Analizamos a fondo el Hermès Arceau Duc Attelé
Analizamos con todo detalle el Arceau Duc Attelé de Hermès, el reloj que ha reinado entre todas las novedades que hemos visto en Watches and Wonders 2024.
En el artículo que publicamos sobre las novedades de Hermès en Watches and Wonders 2024, afirmé que consideraba el Arceau Duc Attelé como la novedad más importante que vimos en el salón ginebrino. Ha pasado un mes desde el evento y sigo pensando igual. Por separado, los motivos de esta afirmación son diversos y de una importancia indiscutible, pero cuando se conjuntan resultan imbatibles.
El Hermès Arceau Duc Attelé equipa dos de las Grandes Complicaciones relojeras más complejas que existen; el Tourbillon y la Repetición de Minutos. Hasta aquí, a pesar de la sofisticación mecánica que impican estas dos complicaciones, no hay nada de nuevo, pero sí lo hay en la forma en que se implementan. Además, su inédita arquitectura mecánica influye en todos los elementos del reloj. Vamos a ver el porqué.
La caja del Arceau Duc Attelé
La geometría de la caja es totalmente redonda y sus asas asimétricas aportan el rasgo distintivo de esta colección. Su diámetro es de 43 milímetros y el acabado totalmente pulido. Se trata de un tamaño considerable, pero que podemos considerar incluso contenido si tenemos en cuenta el peculiar y espectacular mecanismo que encierra.
Aparte de su forma redonda, las curvas se trasladan a la totalidad de los elementos que componen la caja, lo cual se pone especialmente de manifiesto si la observamos lateralmente. Primero apreciaremos un bisel que adquiere una geometría anular perfecta. Este anillo sobresale por encima de la carrura, en la cual se aloja la corredera que carga y activa el mecanismo de sonería.
Desde esta perspectiva lateral también podemos apreciar las asas, que siguen la geometría curva que domina todos los elementos externos del Arceau Duc Attelé. No obstante, lo más impresionante que apreciamos al observar lateralmente la caja es la espectacular forma de cúpula que adquiere el cristal de zafiro que protege su esfera.
Esta forma del cristal no tiene nada de aleatorio ni obedece a ningún capricho de diseño. Está condicionada y obligada por el gran tourbillon que equipa y muy especialmente por la condición tri-axial de este elemento, que le obliga a girar en tres ejes distintos, pero esto ya lo veremos en detalle más adelante. Desconozco si es premeditado o no, pero el conjunto de todas estas forma y geometrías de los elementos de la caja del Arceau Duc Attelé transmite una imagen que me recuerda a los platillos volantes ficticios que veíamos en la mayoría de las películas antiguas de ciencia ficción.
Hermès nos ofrece dos versiones del Arceau Duc Attelé que se diferencian por el material de su caja; titanio grado 5 u oro rosa 5N. Se trata de una dualidad sorprendente, ya que pasa de un extremo a otro. Salvo compuestos de carácter vanguardista, por su combinación de ligereza y dureza, el titanio es el metal más deportivo que podemos utilizar en la caja de un reloj. Por su parte, cualquier tipo de oro, o de metal precioso, es prácticamente un desastre desde el punto de vista de sus cualidades mecánicas, pero aporta un grado superior de exquisitez, de prestigio y de sensación de valor.
Una esfera fascinante
Las dos versiones de metal de caja de este Arceau que nos ofrece Hermès también difieren por una decoración diferencial de sus esferas. En la versión de titanio, vemos que se recurre a tonos grises, tanto en su base como en el dial del tiempo. La decoración de su base es un motivo circular, realizado mediante esmalte champlevé, que quiere simbolizar las ondas sonoras.
La versión con caja de oro rosa opta por la aventurina para la base de la esfera y por el barniz blanco para el dial del tiempo. El conjunto que ofrece el azul con el oro rosa es realmente espectacular e indudablemente más llamativa que la versión de titanio. Esto no tiene anda de extraño ya que esta es la finalidad que se busca con la utilización de cada uno de estos metales.
