Los pasos exactos que conducen a la creación del Reverso siempre permanecerán, hasta cierto punto, en secreto. Los archivos no registran ni las conversaciones informales que tuvieron lugar, y que a menudo representan muchas de las más importantes, ni las inspiraciones súbitas que pertenecen a todas las innovaciones. Adicionalmente, las historias orales de los testigos son siempre algo subjetivo y, estas historias, casi leyendas, se elaboran y adornan a medida que avanzan las décadas y las anécdotas pasan repetidamente de boca en boca. Sin embargo, los distintos estudios de los archivos revelan, en efecto, una interrelación muy estrecha entre la génesis del Reverso y los orígenes de la marca Jaeger-LeCoultre.
En colaboración con la manufactura de LeCoultre, en el Valle de Joux, y Établissements Jaeger en París, de Trey (que estaba ansioso por atar todos los cabos del proyecto cuanto antes) y LeCoultre llegaron a un acuerdo mutuamente satisfactorio. A de Trey se le concedió la patente por un período limitado de tiempo, a cambio de lo cual accedió a fundar conjuntamente con LeCoultre una oficina de distribución que vendería los relojes de la manufactura incluyendo, por supuesto, el Reverso.
De Trey contactó con un ingeniero independiente, que depositó la patente del reloj reversible, dando así a René-Alfred Chauvot un papel de gran relevancia en el escenario de la relojería. Incluso antes de que la patente del Reverso fue reconocida oficialmente el 3 de agosto de 1931, de Trey ya había comprado los derechos a su inventor. Este y Jacques-David LeCoultre fundaron conjuntamente una empresa de distribución con sede en Lausana. El negocio, que era conocido como Spécialités Horlogères, no sólo promocionó el Reverso, sino también el resto de relojes de la Manufactura con el fin de introducir las marcas LeCoultre y Jaeger.
Spécialités Horlogères compró la patente del Reverso para transferirla posteriormente a las manos del Grupo SAPIC, que unió a LeCoultre y Jaeger en el seno de su organización. El nombre de la empresa cambió a «Jaeger-LeCoultre Distribution Company» en 1937, alcanzando así el final del camino que condujo a la fundación de la marca Jaeger-LeCoultre.
El Ministerio francés de Industria y Comercio dejó constancia de la recepción de solicitud de patente a las 13:15 del 4 de marzo de 1931. El contenido del documento aplicaba a «un reloj que es capaz de deslizarse fuera de su caja y girar por completo alrededor de sí mismo». Nada parecido había existido nunca antes, por lo que sus inventores estaban comprensiblemente ansiosos de recibir protección legal.
La autoridad gubernamental aceptó el documento, al cual le fue debidamente asignado el número de solicitud 712.868. Posteriormente, los burócratas responsables se vieron obligados a ocuparse por completo con la descripción detallada de una caja de acero inoxidable que «con la ayuda de ranuras de guía, cuatro pasadores de guía y las muescas correspondientes en su placa de base, podría ser desplazada de su posición y girar por completo alrededor de su propio eje». Por el bien de la clarificación, los funcionarios públicos encontraron 17 bocetos en los que se ilustraba, desde diferentes puntos de vista y en gran detalle, un mecanismo que fue extraordinariamente complejo para la época. Pero aún con todo esto, su inventor aún parecía insatisfecho: Chauvot posteriormente aumentó la documentación con dos apéndices.
Aún a riesgo de simplificar, el dispositivo en esencia puede ser descrito como una inteligente obra técnica que consta de dos partes separadas. Una placa base con asas para que se pueda asir a la muñeca del usuario. Para permitir el giro de la caja sobre su plataforma, la primera estaba equipada con dos pasadores de acero inoxidable posicionados exactamente uno frente al otro. Estos pasadores encajan en dos guías longitudinales, las cuales están perforadas en las partes elevadas de la placa de base.
El usuario del reloj, por lo tanto, podía no sólo girar la caja sobre su base sino también desplazarla lateralmente. En consecuencia, podría optar por dejar el dial y su frágil cristal, hacia arriba o, si las circunstancias lo requerían, podría girar el reloj y llevar la robusta parte de la caja fabricada en metal a la parte delantera con el fin de hacer frente a los posible golpes. Dos pequeñas esferas, elásticamente soportadas aseguran que la caja se mantenga firmemente en la posición deseada. Después de que la caja había sido articulada, las esferas respondían a una presión suave por deslizamiento en las ranuras apropiadamente fabricadas. «Gracias a esta invención, el reloj se puede usar ya sea en una o en otra de estas dos posiciones y, el cambio de una posición a la otra, es extremadamente simple y fácil», argumentaba el inventor.
