Acostumbrados al clasicismo imperante en todas sus creaciones, el lanzamiento del Laurent Ferrier Galet Square Boréal en el pasado SIHH ha sido toda una sorpresa, ya que luce una imagen mucho más vanguardista gracias a recurrir, por primera vez en su historia, al Superluminova, y además lo hace de forma contundente, porque no se limita a su ubicación habitual en manecillas e índices, sino que incluye una circunferencia luminosa casi completa que los enlaza. Para destacarlo como el ingrediente clave de este reloj, el resto de elementos de la esfera se «camuflan» sobre el fondo negro gracias a su tonalidad pizarra; la escala de minutos chemin de fer, el pequeño segundero a las seis y la serigrafía de la marca bajo las 12, son meros actores secundarios que palidecen ante la preponderancia visual de la sustancia luminiscente. Para permitir la inserción del Superluminova, las manecillas abandonan el precioso y delicado diseño sagaie tan característico de Laurent Ferrier, adoptando una geometría más romboidal.
El color de Superluminova nos marca las dos versiones del Boréal; una de ellas es de color beige, mientras la otra muestra la habitual tonalidad verde de este material. Si la primera se entrega con una correa de cuero de color marrón claro y pespunte blanco, la segunda viste una correa negra de cuero y composite con costura en color verde. El look conseguido es impactante respecto a los estándares clásicos de la firma, gracias a su estética de reminiscencia Art Déco reinterpretada bajo un prisma vanguardista. A mi, personalmente, me siguen gustando más los Galet Square clásicos, entre los que destaca la versión con esfera azul, sencillamente espectacular.
Como bien sabéis, el Galet Square fue el primer modelo de Laurent Ferrier que implementaba una caja de acero, logrando aunar una excelencia técnica envidiable y una rigurosa estética clásica bajo el amparo de esta aleación de hierro y carbono. En su momento fue una agradable e inesperada sorpresa, ya que estábamos habituados a que los relojes de este nivel casi siempre recurrían al oro blanco, platino o paladio para proponer una imagen más discreta que se aleje de la ostentosidad del oro rosa, rojo o amarillo. Por suerte, esta nueva versión sigue recurriendo al acero para fabricar su caja cuadrada almohadillada de 41 x 41 mm y 45,35 mm de diagonal, con una ergonomía excelente que se apoya en su contenido grosor de 11,10 mm, sobretodo tratándose de un reloj de remonte automático, un hecho al que contribuye decisivamente, tal como veremos, la arquitectura de su calibre. Por último, destacar las cuatro asas cónicas y la corona de tipo cebolla levemente encastrada en la caja, un detalle que evita que sobresalga en exceso y pueda molestarnos al clavarse o rozar repetidamente en el dorso de nuestra mano.
Como era de esperar, en el interior del Laurent Ferrier Galet Square Boréal no encontraremos diferencia alguna respecto a los Galet Square ya conocidos, lo cual, en este caso, no puede ser más positivo ya que hablamos del exquisito calibre FBN 229.01, un movimiento que late a 21’600 alternancias por hora (3Hz) y que exhibe unos acabados difícilmente superables y dignos de la más Alta Relojería. Pero no todo se limita a acabados impecables en este calibre FBN 229.01, porque desde el punto de vista técnico, es todo un dechado de vanguardia en micro-mecánica. A pesar de no incorporarlo en el nombre, tal como ocurre con el Galet Micro-Rotor, su pequeña masa oscilante es uno de los signos de identidad de este movimiento de carga automática, al que acompaña un escape, con áncora de silicio, de doble impulso sobre el volante que, además de las virtudes de precisión conométrica que ofrece, juega un importante papel en la optimización de transmisión de energía, logrando por ello una impresionante reserva de marcha de 72 horas. Este mecanismo lo podemos admirar a través del cristal de zafiro que implementa la trasera.
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