Aparte de estos caracteres estéticos, los grandes protagonista de la esfera son los elementos del movimiento que en ella se muestran. De ahí que al inicio de este artículo afirmara que el mecanismo que equipa este reloj lo condiciona todo. Centrado y ubicado en la zona superior de la esfera, encontramos el dial del tiempo. Este indice no lo recorren las típicas agujas centrales sino dos discretos índices azules que parten del tren de engranajes oculto bajo este dial. En su centro encontramos el primer gran protagonista estético de la esfera, que es su tourbillon. Ya hemos visto en el anterior apartado que el carácter tri-axial de este ingenio mecánico obliga a la forma cóncava del cristal, pero visto frontalmente resulta igualmente espectacular. Este tourbillon es hacia donde se dirigirá automáticamente la mirada de la mayoría de personas.
Los otros grandes protagonistas de la esfera del Arceau Duc Attelé son los elementos visibles de la Repetición de Minutos. Los expertos y los más entendidos es posible que desvíen rápidamente la mirada hacia los timbres que rodean el perímetro de la esfera y los dos martillos dispuestos simétricamente a la altura de las 6 horas. Estos observadores adivinarán de inmediato que estamos ante un reloj que equipa una gran complicación de sonería y que esta no es nada convencional. Sin embargo, las personas que no tengan unos mínimos conocimientos de relojería mecánica, es probable que ignoren totalmente estas características, lo cual es otra ventaja.
Calibre H1926
El mecanismo es el elemento central sobre el cual ya hemos visto que gravitan todos los elementos que conforman el Arceau Duc Attelé. Lo condiciona todo y razones para ello no le faltan. Se trata del calibre H1926, que de forma generalizada podemos definir como un movimiento de carga manual que aporta las complicaciones de tourbillon central de tres ejes y repetición de minutos con timbre diapasón.
Aunque esta definición ya dice mucho sobre él, el Calibre H1926 va mucho más allá de lo que se puede transmitir con una mera descripción. La vista de su reverso, que nos permite el cristal de zafiro que equipa el fondo de la caja, solo cabe calificarse de fascinante. No recuerdo haber visto otro movimiento relojero con una arquitectura tan insólita de su tren de engranajes. En cierto modo me recuerda a los films que parodian grandes instalaciones mecánicas, donde todo son ruedas gigantescas que giran sin parar. La diferencia es que aquí todo es real; una amalgama de ruedas y palancas que cumplen una función específica y que además lo hacen con una escenificación estética hipnotizante.
La primera característica atípica del tourbillon del tourbillon del Hermès Arceau Duc Attelé es que su implementación es central, cuando en la práctica totalidad de relojes con esta complicación la encontramos a la altura de las 6 horas, que es la ubicación natural del órgano regulador en un movimiento mecánico convencional. Solo este atípico emplazamiento ya implica una complejidad adicional.
La segunda característica especial de este tourbillon ya la desprende su calificativo de tri-axial. Ello implica que su giro se efectúa sobre tres ejes. Recordemos que el origen del tourbillon era compensar el efecto de la gravedad en los relojes de bolsillo. Dado que estos se alojan siempre en posición vertical, resguardados en el bolsillo que a tal efecto encontrábamos en las prendas masculinas, la compensación centrada en este plano resultaba efectiva. En el caso de los relojes colgantes femeninos, su posición era también vertical. Por tanto, el giro del tourbillon seguía un solo eje, cuya finalidad era variar continuamente la posición del volante en el plano vertical.
Cuando nace el reloj de pulsera, todo cambia. Si por ejemplo observamos las personas a nuestro alrededor en un local público, comprobaremos que sus relojes también están casi siempre en posición vertical, pero ya no es la única, porque las variaciones de la posición de la muñeca de su portador son continuar. Por ello, la teoría mecánica del tourbillon pierde mucha de su eficacia real en un reloj d epulsera. De ahí la lógica y también la extrema complejidad de diseñar y desarrollar un tourbillon que gire sobre tres ejes, lo que requiere tres jaulas. En este Duc Arttelé la jaula más exterior efectúa un giro completo cada 300 segundos, la intermedia lo hace cada 30 segundos y la interna cada 25.