La tarea de fabricar la primera caja para el Reverso fue confiada a la Wenger Company en Ginebra. Este experimentado fabricante de cajas tenía tanto la competencia como el potencial técnico para entregar un pedido inicial de 5.000 cajas a tiempo para el inicio de la campaña navideña de ese año. Todo lo que faltaba ahora era un movimiento adecuado. LeCoultre tenía varios calibres pequeños que podrían haber sido utilizados en el interior del reloj, pero su forma redonda no estaba en consonancia con la filosofía de la manufactura, que insistió en que el exterior y el interior debían estar expresamente concebidos para adaptarse el uno al otro: caja y calibre debían tener la misma forma para conseguir un conjunto armónico.
Después de un periodo de desarrollo que dura algo más de un año, se tomó la decisión de utilizar los movimientos preexistentes que habían sido fabricados por la Tavannes Watch Co. de Suiza. Cuando el año 1932 llegaba a su fin, los relojeros de LeCoultre & Cie se complacen en anunciar la finalización con éxito de su proyecto. A partir de ese momento, los relojes Reverso únicamente albergarían calibres propios de la manufactura. Los calibres LeCoultre 410 y 411 ofrecen (respectivamente) segundero central y pequeño segundero en subdial ubicado a las 6 horas en el dial. El calibre LeCoultre 404, más pequeño que los anteriores, estaba reservado para los modelos femeninos. En el curso de los años siguientes, estos calibres se perfeccionaron gradualmente para hacerlos cada vez más fiables y más precisos. Las complicaciones se añadirían por primera vez en 1991.
Por último, el guardatiempos precisaba de un nombre adecuado que pudiera impresionar y reclamar la atención de una clientela internacional. La palabra elegida para denominar a este modelo fue la latina «Reverso» por su clara identificación con el reloj. Este sobrenombre adquirió carácter internacional adicional a través de su similitud con la palabra inglesa «reverse». Difícilmente se hubiera podido encontrar un nombre más adecuado, por lo que se registró el 4 de noviembre de 1931.
Los primeros relojes Reverso fueron enviados a los jugadores de polo ingleses que habían proporcionado el impulso para la creación del modelo y que, según la leyenda, estaban muy entusiasmados con el nuevo reloj. Esta innovación cronométrica había dado de lleno en el clavo. Los golfistas y tenistas profesionales de Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia no estaban menos enamorados del reloj que sus homólogos en la India. Más allá del aspecto meramente funcional de la protección de su cristal, este reloj era también inconfundible: de estilo inimitable, el Reverso constituía una prueba irrefutable de que su propietario, ya fuera una dama o un caballero, era un verdadero “connoisseur”.
El Reverso era mucho más que un reloj deportivo. Los modelos, tanto masculinos como femeninos, no tardaron en aparecer en lugares para los que no habían sido originalmente concebidos, por ejemplo, en los conciertos, cenas de gala y otros eventos de la alta sociedad. Su éxito demostró que de Trey y LeCoultre habían acertado al haber considerado no sólo la técnica del reloj, sino también la elegancia de su forma.
El estilo del Reverso se adaptaba perfectamente a los tiempos. Además, el reloj ofrece un maravilloso tema de conversación. Sus aspectos no convencionales planteaban preguntas y estimulaban la comunicación. Todo lo que uno tenía que hacer era dar la vuelta a la caja y todos los ojos se volvían hacia su portador. El estilo del reloj estaba absolutamente en línea con las corrientes de la época: su diseño limpio, que se distingue por las líneas rectas y la ausencia de adornos, corresponde a las tendencias arquitectónicas y estilísticas de una década extraordinaria. Innovadores como Adolf Loos, Walter Gropius y Le Corbusier hicieron campaña en pos de un lenguaje de formas claro y sin adornos. Aunque no sin detractores, en última instancia, estos hombres lograron dar forma al estilo de una época y una generación. Un número cada vez mayor de gente se dio cuenta que los accesorios decorativos no garantizaban la belleza del objeto. De acuerdo con la filosofía del Art Déco, la buena forma se nutre de sus propios méritos intrínsecos y sin florituras innecesarias, porque una forma surge de – y debe expresar con claridad – la función para la que el objeto ha sido diseñado.
La génesis y la historia de éxito del Reverso también se beneficiaron de la gran exposición internacional de arquitectura que se presentó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1932. Junto a las formas clásicas redondeadas, los diseños angulares disfrutaron también de éxito. Relojes de pulsera rectangulares, entre ellos el Reverso, adornaban las muñecas de estrellas de cine, cantantes y celebridades de la clase alta de la sociedad. Ahora, si no antes, hasta los más recalcitrantes tradicionalistas se dieron cuenta de que el futuro pertenecía al reloj de pulsera. El Reverso, que contribuyó en no poca medida a convencer a los fanáticos, también representa uno de los capítulos más importantes en la historia de la relojería.
El hecho de que el gran éxito del Reverso tuviera lugar justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial ocasionó, a la finalización de ésta, un período de ausencia del modelo en el mercado dada la situación socioeconómica existente. Finalmente y después de años de nuevos estudios Jaeger-LeCoultre devolvió el guardatiempos al mercado en el año 1979 con una caja rediseñada y nuevos calibres. A partir de 1991 el Reverso daba un importante paso hacia adelante al incorporar complicaciones en sus mecanismos.
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