Reconocido por su maestría en el desarrollo del tourbillon (inclinados, dobles, cuádruples…), una de las características que también definen a Greubel Forsey es la tridimensionalidad de sus movimientos y el altísimo nivel de acabados. Fue en 2019 cuando lanzó por primera vez un reloj de espíritu deportivo, el GMT Sport que, además del habitual tourbillon –esta vez inclinado–, implementaba la singular función GMT mediante una bola terráquea en la esfera y las horas mundiales. Siguiendo su mismo diseño, la marca acaba de presentar la que personalmente es su mejor versión, tanto por su nuevo bisel y esfera azul como por la extraordinaria pulsera integrada de titanio que, por primera vez, acompaña a un Greubel Forsey.
El reloj deportivo de Greubel Forsey
La idea de reloj deportivo de lujo con pulsera integrada no es un concepto precisamente nuevo. Como bien sabéis, fue en 1972 cuando Audemas Piguet inauguró esta categoría al crear el mítico Royal Oak, a la que se sumaron esa misma década grandes como Patek Philippe, Vacheron Constantin o IWC. Casi cincuenta años después (veremos qué nos depara el 50ª aniversario del RO el año que viene), están presentes en el portafolio de la mayoría de las marcas, incluyendo últimamente algunas tan clásicas como Lange & Söhne, L.U.C Chopard o Laurent Ferrier.
Dicho esto, el GMT Sport es digno de mención por una simple razón: es el reloj deportivo con brazalete integrado más complicado y quizás con mejor nivel de acabados que se puede comprar, combinando el titanio con hora mundial, segundo huso horario y un tourbillon inclinado. Aunque Greubel Forsey se ha tomado su tiempo en incorporarse al grupo, lo ha hecho con . De todos modos, permitidme matizar la definición del GMT Sport como reloj deportivo.
Si, ciertamente el hecho de recurrir a una caja de titanio con brazalete integrado y exhibir un diseño deportivo lo pueden hacer acreedor a esta definición, lo que resulta innegable es que sus complicaciones adicionales a las básicas horas, minutos y segundos complican su inclusión si tenemos en cuenta el uso que le podemos dar. No es lo mismo jugar al tenis con un solo hora que con un guardatiempo cuyo calibre está compuesto por 435 piezas e implementa un delicado tourbillón y un GMT mediante globo terráqueo giratorio. Del mismo modo, no podemos comparar el hecho de arriesgar los 19.000 € que cuesta un Royal Oak con los 470.000 € del Greubel Forsey. ¿Deportivo?. Sí, pero entre comillas.
Nuevo GMT Sport, con un nuevo bisel y esfera azul
La caja del GMT Sport está sutilmente curvada, lo que permite que el reloj se asiente perfectamente sobre nuestra muñeca. Y la ergonomía es importante porque el reloj es grande, no por sus contenidos 42 mm de diámetro, sino por su grosor de 15,7 mm. Más allá de esta geometría, la ligereza de la caja de titanio (y el brazalete) también colabora decisivamente a su comodidad.
Definitivamente, me gusta más el nuevo GMT Sport a la versión anterior. Por un lado, el bisel elíptico ahora es mucho más simple al prescindir de las pequeñas inscripciones en relieve de los valores de Greubel Forsey, provocando un innecesario estrés visual por saturación decorativa. Demasiado recargado, vamos. Ahora es limpio y elegante, con cepillado satinado horizontal realizado a mano en su parte superior y un impecable pulido de los bordes, que amplifica y permite centrar toda nuestra atención en la escultural esfera. El resultado es una estética más distinguida que nos remite directamente a los relojes deportivos de lujo más icónicos (el Nautilus de Patek Philippe, por ejemplo).
Por otro, exhibe la familiar esfera tridimensional (o más exactamente, el movimiento) que había convertido al primer GMT Sport en un éxito entre los coleccionistas. En ella encontramos suficientes capas, acabados y funciones para permitir perderse en los detalles hasta el punto de olvidar qué actividad deportiva se suponía que debíamos realizar. Y ahora, además, su color completamente azul le da un look más moderno.
