Con el Laurent Ferrier Tourbillon Grand Sport, la prestigiosa firma suiza afirma literalmente “introducir una nueva colección en un inesperado estilo deportivo”. La primera parte de esta afirmación es importante ya que desvela que no se trata tan solo de una edición especial, que lo es, sino del punto de partida de una colección estable en el catálogo de Laurent Ferrier.
Con la segunda parte de la afirmación; “un inesperado estilo deportivo”, no puedo estar más de acuerdo. En cierto modo me recuerda mucho a cuando F.P. Journe lanzo en el 2012 su LineSport. En ambos casos es absolutamente apropiado aplicar el término “inesperado” ya que son marcas que nacieron, en el buen sentido de la palabra, con un carácter absolutamente clásico. Nadie esperaba en el 2012 un reloj “deportivo” de F.P. Journe y tampoco se esperaba ahora un reloj Laurent Ferrier con este carácter.
El método utilizado para crear el Laurent Ferrier Tourbillon Grand Sport también es el mismo que utilizó F.P.Journe en su LineSport; tomar la base y la geometría de sus relojes clásicos y aplicarle el carácter deportivo a través de los materiales utilizados en cajas y en correas o brazaletes. Evidentemente es el método “fácil” ya que no implica partir de cero en el diseño de los elementos externos, algo que han intentado en numerosas ocasiones muchas firmas del sector relojero y que en pocos casos se ha saldado con éxito.
En este caso, aunque es una opinión muy particular, me parece más coherente este método en el Laurent Ferrier que en F.P. Journe. El motivo es simple ya que la geometría de los Octa de Journe es redonda y en el caso del Laurent Ferrier se recurre a la caja de los Galet Square, que son relojes “de forma”. Si tomamos los dos grandes referentes históricos de relojes deportivos/elegantes, el Royal Oak de Audemars Piguet y el Nautilus de Patek Philippe, veremos que aparte de compartir diseñador (Gerald Genta) también coinciden en que son relojes cuya geometría se aparta del clásico círculo. En consecuencia, Laurent Ferrier lo tiene más fácil que F.P. Journe aplicando este método y viendo el resultado parece confirmarse esta teoría.
La gran ventaja de la caja del Galet Square es su geometría denominada «de cojín», lo que permite que sea relativamente fácil acoplar a ella correas o pulseras con un gran sentido de integración, otro factor decisivo en todos los relojes deportivos/elegantes.
A pesar de ello, vemos que Laurent Ferrier ha tenido que modificar ligeramente la parte de la caja que se une a la correa. Se han eliminado las típicas asas y se ha alargado la carrura de la caja, al tiempo que se aplica una apertura en su zona central. Ello permite unirla a una correa de caucho con un gran sentido de integración. Partiendo de esta arquitectura, no es descartable en absoluto que más adelante veamos brazaletes en los futuros miembros de esta colección que inaugura el Laurent Ferrier Tourbillon Grand Sport.
Otro aspecto que se ha modificado con respecto a la caja original del Galet Square es el ancho del bisel, mucho mayor en este Tourbillon Grand Sport. Esta es una formula estilística relativamente sencilla y muy eficaz para transmitir mayor imagen de robustez a un reloj.
En plena coherencia con el carácter «deportivo» que Laurent Ferrier quiere aplicar en el Tourbillon Grand Sport, el material elegido para la caja es el acero. Este es un factor que diferencia las gamas más informales de muchas de las grandes marcas de carácter clásico, pero no es el caso de Laurent Ferrier. Antes de que algunas de estas marcas históricas dieran un ligero (o no tan ligero) cambio de filosofía, ofreciendo relojes clásicos con caja de acero, Laurent Ferrier ya lo hizo. De hecho, el primer Galet Square utilizó este material para su caja, una opción que siguen ofreciendo 8 de las 9 variantes actuales del Galet Micro-Rotor Square.
La esfera también se adapta a las exigencias mínimas de cualquier reloj con carácter funcional y/o deportivo. Sobre su fondo de color marrón destaca el tratamiento luminiscente de color naranja aplicado a los los índices horarios y a las agujas. Se trata de un toque estético que evidentemente favorece la legibilidad pero que tiene la virtud de conservar la elegancia inherente a cualquier reloj firmado Laurent Ferrier.
La caja del Laurent Ferrier Tourbillon Grand Sport mide 44 milímetros de diámetro, bastante más que los 41 mm del Galet Micro-Rotor Square, aunque sin llegar a los, en mi opinión, exagerados 45,35 de las recientes variantes Opaline. Personalmente hubiera preferido los 41 mm, pero también es cierto que, debido al aumento del bisel, la esfera se habría reducido considerablemente y con ello su legibilidad.
Llegamos al movimiento y con ello a uno de los secretos que no desvela la esfera; estamos ante un movimiento con regulador tourbillon. A imagen y semejanza de los célebres relojes con tourbillon de Patek Philippe, Laurent Ferrier decide no mostrar el tourbillon en la esfera, tal y como hacen la práctica totalidad de marcas, recurriendo para tal efecto una abertura en ella. Solo la discreta inscripción ubicada por encima del pequeño segundero da indicios que el reloj esconde esta Gran Complicación.
Este calibre de referencia LF 619.01, es un movimiento de carga manual que oscila a 21.600 alternancias por hora y ofrece unas impresionantes 80 horas de reserva de marcha. Este mismo calibre lo encontrábamos ya en en el Galet Classic Square, aunque las terminaciones son distintas. A pesar de mantener el mismo código de LF 619.01, vemos que los puentes de la versión que equipa este Tourbillon Grand Sport están acabados con un tratamiento de rutenio ennegrecido.
En cuanto a su tourbillon, no se trata de una implementación convencional ya que viene equipado con una espiral doble. Esta arquitectura de dos espirales neutraliza el desplazamiento lateral en el eje del volante, lo que se complementa con la compensación que ofrece el tourbillon de las posiciones verticales. Toda esta sofisticación micromecánica permite que este calibre y en consecuencia el Laurent Ferrier Tourbillon Grand Sport esté certificado como cronómetro por el prestigioso Observatorio de Besançon.
Observando el fondo de la caja del Laurent Ferrier Tourbillon Grand Sport podemos leer dos inscripciones. La primera de «1979 LE MANS 2019» puede engendrar cierta extrañeza, pero tiene su explicación. En la década de los años 70, Laurent Ferrier era más conocido por su pasión automovilística que por la relojera. Durante este periodo participó nada menos que siete veces en las 24 horas de Le Mans.
Fue en 1979 cuando, al volante de un Porsche 935T del Kramer Racing Team y formando equipo con su amigo François Servanin, consiguieron la tercera plaza absoluta de la legendaria carrera. Este extraordinario resultado cobra, si cabe, mayor relevancia si tenemos en cuenta de que ambos pilotos eran amateurs. Con este guiño al pasado deportivo de Laurent Ferrier, parece que la firma suiza quiera en cierto modo justificar la validez de su incursión en los relojes deportivos.
La segunda inscripción; ACIER X/12 no deja ninguna duda. Se trata de un reloj con caja de acero y su producción está limitada a 12 ejemplares, de los cuales imagino que ya no queda ninguno disponible.