Por si fuera poco, los ingenieros de Hermès dotan a su volante de una alta frecuencia de oscilación de 36.000 alternancias por hora. Todo esta implementación del tourbillon está compuesta por 99 elementos y su peso total es de tan solo 0,449 gramos. Sí, habéis leído bien, no llega a medio gramo. No obstante, a cada uno de los minúsculos componentes que conforman el tourbillon se les aplican los exquisitos acabados, satinados y pulidos que caracterizan las piezas relojeras del máximo nivel.
Si el tourbillon del Arceau Duc Arttelé eleva la complejidad de esta complicación al máximo, también lo hace su Repetición de Minutos, la segunda gran complicación que integra el Calibre H1926. Una visión frontal del reloj ya nos desvela que su sonería también se sale de lo habitual, porque es visible.
El Arceau Duc Attelé no es el primer reloj que monta los martillos y los timbres de la sonería por el anverso de su movimiento, pero no deja de ser una rareza, que además aporta un grado muy elevado de atractivo. Esta configuración no solo nos permitirá oir el sonido que emiten los timbres sino que podremos ver en acción los martillos percutiéndolos, lo cual siempre resulta fascinante.
Además de esta inusual disposición, los elementos mecánicos que conforman la Repetición de Minutos también comportan un altísimo grado de sofisticación técnica. A lo largo del perímetro de la esfera podemos ver los dos anillos que forman los timbres. La imagen superior nos permite apreciar que son dos timbres que se montan por separado, cada uno en su soporte.
La forma de diapason de los dos timbres no es aleatoria ni una cuestión meramente estética. Si tenemos en cuenta que un diapasón es un dispositivo metálico con forma de horquilla que se utiliza como referencia para la afinación de instrumentos musicales, dicha forma adquiere todo el sentido, ya que un reloj con sonería no deja de ser un instrumento musical. Recordando la importancia del diseño y de la creatividad, Hermès otorga a los martillos una forma que emula la silueta de una cabeza de caballo. Una vista trasera del movimiento nos desvela, en su parte inferior, el puente que soporta los elementos mecánicos de la repetición de minutos, realizado totalmente en cristal de zafiro. Esta característica incrementa la gran y sorprendente sonoridad que emite la Repetición de Minutos al indicarnos las horas, los cuartos y los minutos.
De la sonoridad y de su sorprendente volumen puedo dar fe, ya que, al contrario de la mayoría de ocasiones en las que se presenta un reloj con sonería, el Arceau Duc Arttelé que nos mostró Hermès era plenamente funcional, lo pude tener en mi mano y lo más importante, pude oir en directo el sonido que emite su Repetición de Minutos. Si bien su tonalidad es exquisitamente musical, el volumen del sonido fue espectacular, ya que fue perfectamente audible a más de un metro de distancia y en un ambiente muy alejado del silencio.
Arceau Duc Attelé; solo para los más afortunados
El Arceau Duc Attelé es la evidencia latente de que los prejuicios son peligrosos. Desde siempre ha existido una percepción generalizada de que las marcas que no nacieron inicialmente como relojeras son de segunda fila cuando se dedican a este sector. Ejemplos de ellos son Hermès, Chanel, Louis Vuitton, Bvlgari, y en menor medida Cartier. Este menosprecio se debe a que la relojería no es la parte principal del negocio de ninguna de ellas, pero ello también genera que tengan mucha menos presión y más libertad cuando crean sus relojes. Esto ya hace años que se plasma en sus novedades, que en muchas ocasiones se ubican entre las más importantes del sector y el Arceau Duc Attele es la prueba más reciente de toda este razonamiento.
Hacen falta muchas cosas para llegar a poseer este Arceau Duc Attelé. Evidentemente, la más condicionante y excluyente es disponer de los fondos necesarios, pero también hay otra mucho más sutil; tener buen gusto. No es un reloj para pretenciosos ni para exhibicionistas. Es una pieza de arte mecánica de pulsera que solo apreciarán los auténticos apasionados a la Alta Relojería y los coleccionistas de élite.
Como era de esperar en un reloj de este nivel, el Hermès Arceau Duc Attelé se emitirá en formato de edición limitada, a 24 piezas para cada una de las dos versiones.