Nadie puede dudar que Jaquet Droz es una firma muy singular, tanto por su historia en la segunda mitad del siglo XVIII, ligada indefectiblemente a sus icónicos autómatas y pájaros cantores, como por las nuevas referencias lanzadas a partir del 2000, año en que la marca resurge al ser adquirida por el Grupo Swatch. Los artesanos de Jaquet Droz han sabido hacer perdurar ese savoir-faire único, tal como demostraron en 2009 con The Time Writing Machine, y más recientemente, con los relojes de pulsera The Bird Repeater y The Charming Bird, dos increíbles creaciones que se sitúan entre los guardatiempos que personalmente más me han impactado, tanto por su belleza artística como por su complicación mecánica.
Entre 1768 y 1774, Pierre Jaquet-Droz junto a su hijo Henri-Louis y Jean-Frédéric Leschot, construyeron tres célebres autómatas que destacaban por su realismo. Presentados en 1774 en La Chaux-de-Fonds, fueron creados como reclamo publicitario y juguetes de entretenimiento destinados a mejorar las ventas de sus relojes entre la nobleza europea: The Writer, The Draughtsman y The Musician.
Después de un largo viaje a través de las cortes de Europa, los tres autómatas se vendieron a tres empresarios y coleccionistas. En 1906 fueron adquiridas por la sociedad histórica y arqueológica del cantón de Neuchâtel, gracias a un subsidio del gobierno federal y de la generosidad de los donantes anónimos. Después de una gira triunfal por Suiza, los tres autómatas se regalaron a la ciudad de Neuchâtel en 1909 para ser expuestos en el Musée d’Art et d’Histoire de Neuchâtel.
De los tres, The Writer es el más complejo, con más de 6000 piezas ensambladas. Su diseño es la evolución de un autómata anterior construido por los Maillardet, también con forma de niño, y que podía escribir en inglés y francés, así como realizar algunos dibujos. La versión de Jaquet-Droz puede escribir con una pluma gracias a una rueda integrada en su mecanismo interno donde se seleccionaban los caracteres uno a uno, pudiendo escribir así textos cortos, de unas cuarenta palabras de longitud. Este autómata moja la pluma en la tinta de vez de cuando, escurre el sobrante para no manchar el papel, levanta la pluma como si estuviera pensando y sigue la pluma con la mirada mientras escribe y mientras recarga la tinta. Es incluso considerado el predecesor de los robots modernos. En el siguiente vídeo podéis admirar su funcionamiento.
Este año, Jaquet Droz nos presenta «The Signing Machine», un mecanismo que retoma en versión miniaturizada la técnica de levas utilizada por su creador en el siglo XVIII. Cierto que no estamos ante un reloj, pero su indudable relación con la relojería nos induce a escribir este artículo, esperando que sea interesante para muchos de vosotros.
Este mecanismo de diseño contemporáneo y totalmente mecánico, es fabricado a medida para su propietario, que deberá proporcionar su firma a la marca para que pueda realizar los ajustes mecánicos pertinentes. The Signing Machine está protegido por un código de seguridad de 4 dígitos y se arma con un mecanismo manual que funciona con una palanca situada en el flanco de la caja de color gris y negro. El brazo articulado y el bolígrafo se liberan presionando con el dedo dos veces. Equipado con un mecanismo elaborado a mano que reproduce movimientos de elevada complejidad, The Signing Machine reproduce con una escritura cursiva y natural la firma de su propietario. La ventanilla transparente que desvela el mecanismo, como si fuera su trasera de zafiro, nos permite admirar su funcionamiento.
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