American, California, Seamaster 300, Speedmaster Mark II, Conquest, Carrera… estos son algunos nombres de relojes legendarios de marcas tan dispares como Vacheron, Panerai, Omega, Longines o TAG Heuer. Pero todos ellos tienen algo en común: que recientemente han sido reeditados por la propia marca con una fidelidad estética absoluta con respecto al original.
Ya hace años que en encuentros entre aficionados y coleccionistas surge un tema recurrente: lo mucho que se complican la vida las grandes marcas diseñando nuevos relojes, con un resultado estético que muy frecuentemente no puede calificarse precisamente de acertado, y que solo tendrían que recurrir a su impresionante fondo histórico para reeditar alguno de sus diseños más acertados. Por una vez parece que el sector nos hace caso y estamos asistiendo al lanzamiento de réplicas (no confundir con falsificación) de modelos históricos. Ahora Jaeger-LeCoultre se une a la fiesta y resucita el Geophysic de 1958.
La fidelidad estética del nuevo Geophysic con respecto al reloj de 1958 es muy elevada pero con algunos matices. Jaeger anuncia tres variantes de este reloj con distintos materiales para su caja: acero, oro rosa y platino. Observaremos que la esfera de esta última variante, la de platino (imagen superior), es ligeramente distinta a la de las variantes en oro rosa y acero, que añaden los número árabes 3 y 9 a sus índices horarios.
También se diferencian por la longitud de los índices de minutos y por las dos lineas que se cruzan en el centro de la esfera de los modelos de acero y oro. Ninguna de estas esferas puede considerarse como infiel al original, ya que de hecho reproducen con gran exactitud distintas variantes del modelo de 1958.
El diámetro de las cajas, de 38,5 mm, es ligeramente superior al Geophysic de 1958, pero bastante fiel a las medidas de relojes de pulsera de la época. Dejando de lado las cuestiones históricas, estas medidas razonables y comedidas también parecen seguir la tendencia más reciente en el sector de volver a tamaños de relojes cómodos, que huyen de las dimensiones gigantescas que han azotado el mercado en las últimas décadas.
Un detalle importante es el fondo ciego de estos nuevos Geophysic, que contrasta con el cristal de zafiro que deja ver el movimiento en la mayoría de relojes actuales. La explicación es puramente funcional, ya que emulando el modelo histórico de 1958, su movimiento está protegido por una caja de hierro dulce que lo protege de las emisiones magnéticas. Por tanto, aunque el fondo fuese trasparente no veríamos nada de dicho movimiento.
La década de los años 50 puede considerarse como la edad de oro de la ingeniería y la electrónica a nivel industrial. Ello, junto con diversas actividades militares de la época, originaba que los ingenieros, científicos y otros especialistas se movieran en entornos cargados de magnetismo, uno de los fenómenos físicos más perjudiciales para un reloj mecánico. De ahí surgió la necesidad de relojes capaces de funcionar con precisión en dichos entornos. Así, asistimos al nacimiento de relojes creados específicamente para estos entornos, como el Ingenieur de IWC o del propio Geophysic, pero también de relojes con otro uso específico, como el Seamaster 300 de Omega, que dada su condición de instrumento también recurrían a la caja protectora de hierro dulce.
Como ya he comentado, en esta reedición del Geophysic, Jaeger-LeCoultre ha optado por resguardarlo del magnetismo por el mismo sistema de la caja de hierro dulce. Omega, en su muy reciente reedición del Seamaster 300 ha optado por un sistema innovador y vanguardista consistente en un nuevo movimiento enteramente compuesto de componentes amagnéticos. Evidentemente, desde el punto de vista histórico es más fiel la opción de Jaeger, pero ¿dicha fidelidad ha sido el motivo de utilizar la caja de hierro dulce?. A esta cuestión solo tiene respuesta Jaeger, pero lo que está claro es que las marcas del grupo Richemont se han quedado muy atrás de Patek Philippe y las firmas del Grupo Swatch en lo concerniente a tecnologías antimagnéticas. El Geophysic original de 1958 resistía campos magnéticos de hasta 600 gauss. Lo máximo que suelen resistir los relojes equipados con este sistema ronda los 1.000 gauss. El nuevo Seamaster 300 resiste 15.000 gauss !…
Para el movimiento, Jaeger también ha optado por el conservadurismo y la seguridad, eligiendo el fiable y probado calibre 891/1, que oscila a una frecuencia de 28.800 alternancias por hora y ofrece una reserva de marcha de 43 horas.
También fiel a su (inexplicable) costumbre, Jaeger ha optado por ofrecer las tres variantes del nuevo Geophysic en edición limitada. La limitación es de 800 unidades para el modelo con caja de acero, 300 para la versión de oro rosa y 58 para la de platino, que además añade la limitación que solo puede ser adquirido en las boutiques oficiales de Jaeger-LeCoultre. Personalmente no encuentro explicación lógica a que Jaeger-LeCoultre limite la producción de algunos relojes, como es el caso de este Geophysic, que desde su anuncio todos sabemos que serán un éxito y que gozarán de gran demanda entre los aficionados y coleccionistas, mientras produce sin limitación otras referencias que no son precisamente un éxito comercial. Pero, doctores tiene la iglesia…