También es nueva la escala minutera perimetral que dispone puntos circulares para los minutos, cuatro marcadores en forma de rombo en las horas cardinales e índices en forma de diamante más pequeños para las décimas, todos ellos aplicados en oro. Finalmente, el pequeño segundero está al mismo nivel que el resto de la esfera, prescindiendo del ‘rebajado’ que muestran la mayoría de los Laurent Ferrier, reafirmando así su carácter vintage. El diseño de este contador es bien simple: un círculo pintado en negro y una escala de 60 segundos mediante pequeños índices pintados en rojo que son tres veces más largos en los múltiplos de cinco segundos. La manecilla de tipo bastón no continúa el precioso diseño assegai de las agujas de las horas y minutos, uno de los elementos más identitarios de las creaciones de Laurent Ferrier, fabricadas esta vez en oro blanco con acabado en rutenio negro.
El último elemento de la esfera es el nombre de la firma y su procedencia, discretamente situados bajo las doce horas. La composición de la esfera de porcelana con los numerales arábigos, la minutera en oro, las agujas assegai, la sencillez del pequeño segundero y los detalles en rojo, es un espectáculo de exquisita belleza. Las claves: diseño, nitidez, proporciones, equilibrio, y la primorosa combinación cromática blanco-negro-rojo-oro.
El Laurent Ferrier Galet Square Porcelain late al ritmo de su calibre FBN 229.01, el movimiento de remonte automático por micro-rotor que es ya un icono de la firma. Gracias a esta masa oscilante descentrada elimina el gran enemigo de un reloj elegante de remonte automático: el aumento de grosor de su caja debido al típico rotor central que suministra de energía al barrilete. Bien, inevitable no del todo, ya que un micro-rotor implantado inmediatamente sobre su platina evita este problema, tal como nos demuestra escaso grosor del Galet Square: 11,10 mm. Esta solución, que parece simple y perfecta, conlleva un importante inconveniente originado por la menor masa de su rotor: la disminución de la eficacia de carga. Para compensar este problema, Laurent Ferrier implanta un conjunto de conceptos técnicos, que afectan tanto al micro-rotor en si mismo como al órgano regulador, que se podrían resumir en una frase: un rotor descentrado y sustentado por un doble puente cuya energía se regula mediante un escape de silicio de doble impulso.
El calibre FBN 229.01 vibra a una frecuencia de 21.600 alternancias por hora y disponde de una excelente reserva de marcha de tres días. Los acabados reflejan los altos estándares que Laurent Ferrier impone en todas sus creaciones, de acuerdo con las mejores tradiciones relojeras. Junto con el motivo Côtes de Genève en los puentes y el grabado circular en la placa, los radios de las ruedas están biselados y las cabezas de los tornillos están biseladas y pulidas. Evidentemente, todos estos acabados se realizan manualmente.
Lamentablemente he de comentar sus dos únicos puntos negativos: primero, que sólo se fabricarán diez unidades, y segundo, que cada una de ellas tendrá un precio aproximado de 52.000 €. Estos dos condicionantes hacen que el Porcelain sea, además de un amor a primera vista, un amor platónico.