sobradamente justificados.