Es hora de adentrarnos en el que, salvo raras excepciones como los trabajos artísticos, es el elemento más determinante de cualquier pieza de Alta Relojería; su movimiento. En el caso de este Master Grande Tradition Répétition Minutes Perpétuelle se trata del Calibre 950, una denominación muy simple que en absoluto deja entrever todo lo que implica.
Los datos técnicos más básicos se pueden resumir en: una frecuencia de oscilación de 28.800 alternancias por hora y una reserva de marcha de 38, horas que se obtiene mediante un sistema de dos barriletes.
A priori, estas cifras pueden parecer incluso pobres, que en cierto modo lo son. Pero, en el caso de este calibre 950, casi carecen de importancia si tenemos en cuenta dos aspectos que se apartan de todo lo visto en este tipo de reloj. El primero de ellos atañe al sistema de sonería de la Repetición de Minutos.
A modo de recordatorio muy básico, podemos decir que en un calibre con sonería, dicha complicación está integrada en su base y toda complicación adicional se añade mediante módulos en su anverso. También se puede resumir que el sonido de la repetición de minutos se obtiene mediante dos martillos que golpean un timbre, que casi siempre está fijado a la base (el reverso) del calibre.
Pues bien, en el caso de este Calibre 950, ambas afirmaciones se van al garete. Ya en las imágenes anteriores habremos apreciado el anillo azul que comentaba en el apartado esfera. A él se suma otro anillo azul que vemos cuando observamos el calibre a través del cristal de zafiro del fondo de la caja.
Estas apreciaciones visuales son ciertas desde una apreciación subjetiva, pero técnicamente erróneas. Como desvela la imagen superior, no se trata de dos anillos sino de uno solo, que de hecho es el timbre de la Repetición de minutos. Este atípico doble timbre está fijado por un extremo al anverso del calibre. A partir de allí, cada uno de los timbres lo rodea en sentido opuesto para, justo antes de encontrarse, iniciar una ascensión hacia el reverso del calibre y de nuevo rodearlo, aunque esta vez en el mismo sentido, sobreponiéndose el uno al otro. Pero, también podría describirse este recorrido a la inversa, iniciándose en el fondo (reverso) y finalizando en el anverso, donde se debe ubicar el mecanismo del Calendario Perpetuo.
En el reverso del calibre se ubican dos martillos, con una geometría igualmente atípica, montados en paralelo uno por encima del otro. Estos martillos, al golpear los timbres, generarán las distintas sonoridades que requiere la complicación de Repetición de Minutos. El motivo de esta desconcertante implementación de los elementos básicos de la sonería solo tiene lógica si se refiere a una optimización, tanto del volumen como de la calidad tímbrica obtenida con ella. Y efectivamente es lo que afirma Jaeger-LeCoultre, algo que no dudo pero que lamentablemente no puedo confirmar ya que no he tenido este reloj en mis manos ni lo he podido escuchar.
Esta es una de las desventajas, probablemente la única, de la nueva política de no concentración de novedades en una sola feria anual, que parece están adoptando la mayoría de marcas. Siempre es preferible opinar de un reloj cuando se ha tenido en la mano, algo que en el caso de una sonería es casi imprescindible.
Pero esto no es todo, aun queda por comentar otro aspecto del calibre tanto o más sorprendente que su arquitectura de timbres y martillos. Si os digo que este calibre 950 es un movimiento de carga automática, pensaréis que me he vuelto loco. Lo miremos por donde lo miremos, no aparece la necesaria masa oscilante por ninguna parte, ni por el anverso ni por el reverso. El motivo es que no se ubica en ninguna de las caras del movimiento, sino en su parte central, en sus entrañas. En consecuencia, no os puedo decir la forma ni el tamaño que tiene porque resulta invisible.
Esta invisibilidad es precisamente lo que buscaba Jaeger-LeCoultre con esta rara implementación y tiene una lógica aplastante. Al igual que los cronógrafos de alto nivel, los relojes con sonería automáticos son una auténtica rareza. El motivo es que la masa oscilante perturbaría el placer de observar el fascinante y complejo conjunto de piezas que deja ver su reverso. Por otra parte, es evidente que es mucho más funcional un movimiento automático que uno manual, especialmente si se trata de un Calendario Perpetuo. Solución; buscamos una ubicación para la masa oscilante que no impida en lo más mínimo la visión del calibre, que es lo que ha hecho Jaeger-LeCoultre.