De entrada ya os aviso de que salvo que seáis propietarios de un Ferrari 250 GTO no podréis adquirir el reloj objeto de este artículo. De todos modos, y a pesar de esta insalvable limitación, hay diversos aspectos de este nuevo Hublot que creo merecen un comentario.
Este nuevo reloj, al que curiosamente Hublot no ha puesto ningún nombre, es una continuación del acuerdo de colaboración entre la firma relojera suiza y Ferrari que ya os anunciamos meses atrás. En este caso concreto, el pretexto es homenajear el 50 aniversario del lanzamiento del que probablemente es el Ferrari más mítico y deseado por los coleccionistas: el 250 GTO.
Desde su creación, solo se han producido 38 unidades del Ferrari GTO, el último de los cuales ha sido vendido por 35 millones de USD. Partiendo de la base de que es de suponer que la propia firma de Maranello debe poseer al menos uno de ellos, el 3 de julio, la marca italiana y Hublot han reunido en la Abadía francesa de Hautvillers a 24 de los restantes propietarios de uno de estos codiciados automóviles.
Desconozco el precio de este Hublot, pero teniendo en cuenta de que se trata de un tourbillon esqueleto, enmarcado por una caja inédita y exclusiva, se compondrá con seguridad de 6 cifras, con lo que el negocio ha sido redondo para la firma suiza. Por una parte ha realizado un evento que ya de por sí ha generado atención mediática y por tanto publicidad. Por otro, dudo que alguno de los propietarios asistentes haya declinado la adquisición de la pieza a la que tiene derecho como propietario de un 250 GTO.
Detalles publicitarios y económicos aparte, este Hublot utiliza la base de la caja de su colección Classic Fusion para conferirle unas formas más suaves y curvadas, queriendo asemejarse al voluptuoso diseño del 250 GTO. Su diámetro es de 45 milímetros y el material elegido es el titanio. En su movimiento se grabará de forma personalizada el número de chasis del GTO correspondiente.
La esfera es ciertamente atractiva y a pesar de tratarse de un esqueleto, unos visibles índices perimetrales permiten una correcta lectura del la hora. El tourbillon lo encontramos en la clásica ubicación de las 6, mientras a las doce podemos observar el barrilete. Este último elemento es quizás el menos logrado desde el punto de vista estético ya que su decoración, con unas formas que según Hublot emulan las llantas del GTO, queda un tanto recargada y enmascara en buena parte la transparencia del efecto esqueleto.
Dejando de lado la exclusividad e inaccesibilidad de esta pieza, es interesante observar las modificaciones que se han aplicado en su caja. Si la comparamos con la caja de un Classic Fusion del que deriva, veremos que los ángulos de la parte superior del bisel y los que inician la caída de la carrura hacia la correa se han suavizado notablemente. También creo apreciar que el lateral de la carrura ha incrementado su curvatura. El resultado es una caja de formas más suaves y en mi opinión más original, alejándose del diseño fuertemente angular del Royal Oak en el que se inspiran la mayor parte de relojes deportivos actuales. Será interesante ver si Hublot decide regularizar este diseño y aplicarlo a modelos más accesibles y terrenales.
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