En los últimos años hemos visto renacer una geometría de caja que prácticamente había desaparecido. Me refiero la que se denomina como de «cojín». La vimos renacer con el cronógrafo femenino 7071 de Patek Philippe presentado el año 2009 en París, y posteriormente con los cronógrafos masculinos 5950 del 2010 que se han consolidado con nuevas variantes en Baselworld del 2014, evento en el que además se presentaron 3 nuevas referencias con forma de cojín. Vacheron Constantin ha seguido la tendencia con la nueva colección Harmony que nos ha presentado en el SIHH 2015. Ahora es el turno de este nuevo Laurent Ferrier Galet Square.
Así pues, parece que nos encontramos ante una tendencia de relojes con esta geometría que se va afianzando con la constante llegada de nuevas piezas. No tengo datos sobre el porcentaje exacto de relojes con caja redonda sobre el total del mercado pero seguro que sobrepasa sobradamente el 80% por lo que, salvo detalles de acabado, no es una forma que diferencie un reloj de los demás. El resto son los denominados «relojes de forma» que en este sector es como se denomina a los que no son redondos.
La mayoría de los «relojes de forma» son rectangulares, que sí es una forma diferencial pues no es tan común como la redonda, pero comportan una desventaja ergonómica debido a que en su inmensa mayoría la cara más larga del rectángulo es la que ocupa el ancho de nuestra muñeca. Por ello, si para obtener una buena legibilidad queremos una superficie de esfera equivalente a la de un reloj redondo, es más que probable que sobresalga del antebrazo con toda la incomodidad que ello genera.
La caja en forma de cojín tiene la ventaja de ser diferente de la mayoría, pero no comporta el problema de la caja rectangular ya que sus lados son equivalente en longitud y las dimensiones tendrían que ser enormes para que sobresalga de la muñeca. Otra diferencia de los relojes con forma de cojín es que la esfera sigue siendo redonda, es decir, al contrario que las cajas redondas o rectangulares, la geometría de su esfera no coincide con la de la caja, lo que les confiere un carácter aun más especial.
Si observamos la carrura del reloj apreciaremos una nueva diferencia de la caja tipo cojín, que es la atractiva y peculiar curva descendente desde el centro hasta los extremos don dese encuentran las asas, es decir, contrariamente a las demás geometrías, las caras superiores e inferiores de la carrura no son paralelas. Como siempre, una imagen suele ser mejor que mil palabras y podréis apreciar este efecto en la imagen siguiente.
En esta misma imagen también podemos observar la acertada y elegante curva del cristal de zafiro y del bisel, hasta el punto que junto con su carrura parece que formen una sola pieza. La corona estilo cebolla es la típica de la mayoría de relojes Laurent Ferrier, y que ya forma parte de su identidad.
La esfera es prácticamente idéntica del Galet Micro-Rotor al que dedicamos un artículo en marzo del 2012. Tiene su lógica ya que tanto su fondo satinado, como los finísimos índices horarios y sus estilizadas agujas forman parte del ADN de este elogiado reloj con el que comparte nombre. Hay un único elemento que diferencia a ambas esferas y que me ha sorprendido. Me refiero a la ausencia de índices de minutos, a la que realmente no encuentro explicación lógica. Laurent Ferrier ya había utilizado en el Galet Micro-Rotor unas elegantes y diminutas bolas aplicadas, que no interferían en nada la limpieza y nitidez estética de la esfera, permitiendo un lectura precisa del tiempo
En el interior del Laurent Ferrier Galet Square no encontraremos diferencia alguna del Galet Micro-Rotor, lo cual, en este caso, no puede ser más positivo ya que hablamos del exquisito calibre FBN 229.01, un movimiento con unos acabados difícilmente superables y dignos de la más Alta Relojería .
Pero no todo se limita a acabados impecables en este calibre FBN 229.01, porque desde el punto de vista técnico es todo un dechado de vanguardia en micro-mecánica. A pesar de no incorporado en el nombre de este Square, su micro-rotor es uno de los signos de identidad de este movimiento de carga automática, al que acompaña un escape, con áncora de silicio, de doble impulso sobre el volante que, además de las virtudes de precisión conométrica que ofrece, juega un importante papel en la optimización de transmisión de energía, logrando por ello una impresionante reserva de marcha de 72 horas.
En definitiva, Laurent Ferrier no ofrece una acertada variante de su ya célebre Galet Micro-Rotor, que con su caja en forma de cojín se aparta de las geometrías habituales de la mayoría de relojes del mercado. Si tuviera la suerte de tener que elegir entre los dos Galet, creo que me decidiría por esta versión Square, que no pierde nada, ni estética ni técnicamente con respecta a su antecesor y gana mucho en personalidad estética.