Una novedad ciertamente curiosa que me da pie para hablar por primera vez de Lang & Heyne. Esta firma, ubicada en la población alemana de Dresde, cuna de la relojería Sajona, fue fundada por Marco Lang y Mirko Heyne en el año 2001. A pesar de su parecido semántico y de compartir ubicación geográfica, Lang & Heyne no tiene nada que ver son la famosa manufactura Lange & Söhne. Bueno, de hecho si que tiene cierta relación, ya que Rolf Lang, padre de Marco, fue instructor relojero en Lange y precisamente Mirko Heyne, uno de sus aprendices, fue quien se asoció con Marco para crear esta nueva manufactura.
Así pues, estamos ante una firma cuyo nombre nos induce a pensar en una larga historia, pero que en realidad es una de las más jóvenes que existen hoy en día. A pesar de ello, su filosofía no puede ser más clásica, ya que renuncia a la investigación de nuevas tecnologías o materiales para centrarse en la elaboración más tradicional. Con una mera observación de la imagen del calibre de cabecera tenemos bastante para identificar la típica y más clásica tradición relojera de Dresde: platina tres cuartos, regulación mediante cuello de cisne y puente de volante gravado a mano.
Centrándonos en este curioso calibre I de Lang & Heyne, la novedad reside en que tanto su platina como sus dos puentes, están elaborados enteramente en marfil. Según cuenta Lang, el marfil utilizado proviene de los restos de un mamut encontrado en Rusia, nacionalidad de un coleccionista que le sugirió la idea.
Es indudable que la utilización de este insólito material encaja bastante bien con la filosofía y la estética clásica de esta firma y el resultado es un calibre de indudable atractivo. El calibre I se encaja en el modelo de reloj Friedrich August I, cuyos rasgos estéticos son los más clásicos dentro de la clásica colección de Lang & Heyne. Ello se plasma especialmente en su esfera esmaltada, con índices tipo ferrocarril y agujas tipo Louis XV.
Tal como se aprecia en la imagen, este calibre está limitado a una serie de 25 unidades, lo que teniendo en cuenta que Lang & Heyne solo produce entre 30 y 40 relojes por año, me induce a pensar que su aparición en el mercado se dilatará durante varios años.
En mi opinión, este Friedrich August I con su calibre de marfil es una pieza destinada especialmente al coleccionismo. Y no lo digo solo por por su indudable valor artístico y por su exclusividad, sino por un detalle que me temo que tanto Marco Lang como el coleccionista que le indujo a su creación deben desconocer. El marfil es una materia totalmente viva y extremadamente sensible a cambios de temperatura y humedad. Esto es algo que he comprobado personalmente durante años en un campo que no tienen nada que ver con la relojería y en el cual se emplea esta materia. Dichos cambios de condiciones ambientales producen una inevitable deformación del marfil, que no se limita a variaciones de micras sino que en algunos casos puede llegar a centímetros. Teniendo en cuenta que ello se puede producir en las tres piezas de un mecanismo cuya única función es la estabilidad y perfecta alineación del resto de componentes del calibre, las consecuencias en cuanto a funcionalidad pueden ser realmente catastróficas.
Pero seamos optimistas. Puede que al tratarse de marfil de mamut, que supongo se encontró en un estado de casi fosilización, es posible que las cualidades dinámicas del marfil hayan desaparecido. Aunque esto no deja de ser pura elucubración sin base ni conocimiento científico alguno por mi parte.