En la posición de la una en punto, la jaula del tourbillon está inclinado 25º y completa una vuelta cada 24 segundos. A las tres en punto, un indicador de reserva de marcha en forma de arco muestra la parte restante de las 72 horas que llega a acumular su barrilete. En el cuadrante sureste se monta el pdoble puente en forma de V que, arqueado y esqueletizado, soporta las grandes agujas centrales de horas y minutos, cuya minimalista escala se encuentra en la periferia de la esfera. A las diez en punto, una manecilla triangular muestra la segunda zona horaria y un disco giratorio muestra los segundos a través de una abertura en arco.
Pero es a las 8 donde se dispone el polo de atracción de todas las miradas: el hipnótico globo terráqueo tridimensional situado a las ocho en punto que hace una rotación completa en sentido antihorario cada 24 horas, moviéndose en la dirección de la rotación de la Tierra. Fijado a la placa base solo en su parte inferior, ofrece una visión intuitiva del tiempo en todo el mundo mediante el anillo de zafiro de 24 horas que lo rodea. Además también funciona como un indicador de día y noche, gracias a que el anillo de 24 horas está dividido en dos mitades: la parte oscura indica la noche y la más clara, evidentemente, el día.
En la parte posterior del reloj, un disco de ciudades completado por dos anillos permite leer la hora mundial UTC y el horario de verano en las 24 ciudades correspondientes a las principales zonas horarias.
Un brazalete a la altura de Greubel Forsey
Por supuesto, el otro elemento central del GMT Sport es el nuevo brazalete integrado de tres eslabones, el primero para un reloj Greubel Forsey. Conociendo el amor por el arte y la pasión por los detalles que profesa el taller de La Chaux-de-Fonds, el armis de titanio debía ser una obra impecable por sí misma, y a fe mía que lo han conseguido. Sin poder tenerlo en mis manos debido a la virtualidad de este Watches & Wonders, las imágenes y las descripciones técnicas nos muestran un brazalete de tres hileras absolutamente espectacular, tanto por su construcción como por el nivel de detalle y acabados.
Con lo que parece una precisión micrométrica, el armis se integra de tal modo que mantiene la fluidez y continuidad estética con el perfil ovoide que trazan la caja y bisel: el lateral de los tres primeros eslabones muestra una zona interior rebajada y graneada que prolonga la misma estructura de la carrura. Este mismo patrón se muestra en la parte superior e inferior de todos los eslabones laterales, combinado con el mismo cepillado vertical que los eslabones centrales. Además, todos los ángulos están biselados y pulidos, mientras que no hay ni rastro de tornillos que delaten exteriormente el sistema de enlace entre eslabone, y deberemos mirar a la parte interna para descubrir los pequeños pulsadores de liberación a presión .
Como era de esperar, Greubel Forsey no se ha olvidado de implementar un sistema de ajuste rápido mediante pulsadores en el cierre desplegable para proporcionar unos pocos milímetros de amplitud que le permitirán elegir entre un ajuste holgado e informal, o uno más ceñido a la muñeca. Esta pulsera integrada añade aproximadamente un 10% más al precio respecto a la versión con correa de caucho, unos 40.000 CHF adicionales que resultan tan impresionantes como el mismo brazalete. Cuando lo pensamos fríamente, cuesta bastante más que el precio de venta de los dos principales iconos entre los relojes deportivos, el AP Royal Oak. 15500ST o el Patek Philippe Nautilus 5711/1A, aunque supongo que en relación con el precio del reloj, será un sobrecoste aceptable para los 33 afortunado (y ricos) futuros propietarios.
El Greubel Forsey GMT Sport es fascinante se mire por donde se mire: diseño, materiales, arquitectura, acabados, mecánica, exclusividad, atrevimiento, comodidad… A pesar de ello no puedo dejar de criticar lo único criticable: no me gusta la corona y sus «tacos» de goma azul (esperemos que la mejoren en próximas versiones). Finalmente, comentar que su precio con correa de caucho es de 480.000 €, mientras que si optamos por la versión con brazalete (otra decisión sería un sacrilegio), sube hasta los 520.000 €. Personalmente, tendría serios problemas para quitarme el brazalete, cuya integración es tan perfecta que da la impresión de ser una parte estructural y no opcional del reloj.